No obstante, Jimena no hizo nada, en cambio, anduvo hasta la mesa del comedor y se sentó en mi puesto para decir dulcemente: -Aún no he desayunado-
-Preparad un desayuno para ella, poned el desayuno de la señora Julieta a mi lado-
Hector con mucha naturalidad ordenó a los sirvientes.
Una vez que terminó sus palabras, vi que Jimena tenía los puños bien apretados bajo la mesa, se le notaba mucho las venas por haber hecho fuerza.
Aunque no entendía la intención de Hector, igualmente bajé las escaleras y me senté a su lado viendo cómo los sirvientes me traían el desayuno.
Estaba sentada a su lado tomando mi desayuno sin hacer caso del resto.
El sirviente trajo otro desayuno muy pronto.
Jimena no lo tocó, pero dijo: -Julieta, Hector y yo hemos decidido perdonarte esta vez porque no queremos que los abuelos se sientan incómodos con el asunto-
-Bien-
Estaba comiendo mi desayuno pensando en la interrogación que hizo esa mañana por teléfono y me pareció gracioso.
Jimena no sabía de eso y añadió: -Por eso quiero que nos llevemos bien en el futuro, sin poner a Hector y a los ancianos de las dos familias en una situación incómoda, ¿vale?-
¿Ahora se quería hacer la buena?
Pero yo quería revelar su verdadera faceta.
-¿En serio? Pero, ¿por qué oí que alguien interrogó a mi marido esta mañana preguntando que por qué me había librado de la cárcel?- Terminé de hablar para girarme y mirar a Hector, levanté un poco las cejas para hacer una expresión de coqueteo: -¿No es así, cariño?-
Jimena puso una mala cara, miró a Hector, parecía estar esperando a que él le ayudara a arreglar esa mentira.
No obstante, Hector solo se preocupó por comer su desayuno.
Cuando tragó la comida que tenía en la boca, se limpió la boca y dijo: -Sí-
Me sorprendió que me ayudara.
Solo era una palabra, pero hizo que Jimena no pudiera contener más su buena actitud.
Bajó su cabeza para comer en silencio, cuando terminó su plato se fue.
Subí las escaleras en busca de mi móvil y recordé que Hector tiró mi bolso y móvil en el coche y seguían allí.
Después de comentárselo me dio las llaves del coche.
Cogí mi móvil, pero ya estaba apagado.
No le quedaba batería.
Cuando lo volví a encender vi un montón de mensajes y llamadas perdidas de Alicia y Yonatán del día anterior.
Regresé en seguida a mi habitación para devolver la llamada.
En realidad, cuando Hector me apresó ayer, Alicia lo vio. Sin embargo, cuando ella vino detrás de Hector, este ya había arrancado el coche.
Luego me llamó constantemente, también contactó a Yonatán.
Yonatán encontró el número de contacto de Hector, al principio llamó a Hector, pero este no cogía las llamadas.
Anoche inesperadamente Hector contactó por su parte a Yonatán para decir: -Julieta está bien. En el futuro ya no es necesario que intervengas en sus asuntos, yo me ocuparé de todo-
Aunque Yonatán no se sentía conforme con eso, pero le calmó el hecho de que me encontraba bien, así que no persistió en contactarme.
Dicho eso, Alicia con tono de cotilleo me preguntó: -¿Qué quiso decir esas palabras de Hector? ¿No se habrá dado cuenta de que se ha enamorado de ti después de casi perderte por siempre?-
-¿Que se ha enamorado de mí? Es imposible. Desde un principio me dijo que nunca en esta vida me iba a amar.- Burlé de mí misma.
-Pero esto de los sentimientos nunca se sabe-
Alicia parecía no creer en mis palabras.
Sujetando el móvil agité la cabeza para negar: -Simplemente me trata como sus pertenencias, incluso si no lo quiere, lo odia, no le gusta y nunca permitirá que no me controlen-
Después de escucharlo, Alicia pensó que lo que dije tenía razón y protestó: -¿Pero es rey o qué?-
Colgué el teléfono, y al dar la vuelta vi que Hector estaba de pie en la entrada de la habitación.
Me quedé sorprendida por un segundo, no sabía desde cuándo él estaba allí y pregunté: -Gerente Hector, ¿algún problema?-
Al escuchar ese apodo Hector frunció el ceño: -¿Gerente Hector? ¿Qué esposa llama así a su marido?-
Tomé un segundo para reaccionar y rápidamente me di cuenta de lo que había pasado.
Cambiado de ropa y sentado en el coche de Hector llegamos a la casa de Rayan Navarro.
Al entrar, lo primero que llamó mi atención no fue Rayan, sino la chica sentada a su lado que tenía un maquillaje ajustado a la ocasión y una postura de buena chica, Jimena.
Ella me vio, y en sus ojos no pudo esconder su arrogancia, pero aun así se levantó para saludarme: -Julieta, has venido-
Cuando Hector y yo entramos, la cara de Rayan se cambió de alegría a seriedad repentinamente, golpeó la mesa y dijo: -Si Jimena no me lo dijera, ¿¡cuántas cosas pretendes ocultarme!?-
-Abuelo, dijiste que ella era mi esposa y tengo el deber de cuidarla bien, y eso es justamente lo que estoy haciendo-
Hector estaba de pie un poco más delante de mí, no podía ver su expresión, pero estaba muy calmada escuchando lo que él decía.
Ya que estando en la familia Navarro, Hector siempre actuaba como si fuera un buen marido.
Un buen marido que me cuidaba muy bien.
Así que, en ese momento, su gesto de hablar para defenderme no me sorprendió mucho.
-¿Tu esposa? ¡Tu esposa! ¿¡Sabes cuántas maldades ha hecho!? ¿¡Aún le consideras tu esposa!? Escúchame bien, yo nunca reconoceré a esa malvada como el cónyuge de mi nieto-
Rayan estaba sentado en el sofá mirándome con los ojos llenos de odio.
Esa mirada lo había visto antes en la cárcel. Cuando el trabajador sobornado se quejaba de su familia desgraciada la policía también me miraba de esa manera.
-Abuelo, ¿cómo das por hecho que lo que dice Jimena es verdad?- Miré a Rayan, me sentí amargamente decepcionado de él.
Porque él me trataba realmente bien en el pasado.
-Solo confío en lo que dice la policía- dijo Rayan ya sin mirarme.
-Pero incluso la policía puede cometer errores- dije avanzando un paso.
Al escuchar eso, Jimena contenía las risas y dijo: -Julieta, las policías no pueden haber cometido errores, además, en este caso, ¿no se utilizó el detector de mentiras para preguntar al litigante? Así que si las policías fueran falibles, el detector nunca sería equivocado-
Sus palabras me hicieron recordar de repente algo.
Si el detector de mentiras nunca saliera mal…
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor desgarrado