Durante la comida, la persona que estaba comiendo permanecía en silencio y en cuanto a la persona que la estaba mirando, en sus ojos solo se encontraba la figura de ella.
La mujer no levantó su cabeza y seguía comiendo, y el hombre de frente, con las manos en la barbilla, la contemplaba en silencio.
Aquellos que no conocían la historia de ellos, pensarían que ellos eran una buena pareja.
La noche estaba tranquila.
El pronóstico del tiempo advirtió de que se acercaba la corriente fría, y la temperatura bajó repentinamente durante esta noche.
Denis oyó susurro, se despertó en silencio y lo escuchaba con atención, y se dio cuenta de que el susurro provenía de debajo de la cama.
Se levantó ligeramente para estar sentada y miró debajo de la cama.
Ella siempre pensaba que Joaquín tenía un hábito raro, ya que el sofá del salón siempre era mejor que el suelo del dormitorio de ella, pero a este hombre le prefería dormir en el suelo de su dormitorio en lugar de dormir en el sofá del salón.
Mirando debajo de la cama, los dientes del hombre estaban temblando, se abrazaba su cuerpo y todo su cuerpo estaba encogido.
-¿Estás despierto?- se sonó la voz tranquila de la mujer en la oscuridad.
Hubo un silencio en el dormitorio y no le respondió.
-Fingir dormir, no se hace así.- dijo a la ligera.
Después de un buen rato, el hombre que estaba en el suelo se dio la vuelta, abrió los ojos avergonzado y se quedó mirando a Denis.
Era normal que la mujer no vio la expresión avergonzada del hombre en la habitación llena de oscuridad.
-Denisita.- el hombre la llamó en voz baja para mostrarle que estaba despierto.
En la cama, la mujer se movió y dijo, -Tengo los pies fríos.-
Denis dijo algo completamente diferente, y el hombre en el suelo al escucharle decir esto, inmediatamente se levantó del suelo, -¿Tienes frío? Te ayudo a calentar los pies y así ya no los tendrás fríos.-
Denis no tenía que pensarlo, sus pies fríos parecían estar puestos en el radiador. A pesar de que ella ya estaba acostumbrada a tener los pies fríos, en ese momento se sintió tan cómoda que sus cejas se aflojaron.
-Recientemente... ¿te has acordado de algo?-
Preguntó Denis como si estuviera charlando.
La persona que estaba al pie de la cama, por un lado estaba calentando los pies de Denis y por otro lado estaba presionando suavemente los distintos puntos de los pies de la mujer.
Al escuchar esto, el hombre dijo con indiferencia, -Denisita, estás muy rara, y el tío Telmo también está raro, siempre me preguntáis si recuerdo algo. ¿Yo me olvidé de algo?-
En la noche oscura, con la luz de farola fuera, los ojos negros de Joaquín brillaron por un momento. Denis abrió la boca... Pero no sabía qué decirle.
¿Qué se olvidó?
-Denisita, siempre me preguntas qué es lo que me acuerdo. ¿Qué es lo que debería recordar?
Si yo realmente me olvidé de algo, y Denisita lo sabe, me lo puedes decir.-
Debajo del edredón, las mano de la mujer se apretaron, después de un buen rato, ella preguntó, -¿Por qué esa noche me protegiste de los golpes de palos?-
Denis siempre quiso preguntarle sobre esto, pero no se lo había preguntado... Sus ojos parpadearon levemente.
-Te dolía mucho, ¿no? Y temes más al dolor, ¿verdad?-
Denis lo dijo con suavidad y muy tranquilamente, después de decir estas palabras, se apretó los labios.
-Sí, temo mucho al dolor.
Pero yo no quería que le hiciera daño a ti, a Denisita.
Esa noche, cuando vi que la gente te pegaba, no sabía por qué me dolía tanto el corazón, me dolía tanto que quise abrazarte con fuerza y esconderte. Me sentía más incómodo en el corazón cuando te dolía a ti.-
Los hombros de Denis se tensaron.
La luz del exterior entró por la ventana y los ojos de ellos ya se adaptaron a la oscuridad.
Ella, vacilante, de repente bajó su mirada y dijo, -Vete a dormir.-
-Vale.-
-He dicho que esta noche hacemos una excepción, puedes dormir en la cama.-
-¿Qué?-
Denis se puso enfadada, y el hombre seguía atónito, -Deja de decir qué. La temperatura ha bajado repentinamente en la noche, si vuelves a tener fiebre, Telmo y los demás me culparán. No quiero cuidarte más.-
Mientras decía eso, Denis se iba al borde de la cama y señaló hacia un lado, -Duerme en la cama.-
El hombre de repente se puso feliz, y sonriendo se acercaba gateando y se tiró de un salto al lado de la cama.
-Duerme aquí, sube tu edredón.- dijo Denis, -Tú duermes con tu edredón y, sin mi permiso, no puedes tener contacto físico conmigo.-
El hombre ya había cogido felizmente su edredón y se subió de nuevo a la cama.
La mujer sintió que el colchón de su lado se hundió... Se mordió los labios y estaba un poco vacilante.
No iba a pasar nada.
Él solo era como un niño.
De repente se burló de sí misma por sospechar demasiado y pensar demasiado.
No había que tener cuidado con un niño.
-Duerme.-
Se encogió hacia un lado, se durmió de lado dejando más espacio.
Junto a ella, el hombre se acostó, también se volteó de lado en la cama, pero se volvió hacia ella, mirando la espalda de la mujer a su lado y pensando que Denisita era muy amable.
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