Escuché a Héctor presionar el botón del ascensor de nuevo, y pronto apareció la puerta del ascensor.
Entró en el ascensor.
Cuando la puerta del ascensor estuvo cerrada por un rato, me aseguré de que se fue, y me di la vuelta para disculparme con Martín detrás de él,
- Martín, lo siento, se enojó contigo por mi culpa.-
-No pasa nada.-
Martín dijo.
Levanté la cabeza para mirarle y el hombre me miraba a través de la lente transparente con su mirada gentil.
Pareció ver las lágrimas en el rabillo de mis ojos, y su voz se suavizó,
-Héctor realmente se preocupa por ti, por eso está tan triste. Al menos he estado en la casa de la familia Navarro durante tantos años y nunca lo he visto tratar a alguien así.-
-Qué va.-
Negué con la cabeza con una sonrisa irónica.
-Durante su infancia en la familia Navarro, podrá obtener todo lo que quiere. Nadie se negará y nadie le desobedecerá.-
-No es solo él, sino que toda la familia Navarro son así. Después de todo, nacieron en ese tipo de familia...-
Dijo Martín, bajando levemente las pestañas.
Podía ver la pérdida en sus ojos.
Quería consolarlo, así que le dije,
-Martín, no estés triste. Como tú, yo tampoco crecí en la familia Sandoval. Más tarde, cuando fui a la universidad, ingresé a la misma con Jimena. Como tenemos la misma apariencia, me prestaron atención y al final supe que no yo no era sola...-
Balbuceé algo sobre mí.
Martín me escuchó muy seriamente y al final dijo,
-Gracias por contarme tus asuntos personales. Si Héctor no te aprecia, será su pérdida.-
Era tarde y, Martín y yo nos volvemos a casa.
Ese día volví a perder el sueño.
Al día siguiente, me puse a trabajar con ojos de panda. Cuando entré a la oficina, vi a mis compañeros que estaban formados en un círculo, cotilleando sobre algo.
No lo quería escuchar, así que fui a mi asiento.
Pero después de que me senté, todos me miraron.
Sentí que me miraban. Intercambiaron miradas y de repente uno de ellos me preguntó,
-Julieta, ¿tienes hermanas?-
-Yo...-
Subconscientemente quería negarlo, pero después de dudar, dije,
-Sí.-
Cuando los colegas escucharon esto, sus ojos se iluminaron y continuaron preguntándome,
-¿Entonces tu hermana se va a casar con el gerente del Grupo Gran Navarro, Héctor?-
Mi corazón se apretó, pero asentí con la cabeza fingiendo ser indiferente.
Todos dijeron,
-Vaya Julieta. No se nota, eres una rica de segunda generación.-
-Así es, ¿te convertirás en la cuñada de Héctor?-
-En ese momento, ¿podrás pedirle a Héctor que nos presente a los jóvenes solteros ricos de segunda generación de su alrededor?-
-¡Sí, sí, y yo!-
Susurraron en mi oído.
Esperé a que terminaran y dije,
-Lo siento, pero tengo una mala relación con La Familia Sandoval.-
Sin embargo, no me creyeron y pensaron que estaba poniendo excusas para no ayudarlos.
Todos se quejaron y dijeron,
-Ya no te quitamos al subgerente Yonatán. ¿Qué pasa si nos presentes algunos? ¿Temes de que nos casemos mejor que tú?-
Al escuchar los extraños comentarios de todos, me quedé en silencio un rato y dije,
-Si soy una segunda generación rica, ¿cómo es que trabajo aquí?-
Tan pronto como terminé de hablar, varias personas parecían incapaces de decir nada.
Después de algunos murmullos, se fueron.
Tan pronto como se fueron, abrí la página web e hice una búsqueda.
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