Valentín apretó los dientes y miró a Denis, -¡No te preocupes! ¡Lo haré!- dijo, -Viviré muy bien.- se burló, -¡Pero no te arrepientas!-
Denis observó en silencio la espalda que dejó la persona que se fue decisivamente, hasta que desapreció de su vista. Había estado aguantando con toda la fuerza y miró a las personas que la rodeaban, -Está bien, volved a vuestros puestos.-
Las personas se dispersaron todos a la vez.
Se dio la vuelta y vio que la secretaria con la mano quemada estaba agachada en el suelo para recoger los cristales.
-No lo recojas, te dejo medio día libre, ve al hospital a vendar tu mano quemada. Llama a la señora de la limpieza para que venga...- dijo Denis, pensándolo bien, -Olvídalo, no le digas nada a la señora de la limpieza. Ve al hospital.-
La secretaria miró a Denis agradecida y dijo enérgicamente, -Gracias, presidenta Denis, muchas gracias.-
La rigidez en el rostro de Denis se suavizó, -Ve, ten cuidado en el camino, no te apresures, si el departamento de personal te pregunta, solo di que te he dejado ir.-
La secretaria se giró y dijo, -Presidenta Denis, eres una persona muy agradable, no eres como decían otros.-
Después de que sus palabras cayeron, se tapó la boca con arrepentimientos en la cara. Tales palabras podían hacerle sentir a la jefa que ellos estaban chismorreando a su espalda, y miró cuidadosamente a Denis. Pero descubrió que ella parecía no haber oído lo que dijo, su jefa solo sonrió y la hizo un gesto con la mano, -Ya te puedes ir.-
-¡Sí!- tan pronto como se relajó, su rostro ingenuo se llenó de una ligera sonrisa, -Gracias Denis.- incluso al hablar se le notaba más alegre y viva.
La mirada de Denis recorrió ese rostro joven, sus ojos tenía la tolerancia de una persona mayor.
En ese momento, de repente sintió que había envejecido en tantos años de enredos.
Los alrededores estaban tranquilos y los pasillos vacíos. De un vistazo, no podía ver ni una figura de persona. El cansancio se apoderó de nuevo de ella, pero no podía relajarse, todavía tenía un invitado ahora en la oficina.
-Señor Venancio, lamento mucho dejarle ver una escena así.- dijo en tono de disculpa, pero estaba distanciada.
Al oírla, en la mirada de este se notaba un poco de decepción. ¿Todavía no podía acercarse a ella?
Volvió a mirar a la mujer que estaba frente a él, quien le trataba con una actitud educada pero distante. Tenía en el rostro una sonrisa perfecta, un aspecto amable, pero en realidad daba una leve sensación de distanciamiento. Echaba de menos a la Denis de tres años antes.
-En cuanto a completar sobre la cooperación, la opinión del Grupo Alonso que te acababa de decir, Puedes considerarla bien, señor Venancio. La cooperación después de lo completado duplicará los beneficios tanto para tu parte como para mí.-
En los ojos de Venancio cada vez había más decepción. No quería escuchar de este trabajo rancio. ¿No podrían solo charlar y hablar el uno del otro?
-El que acababa de entrar, ¿es el hijo mayor de familia Alonso?- Obvio que era el hijo mayor de la familia Alonso. Ya había mencionado su identidad antes. Lo que Venancio quería decir era, -Sobre Valentín, ¿ se dice que sufre la leucemia?-
Aunque le estaba preguntando a Denis, su tono era una afirmación.
En el círculo de la ciudad S, ¿quién no sabía los grandes cambios que se habían producido en la familia Alonso en estos días?
Incluido la noticia de que Valentín padecía una enfermedad incurable.
También se incluía el cambio de propiedad del Grupo Alonso.
Denis no siguió la conversación, bajó la mirada en silencio y solo le escuchó con atención.
Venancio notó su reacción, y las comisuras de su boca mostraron una amargura. Ella era realmente inteligente.
El hecho de no responder era un rechazo a la conversación sobre este tema.
-Denis.- de repente extendió la mano y sostuvo la palma de Denis, -Denis, no importa lo que diga, confío en ti.- Venancio manifestó su postura con extrema solemnidad.
Denis no se separó inmediatamente de su palma, miró hacia abajo, su mirada se movió centímetro a centímetro y se detuvo en la palma que la sostenía, estaba tan en silencio que incluso podía oír la respiración.
Era como si realmente hubiera algo que ya no podía alcanzar.
Soltó su mano abruptamente.
Su rostro era rígido, -Pensaré seriamente sobre el plan que la presidenta Denis propuso, todavía tengo algo que hacer hoy, con permiso.- sin esperar la respuesta de Denis, levantó el pie y se fue en grandes zancadas.
Caminó rápido y ansiosamente, como si estuviera huyendo.
Denis vio salir a esa figura y miró hacia abajo, la palma que ya estaba enrojecida y la temperatura de ese hombre todavía la sentía la mano. Luego levantó la cabeza, al final del pasillo ya no había nadie.
De repente las comisuras de sus labios sonrieron levemente, -Gracias por tu confianza.-
Solo que ya no lo necesitaba.
Se dio la vuelta, se dirigió hacia la dirección por donde se había ido Venancio, caminó lentamente, como si dejara una huella del pie profundo y otro no tanto.
Allí era el baño de esta planta.
Entró al baño lentamente, y se dirigió al final del baño, abrió suavemente la puerta y sacó el trapeador, el cubo de fregona y la escoba.
Cada persona se dedicaba a su especialidad; hacía tres años, ella era la limpiadora.
Recogiendo las herramientas de limpieza, lentamente fue a llenar el cubo con agua. Cogió el cubo, con un paño de lino en el brazo, una escoba y un trapeador en la otra mano. Salió del baño y poco a poco fue avanzando por este pasillo silencioso.
Caminaba lentamente sin tener prisa.
Hasta la puerta de su oficina, dejó el cubo, se agachó. Empezó a limpiar lentamente y hábilmente los cristales rotos y las manchas de agua en el suelo.
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