Amante peligroso romance Capítulo 306

Denis sintió como si algo le presionara, así que extendió la mano y lo empujó, pero no se apartó.

Ella se despertó con una “gran sorpresa”.

-¿Quién te ha dado el permiso de meterse debajo de mi edredón?-

Denis se quedó enojada, extendió la mano y empujó fuertemente al hombre que estaba a su lado. El hombre no lo esperaba y fue empujado a un lado, -Denisita, buenos días.-

Denis miró los ojos somnolientos del hombre y se indignó más aún, -Joaquín, dije que no podías acercarme, ¿quién te ha dado el permiso de dormir con mi edredón?-

El hombre se levantó apresuradamente preso del pánico, -No lo sé, Denisita, no te enfades.-

Se levantó con demasiada prisa y volvió a caer sobre Denis.

De repente los ojos de Denis se agrandaron y sintió claramente que algo caliente estaba pegado a su cuerpo, un segundo, dos segundos, tres segundos...

¡No!

-¡Joaquín!- Denis empujó al hombre y los edredones se cayeron en el suelo, -¡Tú...!- ella con ojos llenos de ira miraba la zona hinchada de la entrepierna de Joaquín, -Tú...-

-Denisita, me siento mal.- dijo el hombre con el rostro sonrojado.

Denis miró la apariencia inocente del hombre y de repente le entró la ira.

Con el rostro lleno de frialdad, se levantó de la cama sin decir una palabra, y sin mirar al hombre a su espalda, se fue sola al baño.

Mientras caminaba se regañaba a sí misma pensando que ella estaba mal de la cabeza, cómo podía dejar que Joaquín durmiera en la cama.

Recordando ese tacto caliente y familiar, ella se puso las manos sobre el cuerpo y se las frotaba ferozmente.

Después de lavarse, regresó de nuevo al dormitorio.

Levantó la cabeza y dijo, -¿Por qué sigues aquí?-

El hombre abrió los ojos, se apoyó contra la pared impotente y jadeó levemente, -Tengo mucho calor, Denisita, no me encuentro bien.-

Denis apretó su puño de repente, por supuesto que ella sabía dónde no se encontraba bien él, y por supuesto que sabía lo que estaba pasando.

Anoche, trató a este hombre como a un niño y lo dejó dormir a su lado sin precauciones. Cuanto más pensaba Denis en ello, más se enfadaba.

-Vete al baño.- dijo con frialdad.

Como era de esperar, el hombre asintió con la cabeza y se fue al baño.

Denis dejó de pensar sobre esto.

Pasó un cuarto de hora, pero el hombre no salió del baño.

Denis estaba un poco impaciente mientras le esperaba en salón, al final se le acabó la paciencia y se dirigió al baño.

Llamó a la puerta, -Oye, ¿has terminado?-

No le respondió.

Ella frunció el ceño levemente, -¿Joaquín, me oyes?-

Pero no se oyó ningún ruido dentro del baño.

Al segundo siguiente, se oyó un sonido fuerte. Los párpados de Denis temblaron y ella gritó, -Joaquín.- Sin pensarlo, abrió la puerta y entró corriendo.

-Tú...- se quedó atónita y gritó, -¡Qué estás haciendo!-

El hombre se cayó al suelo, y la alcachofa de la ducha estaba encima de su cabeza con un chorro de agua que salpicaba hacia fuera. Ella caminó hacia delante y extendió la mano, era agua fría como se esperaba.

-¡Qué estás haciendo! Acaba de llegar la corriente fría y hace mucho frío, ¿te estás maltratando a ti mismo a la primera hora de la mañana?-

Ella estaba muy enojada, y cerró la válvula de agua de la ducha, -¿Qué quieres hacer? ¿Ponerte enfermo otra vez? ¡Joaquín! Yo ya estoy muy, muy, muy cansada, estoy hecho polvo, ¡deja de montar líos!-

Denis nunca se quejó del cansancio que se había acumulado durante tanto tiempo, del trabajo ajetreado, de los líos inmanejables, y de cuidar a un paciente con pérdida total de memoria después del trabajo cada día. Denis nunca se quejó de esta fatiga infinita.

Pero en ese momento, al ver a este hombre que se estaba maltratando a sí mismo con agua fría a la primera hora de la mañana, todas sus emociones acumuladas en estos días de repente estallaron.

-Suéltame.- dijo Denis después de un rato, se movió suavemente, pero apartó al hombre y se alejó del cálido abrazo de Joaquín, -No duches con agua fría.-

Como si no pasara nada, le aconsejó al hombre como si tratara a un niño.

Denis bajó su mirada, solo ella sabía que todavía tenía cosas pendientes que hacer.

Ésta era la razón por la que no podía colapsarse mentalmente.

-No lo he hecho con intención. Solo que estoy muy caliente, y me siento incómodo.- dijo el hombre nervioso.

Denis se quedó atónita, no había pensado en ello absoluto. Ella se quedó perpleja mirando al hombre por un rato. Entonces, ¿él no sabía cómo aliviar sus deseos sexuales?¿Se desapareció junto con los recuerdos del pasado?

Ella bajó su cabeza y miró a la parte íntima del hombre con el rabillo de sus ojos, que seguía en una postura erecta, y su pantalones del pijama estaban mojados por el agua de ducha y estaba pegado a su cuerpo en ese momento, y la forma de su pene era notable.

Al levantar la mirada, Denis vio que el rostro del hombre estaba sonrojado, y sus ojos estaban húmedos, y parecía estar sufriendo una dolorosa tortura.

-Tú... espera.- Denis salió corriendo y cogió el teléfono de la mesita de noche y llamó a Telmo, pero no sabía cómo explicarle esto.

-Denis, si no quieres dormir, no vengas a molestarme tan temprano.- al otro lado del teléfono, Telmo lo dijo enojado, -¿Cuál es este asunto urgente?-

-Es que…- las palabras estaban a punta de su lengua pero se detuvieron abruptamente, y Denis se dio cuenta de que no sabía cómo contarle esto a Telmo, y este último en el otro lado del teléfono ya le había instado con impaciencia, -Si tienes algo que decir, dilo.-

-Nada.-

Y colgó el teléfono.

Se dio la vuelta y se volvió al baño, donde el hombre todavía tenía los ojos húmedos y miraba a Denis.

Denis apretó los dientes con fuerza y se acercó, rápidamente extendió la mano hacia abajo y agarró su pene.

-Em.- el hombre inmediatamente gimió cómodamente.

Pero Denis se puso sonrojada como un tomate, e inmediatamente lo soltó, -Bueno, ya sabes cómo hacerlo. En el futuro cuando te sientas incómodo, pudes hacer lo que te he enseñado, hazlo tú mismo ahora.-

Después de decir esto, con el rostro lleno de frialdad, se salió corriendo del baño, pero sus orejas estaban sonrojadas.

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