Amor desgarrado romance Capítulo 82

Dejé las cosas en la mano, me dirigí a la entrada del orfanato, saqué el teléfono que acababa de reparar y dudé antes de marcar el número de Hector.

Cuando respondió a la llamada, sólo dije tres palabras, -Retiro mi denuncia.-

Hubo un silencio al otro lado del teléfono, y oí la voz de Hector, que dijo, -De acuerdo.-

-Sin embargo, tengo dos condiciones.-

-Dímelas.-

-Primera, ninguna acción más contra el orfanato y AG Diseño.-

-Bien.-

-Segunda, divórciame.-

Ya me había dado cuenta de que, aunque amaba a Hector, él sólo le quería a Jimena.

Entonces yo debería dejar de pensar esas fantasías irreales.

Nunca me amó en absoluto. Amaba a Jimena desde el principio hasta el final.

Me di cuenta de la realidad y dejé de pensarlo.

Pensé que Hector diría que sí rápidamente, pero la llamada se quedó en silencio.

Luego el hombre dijo, -No a la segunda.-

Me quedé un poco sorprendida, y después de calmarme, dije, -Dos condiciones. En este momento, el Señor Hector debe seguir considerando si salvar a su amante o seguir tomando represalias contra mí y torturarme.-

-En este momento, ¿aún crees que te estoy torturando?-

Al otro lado del teléfono, la voz de Hector estaba un poco ronca.

Me quedé en blanco por un momento.

Sí, si todo no ocurriera, ¿cómo podría estar torturándome?

Era obvio que me quería sinceramente.

Sólo que en este momento ya no estaba confundida, cerré mis ojos y respondí, -No me amas, no me tratas bien, luego me amenazas cuando ayudas a la persona que amas, me haces caer en el sueño que has montado y luego lo destrozas con tus propias manos, eso es una tortura.-

Me dolía mucho el corazón mientras hablaba.

Prefería estar en este sueño sin despertarme.

Pero la realidad era demasiada dura.

El teléfono se colgó justo cuando pensé que iba a decir algo.

Antes de que pudiera irme, el director me acercó y dijo que había un cambio de horario, que tal vez no tuviéramos que movernos y que debíamos esperar.

Detrás de mí se escuchaba el sonido de las alegres risas de los niños, y giré la cabeza, viéndolos felices, pero estaba un poco perdida en mis pensamientos.

Esa noche llegué a casa y Hector ya estaba en casa esperándome.

Le miré, estaba un poco descontento, -Señor Hector, me temo que es un poco impropio que entre en la casa de alguien sin permiso.-

Hector se levantó, me abrazó y dijo con voz suave, -No te divorcies, no quiero divorciarme de ti.-

Su tono era muy suave.

Los brazos que me sujetaban eran claramente fuertes, pero parecían tener miedo de hacerme daño y no se atrevían a empujar.

Mi corazón se paró por un momento.

No pude desengancharme de su brazo, sólo pude mantenerme erguido y decir, -Señor Hector, no se lo ponga difícil a si mismo, abrazando a alguien a quien no quieres y hablando en este tono, ¿no tienes vergüenza?-

-Julieta...-

-Señor Hector, por favor, llámeme Señora Julieta. No puedo soportarlo si estás tan cariñoso.-

Dije con frialdad, intentando de evitar que me destrozara delante de él.

Hector bajó la cabeza, me miró y dijo, -Julieta, en serio. Mientras la dejes en paz esta vez, en el futuro, eres la única en mi mundo, esta es la última vez.-

Tan tentador.

Abrí la boca y estuve a punto de decir que sí, pero ya estaba demasiada sobria.

Enganché mis labios y sonreí fríamente, -Señor Hector, creo que esta dedicatoria suya es realmente un poco conmovedora. Pero es una pena que ya esté despierta, eres el que me despertó con una bofetada, me molesta tanto ahora, no puedo dormir aunque vuelvas a tejer hermosos sueños.-

-Julieta.-

-Señor Hector, ya sabías que Jimena tomaría su revancha contra de mí, sabías que cometería errores una y otra vez, temías que los errores fueran demasiado grandes y que no pudieras ayudarla. Te quedaste a mi lado y me trataste bien. ¿No estás esperando este momento? Usar mis sentimientos por ti para que me rinda.-

Mi rasgo era indiferente, decidí después de todo.

Normalmente, siempre era tan perfecto y arrogante.

Le acerqué y Hector habló primero, -¿Es realmente necesario? ¿Quieres repensarlo?-

Su tono era un poco suplicante y pensé que no había escuchado bien.

-Divórciame y el Señor Hector no te involucres en el odio del que no puedes pasarlo, es mejor dar la bienvenida a una nueva vida lo antes posible.-

Pretendí que no me importaba nada.

Hector me miró fijamente, con las cejas ligeramente fruncidas, -Julieta, ¿no te queda ningún amor por mí?-

-¿Me queda con qué?- Levanté mi cabeza, encontré con los ojos oscuros del hombre y le dije con indiferencia, -¿Con lo que estabas en un triángulo amoroso, o con lo que el Señor Hector me utilizaste?-

-¿Utilizarte? ¿Cuándo te he utilizado?-

-Señor Hector, ¿no tienes vergüenza cuando dices eso? ¿Por qué nos divorciamos, no fue porque querías usar mis sentimientos por ti para retirar el caso contra Jimena?-

-Julieta...-

Vi la mirada de Hector era triste.

Incluso dolorido.

Era como si no pudiera soltarme.

-Señor Hector, vamos.-

“No finjas.”.yo pensé.

O volvería a tomármelo en serio.

Estaba delante de él, sin escuchar el sonido de los zapatos del hombre durante mucho tiempo.

Giró mi cabeza, vi que Hector se quedó en la puerta, con el mismo rasgo de antes.

En ese momento dudé sobre todo.

Pero recordé todas las memorias anteriores una y otra vez para mantenerme sobria.

Hector me miró y finalmente empecé a caminar hacia mí.

Estábamos en la oficina del divorcio, y cuando el funcionario nos preguntó sobre el método de distribución de la propiedad, escuché que Hector dijo, -A ella no se queda nada.-

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