Cuando Denis salió de la sala de reuniones nuevamente, Venancio Gómez la acompañó. Parecía que habían llegado a una conclusión contentamente.
Vivian vio primero la figura de Denis y estuvo a punto de preguntar, -¿Ha salido todo bien?-
Pero una figura alta apareció delante de todos.
-¿Este es?-
Denis se hizo al lado, -Os presento, este es el representante de la empresa de la otra parte, señor Venancio.-
Originalmente, la persona a cargo de ese proyecto era Vivian. Así que dio un paso adelante y extendió la mano, -Hola, señor Venancio, soy la...-
-Vivian, yo haré el seguimiento de este proyecto.- Denis interrumpió levemente a Vivian.
Los ojos de Vivian estaban desconcertados.
-Te lo cuento cuando volvamos.- susurró Denis al oído de Vivian.
Venancio acompañó personalmente a la gente a la entrada de abajo.
La secretaria a su lado mostró una pizca de sorpresa, y luego volvió a mirar a Denis. Ese misterioso presidente no solía aparecer en la Ciudad S. Los rumores decían que tenía muchas cadenas industriales, y esa empresa era solo una de ellas, además no era una empresa especialmente llamativa. La última vez que el misterioso presidente apareció en esa empresa fue hacía tres años.
Y ya no se podía recordar cuándo fue la vez anterior que esa...
Se podía ver que, a ese Venancio, el misterioso dueño detrás de esa empresa, no le importaba el estado de esa empresa.
Sin embargo, la cooperación con el Grupo Alonso de la misma ciudad fue solicitada por el misterioso presidente y se ofreció a reunirse personalmente con la presidenta Denis de la otra empresa.
Venancio era rico, guapo y misterioso. Un hombre así era sin duda un soltero muy atractivo para muchas mujeres.
Sin embargo, hizo una excepción para cooperar con el Grupo Alonso y propuso reunirse personalmente con la representante del Grupo Alonso.
La secretaria miró profundamente a Denis. A parte de que era la presidenta del Grupo Alonso, esa señorita Denis no era nada especial.
En términos de apariencia, en la compañía había muchas chicas más guapas que esa señorita Denis, y en términos de figura, ya no era ni necesario mencionarlo. Incluso ella misma era más hermosa que esa señorita Denis.
Los chismes decían que a ese misterioso presidente extranjero le gustaba buscar mujeres bellas, pero no se veía nada de “belleza” en esa señorita Denis.
Venancio observó cómo la esbelta figura entraba en el auto y cómo el auto se alejaba hasta desparecer del alcance de su vista.
-Presidente, ¿a quién va a elegir para hacer seguimiento a este proyecto?-
La secretaria silenciosamente dio un paso hacia adelante, parecía que no había nada de malo en ello. Sin embargo, en los rasgos faciales hermosos y profundos del hombre había un par de ojos que parecían mostrar una leve sonrisa. Bajó la mirada para ojear la secretaria que estaba a su lado, y esos ojos parecían haber captado todas las intenciones.
-¿El deber de una secretaria también incluye seducir al presidente?- Venancio la miró con una sonrisa.
Se tensó la sonrisa en el delicado rostro de esta última, -No sé de qué está hablando, presidente.-
Habló con rigidez y pronunció una frase.
Una mano se estiró de repente, entonces con un solo dedo empujó suavemente a cierta secretaria que casi se le pegaba encima, luego levantó la cabeza y sonrió, -¿Ahora lo sabes?-
Dicho eso, ya no estaba interesado en escuchar la explicación de esa mujer rara. Realmente era algo aburrido. Había visto muchas estrategias de seducción, por eso no quería ver a esa mujer rara haciéndose la coqueta delante de él.
Dio la vuelta firmemente y se fue a grandes zancadas.
Antes de marcharse no se olvidó burlarse de ella, -Ah, por cierto, ¿nadie te ha dicho que el olor de perfume que llevas no te pega nada?-
-Por favor, intenta no usar imitaciones la próxima vez.-
La cara de la secretaria se puso pálida, y dio unos pisotones en el suelo. Como había visto que ese misterioso presidente rico y guapo se interesaba en Denis del Grupo Alonso, pensó que, si una mujer tan poco atractiva como esa podría captar el interés del presidente, ¿por qué ella no podría?
¡De repente entró en pánico sin razón!
-Joaquín, sal, ¿qué ha pasado?-
Ella lo buscó nerviosamente, su rostro palideció del terror que sentía por la sangre que había por todo el suelo.
Gritó tres veces seguidos, pero no hubo respuesta.
-Joaquín, ¿dónde estás? ¿Estás aquí?-
Como había perdido un poco la cabeza porque estaba muy ansiosa, no se le ocurrió entrar más adentro.
Entonces una voz baja vino desde la parte inferior del fregadero de la cocina, -Hermanita, yo...-
Volvió la cabeza abruptamente, siguió la voz para ver que tras el fregadero de la cocina había una figura saliendo, luciendo como si hubiera hecho algo mal.
Rápidamente miró de arriba abajo al hombre y no vio ninguna herida.
Vislumbró el suelo hecho un caos, los cuencos y los palillos rotos y el agua que fluía por todo el suelo. De repente, la ira volvió a surgir.
Al principio sintió ira y luego una preocupación ansiosa por saber si el hombre estaba herido. Al final, el suelo seguía hecho un desastre, pero como esa persona no resultó herida, su ira volvió.
Para ese pequeño episodio, Denis no se paró a pensar por qué lo trató de esa manera. Incluso si había roto los cuencos y había hecho que su casa se inundara, era posible que no se pusiera tan enojada si fuera otra persona quien lo hiciera, pero se había puesto muy enojada con ese hombre.
En sus últimos años, Denis soñó con esa escena en una siesta. En ese momento pasó una tarde pensando el porqué.
Más tarde lo descubrió.
Era por el resentimiento, era por él.
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