Amante peligroso romance Capítulo 321

No colgó el teléfono ni respondió a la llamada de la persona.

En silencio se levantó del sofá, recogió la mochila y caminó hacia el pasillo.

Pero se detuvo de repente, en la entrada se colocaron en línea dos pares de pantuflas.

Se quedó de pie como un roble, mirando fijamente a los dos pares de pantuflas de pareja durante mucho tiempo en silencio.

Parecía haber pasado mucho tiempo, la mujer finalmente se movió, se puso en cuclillas lentamente, cogió los dos pares de pantuflas, regresó al salón y los arrojó a la basura.

Se volvió hacia la barra de nuevo y tiró los vasos de pareja a la basura.

En el baño, fue tirando los cepillos de dientes, tazas, toallas y todos los objetos de pareja uno en uno.

La mujer se paró mirando enfrente de la basura llena y con los labios pálidos sonrió sarcásticamente.Ya todo tenía respuesta, no era de extrañar por qué estuviera fingiendo ser estúpido.

Vaya, ¿consiguió de esa forma ocupar su vida paso a paso?

No sabía desde cuándo, sin que ella se diera cuenta, cada vez aparecía más objetos de par en par en la casa.

Si no se hubiera ordenado ese día, tal vez nunca lo hubiera notado en toda su vida.

Se giró y salió de la puerta sin dudar.

Denis se quedó parada delante de una puerta blanca durante mucho tiempo, finalmente empujó la puerta para abrirla.

-Yo no como.- Valentín estaba tumbado en una cama del hospital, tenía un rostro demarcado. En esos días, vivía con ansiedad y su deseo de sobrevivir le hacía luchar contra la enfermedad.

Pero dolía, le dolía demasiado y a medida que pasaba el tiempo, se volvía cada vez más desesperado.

Luchaba contra la enfermedad y la desesperación, él quería seguir viviendo para disfrutar de sus banquetes y volver a los días despreocupados del pasado.

Su madre, Yanet, estaba triste todos los días y Valentín no quería ver a alguien llorar y suspirar todos los días a su lado. Cuando Yanet también cayó enferma, Valentín suspiró aliviado porque por fin podía dejar de oír suspiros.

Solo el mayordomo venía a llevarle la comida, porque Yanet le había contratado los mejores cuidadores para turna y cuidarle las veinticuatro horas del día.

Valentín ya estaba cansado de mirar las paredes blancas de la habitación, cuando estaba despierto miraba el paisaje que había fuera de la ventana y su mirada perdía vitalidad.

La puerta se abrió silenciosamente, él pensó inconscientemente que era el mayordomo que le trajo comida. Pero él había perdido el sentido del gusto después de hacer la quimioterapia y tomar los medicamentos, solo sentía amargura al comer.

Ya llegaba al punto de que, si no le causaba molestia el hambre, no quería ni abrir la boca.

Debido a la debilidad, no le apetecía ni hablar y menos todavía, girarse a ver quién abrió la puerta.

Valentín se reclinó en la cama y estaba mirando por la ventana hasta que una sombra oscura apareció delante de su cama.

Aunque estaba débil y no estaba dispuesto a hacer ningún esfuerzo, su cara flaca seguía mostrando levemente que estaba algo harto.

Sí, estaba harto y cansado de ver a la gente sana que le mostraba pena. Si pudiera elegir, preferiría tener un cuerpo sano, y luego sentir lástima por los demás con simpatía y compasión.

-Vete.- Valentín tenía el aliento débil y mostraba leve irritación, -Es cierto, que estoy enfermo.-

-¿Quieres presumir que el abuelo te tenía preferencia? Denis, el abuelo se murió y ya no tienes a quien tanto te mimaba.-

La mujer seguía ignorando sus palabras sarcásticas y continuó, -En ese momento, te envidiaba mucho, porque papá y mamá te amaban. Yo era muy pequeña en aquel entonces y no entendía nada. Solo pensaba que había hecho algo mal, y por eso, no les agradaba a papá y mamá.-

-Siempre intentaba hacer lo mejor posible, creía que, si lo hacía mejor que tú, papá y mamá se fijarían más en mí. En realidad, soy muy torpe. El abuelo me dijo que tú eres más inteligente que yo, pero no estaba convencida. Cuando tú estabas jugando, yo intentaba aprender cosas, aunque ni sabía para qué servía.-

-En ese momento, quería aprender todo lo que veía y ser la sobresaliente para que nuestros padres me amasen como a ti. Así fue como había pensado y había hecho. Pero más tarde, cuando mejoré y mejoré, descubrí que a mis padres les agradaba cada vez menos, y me di cuenta de que, de hecho. Mis padres no querían que fuera tan destacada.-

-No estaba convencida, tú eres hijo de papá y mamá, y yo también. No estaba convencida, así que estaba tan furiosa, que me puse más ocupada para aprender más cosas. Y me consolaba así, aunque mis padres no me querían, todavía tenía al abuelo. En ese momento, el abuelo era mi persona más importante.-

-Durante mucho tiempo, una de las cosas que hizo que mi vida tuviera sentido fue conseguir la afirmación del abuelo, eso me hizo sentir que era valiosa y amada por alguien en esa casa. Alguien me quería.-

-Hasta que una vez, me dijo el abuelo, que en realidad mi hermano era más inteligente y talentoso que yo. Y vi la esperanza que tenía sobre ti en los ojos del abuelo. Hasta tal entonces, supe que el abuelo no me quería más que a ti. Pero, ¿qué importa?, el abuelo me amaba, así era suficiente para mí.-

Valentín no se atrevía de un principio a creer lo que ella estaba contando y luego se quedó escuchando en silencio.

En la sala, solo quedaba la voz áspera femenina, contando su propia historia lentamente a su ritmo.

-Pero te odiaba aún más. Al principio, pensaba que me quitaste a papá y a mamá, luego por qué me quitaste también al abuelo. Yo solo tenía al abuelo.-

Parecía que una mujer no estaba contando su propia historia, sino más bien parecía un espectador, que contaba la historia de otra persona.

-¿Recuerdas cómo te hiciste esta cicatriz?- ella levantó los ojos y miró a la cicatriz marrón, acariciándola suavemente con su dedo índice.

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