La idea se le cruzó en la mente y ella misma la negó. Cuando la persona aceptó su solicitud de mudarse de la Mansión García, ella había valorado las excelentes medidas de seguridad de este edificio.
Pero fuera de la puerta... ¿Sería algún gato, perro o niño?
La puerta se abrió.
Al verlo, ¡ella se sorprendió!
¡Antes de eso, nunca había pensado que fuera él!
Hubo un latido repentino.
Ella lo miró así durante unos cinco minutos y el otro la miró directamente. La mirada de Denis parecía extremadamente tranquila. Pero solo parecía.
Bajo esa tranquilidad, ella estaba guerreando en su mente.
Hasta que vio la súplica de Joaquín, no pudo contener su calma y su corazón de repente se ablandó.
Se dio la vuelta y entró a la casa sin decir nada.
La puerta seguía abierta.
Ella caminó lentamente hacia delante, no vio si la persona que estaba detrás suya entró, trajo una bata de baño y una toalla del dormitorio. Cuando salió, no había nadie en la sala. Levantó la mirada y vio la puerta abierta. El hombre se quedó en la puerta, mirando la habitación, su vista estaba pegada a su cuerpo ardientemente.
Ella caminó hacia la puerta en silencio, metió la bata de baño y la toalla en la mano del hombre.
Se giró nuevamente.
Cuando se dio la vuelta, vio claramente una luz resplandor y caliente que estalló en el fondo de sus ojos cuando cogió los artículos de baño que le había entregado.
-¡Denisita, eres muy buena persona!-
De repente, sonó la voz de Joaquín detrás de ella.
Ella se detuvo por un instante en la puerta del dormitorio e hizo puños con las manos en el silencio.
Se agachó la cabeza, entró y no hizo más caso a los ruidos del exterior.
Cuando cerró la puerta, parecía que se le había caído la máscara por la que ocultaba sus debilidades y se apoyó sin fuerzas en la puerta.
Joaquín, qué podía... ¡Qué podía hacer con él!
Denis no preguntó a Joaquín ni una vez por qué había aparecido en la puerta de su casa y por qué había vuelto.
¡Ni siquiera una vez!
El teléfono estaba sostenido en la palma de su mano y a un lado sonaba en el baño cómo caían las gotas de agua de la ducha, tal vez fuera el ruido de la lluvia del exterior.
Denis tenía muy claro, que Telmo vendría a recoger a Joaquín, al recibir su llamada.
De esa forma, no tenía que enfrentarse más a las emociones complicadas, que hacía su corazón un caos.
Tampoco, necesitaba tener tanta repugnancia a sí misma.
Ella lo tenía demasiado claro. Todo se iba a solucionar con una simple llamada telefónica.
En la palma, inconscientemente, casi rompía el teléfono por su agarre. Una capa de sudor húmedo hizo que la palma y el teléfono se pegaran.
La mujer cerró los ojos con fuerza. En este momento, nadie sabía lo que ella estaba pensando.
Poco a poco pasó el tiempo, esos ojos claros se abrieron de manera impredecible, pisó descalza el suelo y caminó hacia la ventana. Cuando pasó junto a delante de la cama de matrimonio, soltó el teléfono de su palma, que tras haber volado en el aire, se cayó quieto sobre el colchón.
La pantalla del teléfono seguía encendida, mostraba el menú de llamadas y la parte superior muestra una llamada que pertenecía a “Telmo——”, sonó tres segundos.
Al abrir la ventana, el viento y la lluvia ya no golpeaban sobre el cristal de la ventana, sino que las gotas de lluvia irregulares golpearon dentro de la casa, también cayeron sobre su rostro y hombro.
Esta tormenta realmente no venía en buen momento. Susurró en voz baja.
Se quedó muy pensativa observando el viento y la lluvia delante de la ventana, incluso el sonido de la lluvia al caer, y sin darse cuenta, hizo que desapareciese el sonido de goteos en la ducha.
Sin saber cuánto tiempo había pasado, un leve ruido a su espalda la despertó. Instintivamente, giro la cabeza y se sorprendió un poco. La puerta ya estaba abierta y una sombra oscura estaba en la puerta.
No sabía si era su imaginación, sentía que el hombre parecía haber estado parado allí durante mucho tiempo.
En ese momento, parecían una pareja que sufrían la picazón del séptimo año, que no tenían nada que decir entre ellos.
Y de hecho, no tenían nada que decir.
Se dio la vuelta, cogió su propia colcha y salió hacia fuera.
Al pasar por la puerta, una palma, tan ardiente como hierro fundido, cogió la suya.
-Denisita, ¿a dónde vas?- Joaquín preguntó ansioso en voz baja.
Pero en el momento en que ella escuchó esas palabras, casi no pudo contener su risa. ¡Qué sarcástico!
El hombre se asustó, agarró la colcha que tenía en la mano, la empujó a la habitación y cerró fuerte la puerta diciendo, -Yo duermo en el salón.-
Pasaron una noche silenciosa.
***
Después de leer la carta en silencio, ella tendió la mano a Julián, -¿Tienes mechero?-
-¿Para qué?- Julián preguntó, pero arrojó un mechero.
La llama saltó sobre el papel de carta y se encendió.
El rostro de Julián cambió, pero no dijo nada.
Miró profundamente a la mujer de enfrente, las llamas del fuego reflejaron luces y sombras extrañas en su rostro, lo cual fue un poco confuso.
-¿Y lo quemas así?- su voz grave sonó lentamente en la habitación silenciosa.
-¿Si no?- Denis preguntó.
Julián se quedó atónito. Sí, ¿si no qué más podría hacer?
-Cuando una mujer se vuelve despiadada...-
Todos entendían lo que quería decir.
La mujer de enfrente levantó lentamente la cabeza, -Era su idea quemarlo.- Denis seguía, -Y yo, estoy de acuerdo con él.-
Entonces, finalmente quemó la carta.
-En realidad es muy buena persona. Lo crea o no, nunca había visto que se preocupara tanto por alguien.-
-Te creo.- Denis contestó indiferentemente.
Julián no esperaba que respondiera así de directa, miró fijamente a Denis y al cabo de un buen rato retiró la mirada, -He cumplido con mi fidelidad y me retiro.-
-Te acompaño.-
La llegada de Julián fue muy corta, su estancia no superó ni diez minutos, pero consiguió acabar con lo que tenían pendiente.
Su llegada fue como una piedrecita tirada a un lago tranquilo, generó ondas leves que desaparecieron rápidamente sin dejar rastro.
Después de que Denis regresó a su escritorio, el papel de carta en el suelo se había convertido en cenizas volantes.
Llamó a la recepción, -Necesito que venga la señora de limpieza.-
Sin embargo, mirando el polvo del suelo, se quedó atónita por mucho tiempo.
“Venancio, no soy tu reina. Solo soy un cadáver andante, que ha sido pudrido de adentro hacia afuera, que sigue vagando en este mundo.”
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