Amor desgarrado romance Capítulo 83

Miré a Héctor con los ojos entrecerrados, luego sonreí levemente.

-Sí, no me llevaré nada-

En este momento, incluso me sentía un poco feliz en el profundo de mi corazón.

Estaba feliz de que Héctor finalmente dejó de actuar, así que no tenía que sentirme nostalgia.

Pero Héctor parecía estar un poco sorprendido por mi respuesta.

-Julieta, ¿estás de acuerdo?-

-Sí, ¿qué más quieres el Gerente Héctor? Si te gusta mi casa en La Ciudad Yiela Noº1, también te la doy-

Le miré, con un tono distante.

Héctor frunció el ceño profundamente y después dijo,

-No hace falta-

Cuando el personal redactó el acuerdo, Héctor añadió otra frase,

-Olvídalo, le daré el 20% de las acciones de Grupo Gran Navarro como de compensación-

Sus palabras me sorprendieron.

Pero me dio cuenta rápidamente de que este debería ser una nueva trampa de Héctor.

Me negué inmediatamente,

-No las quiero-

20% de las acciones del Grupo Gran Navarro… El valor era de al menos decenas de miles de millones.

Si aceptara tanto dinero, de verdad no podré liberarme de Héctor.

El personal me miró con cara de confusión, parecía ser la primera vez que veía a alguien rechazar dinero.

-¡Julieta, si te lo doy, tienes que aceptarlo, si no, no nos divorciaremos!-

El tono de Héctor era de mandante.

Le miré con una expresión divertida,

-¿En qué estás tramando gerente Héctor? ¿Por qué se apresura a darme el dinero?-

-Julieta..-

-No necesito la compensación del gerente Héctor. Con que el gerente Héctor se divorcie conmigo, estaré agradecida-

Hicimos los trámites del divorcio en la oficina VIP y solo había un miembro del personal que nos ayudaba a redactar el acuerdo de divorcio.

Nos miró sin palabras.

Sobre todo a mí, me miraba como si fuese loca.

Héctor insistió un rato, pero me negué repetidamente y, al final se cedió.

-Está bien. Entonces, como que deseas-

El personal redactó el acuerdo y nos lo volvió a mostrar.

No teníamos hijos y no quería el dinero de Héctor, así que, evidentemente, no tendré nada más que ver con él.

No había problema, firmé primero mi nombre detrás del apartado de la esposa con un bolígrafo.

Héctor cogió la pluma y me miró con ojos llenos de dudas.

No sé lo que quería decir pero tampoco lo quería saber.

Finalmente, Héctor dejó la pluma.

Cuando le vi escribir su nombre detrás del apartado del esposo, las comisuras de mi boca se engancharon ligeramente. Fingía que estaba tranquila, pero me dolía el corazón como si me hubieran pellizcado hasta la muerte.

Héctor terminó de firmar y se volvió para mirarme.

Me vio reír.

Los finos labios que estaban fruncidos se movieron hacia un lado. Sacó una sonrisa fría y dijo,

-Julieta, es como lo deseabas-

-Sí, como lo deseaba-

Dije con firmeza.

El personal confirmó el acuerdo. Lo dividió en dos y los colocó frente a él y yo, y luego nos quitó el certificado de matrimonio y lo reemplazó rápidamente con dos certificados de divorcio.

Cogí las cosas y salí con Héctor.

El pasillo de la Oficina de Asuntos Civiles tenía solo unos metros de distancia, pero esperaba a que sea más largo.

Nos encontramos con dos jóvenes que habían venido a solicitar el certificado de matrimonio, los dos estaban abrazados y muy felices.

Esto me recordaba la escena de cuando solicité el certificado de matrimonio con Héctor.

Tal vez la relación de los dos jóvenes era la que podía durar mucho. Lo nuestro no era nada más que un drama.

Finalmente llegamos a la puerta.

Pero no esperaba que fuera por la ayuda de Yonatán.

Rápidamente me disculpé y le dije a Diana repetidamente que nunca volvería a cometer errores.

Fui a varios sitios de construcción de los que era responsable para verificar la situación y, después de comunicarme con algunos clientes, corregí mi insatisfacción con ellos durante toda la noche.

Cuando volví a levantar los ojos, el cielo del exterior ya se volvió blanco.

Todavía estaba en la empresa, y cuando terminé de trabajar, me di cuenta de que tenía hambre y hacía casi 24 horas que no comía.

Salí a comprar un porridge de avena en el KFC de 24 horas y también me comí una hamburguesa.

A estas horas, obviamente no podré regresar a casa. Descansé un rato en el KFC y continué trabajando al día siguiente.

Debido a los primeros auxilios del día anterior, casi había terminado los trabajos antes de irme a casa. Recordé lo que me dijo Diana ayer y llamé a Yonatán para darle las gracias.

Pero Yonatán dijo,

-Lo has obtenido todo tú misma-

Colgué el teléfono, dudé un rato, pero decidí que era mejor no contarle sobre mi divorcio, por temor a que lo malinterpretara.

De hecho, no le vi desde hace mucho tiempo.

Aunque que esto me parecía lo correcto para que tenga más tiempo para relacionar con otras personas y, tal vez algún día pueda encontrar una novia.

El día siguiente era fin de semana y dormí 12 horas en casa.

Cuando planeaba dormir de nuevo, escuché el sonido de la puerta abrir, ¡lo que me hizo despertar de repente!

Me levanté de la cama y noté que el sonido de la puerta se paró y fue reemplazada por unos toques.

Héctor.

Ya había adivinado que era él.

Pero fingí y pregunté,

-¿Quién es?-

-Soy yo-

Héctor respondió.

Me apoyé en la puerta y le dije, -Gerente Héctor, ya estamos divorciados, ¿puedo preguntarle qué quiere hoy?-

No tenía la intención de dejarle entrar, ya que, acababa de ordenar mi estado de ánimo y no quería que me molestara de nuevo.

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