Amor desgarrado romance Capítulo 90

Escuché a Héctor presionar el botón del ascensor de nuevo, y pronto apareció la puerta del ascensor.

Entró en el ascensor.

Cuando la puerta del ascensor estuvo cerrada por un rato, me aseguré de que se fue, y me di la vuelta para disculparme con Martín detrás de él,

- Martín, lo siento, se enojó contigo por mi culpa.-

-No pasa nada.-

Martín dijo.

Levanté la cabeza para mirarle y el hombre me miraba a través de la lente transparente con su mirada gentil.

Pareció ver las lágrimas en el rabillo de mis ojos, y su voz se suavizó,

-Héctor realmente se preocupa por ti, por eso está tan triste. Al menos he estado en la casa de la familia Navarro durante tantos años y nunca lo he visto tratar a alguien así.-

-Qué va.-

Negué con la cabeza con una sonrisa irónica.

-Durante su infancia en la familia Navarro, podrá obtener todo lo que quiere. Nadie se negará y nadie le desobedecerá.-

-No es solo él, sino que toda la familia Navarro son así. Después de todo, nacieron en ese tipo de familia...-

Dijo Martín, bajando levemente las pestañas.

Podía ver la pérdida en sus ojos.

Quería consolarlo, así que le dije,

-Martín, no estés triste. Como tú, yo tampoco crecí en la familia Sandoval. Más tarde, cuando fui a la universidad, ingresé a la misma con Jimena. Como tenemos la misma apariencia, me prestaron atención y al final supe que no yo no era sola...-

Balbuceé algo sobre mí.

Martín me escuchó muy seriamente y al final dijo,

-Gracias por contarme tus asuntos personales. Si Héctor no te aprecia, será su pérdida.-

Era tarde y, Martín y yo nos volvemos a casa.

Ese día volví a perder el sueño.

Al día siguiente, me puse a trabajar con ojos de panda. Cuando entré a la oficina, vi a mis compañeros que estaban formados en un círculo, cotilleando sobre algo.

No lo quería escuchar, así que fui a mi asiento.

Pero después de que me senté, todos me miraron.

Sentí que me miraban. Intercambiaron miradas y de repente uno de ellos me preguntó,

-Julieta, ¿tienes hermanas?-

-Yo...-

Subconscientemente quería negarlo, pero después de dudar, dije,

-Sí.-

Cuando los colegas escucharon esto, sus ojos se iluminaron y continuaron preguntándome,

-¿Entonces tu hermana se va a casar con el gerente del Grupo Gran Navarro, Héctor?-

Mi corazón se apretó, pero asentí con la cabeza fingiendo ser indiferente.

Todos dijeron,

-Vaya Julieta. No se nota, eres una rica de segunda generación.-

-Así es, ¿te convertirás en la cuñada de Héctor?-

-En ese momento, ¿podrás pedirle a Héctor que nos presente a los jóvenes solteros ricos de segunda generación de su alrededor?-

-¡Sí, sí, y yo!-

Susurraron en mi oído.

Esperé a que terminaran y dije,

-Lo siento, pero tengo una mala relación con La Familia Sandoval.-

Sin embargo, no me creyeron y pensaron que estaba poniendo excusas para no ayudarlos.

Todos se quejaron y dijeron,

-Ya no te quitamos al subgerente Yonatán. ¿Qué pasa si nos presentes algunos? ¿Temes de que nos casemos mejor que tú?-

Al escuchar los extraños comentarios de todos, me quedé en silencio un rato y dije,

-Si soy una segunda generación rica, ¿cómo es que trabajo aquí?-

Tan pronto como terminé de hablar, varias personas parecían incapaces de decir nada.

Después de algunos murmullos, se fueron.

Tan pronto como se fueron, abrí la página web e hice una búsqueda.

El dependiente vio a Yonatán y dijo con entusiasmo,

-Hola señor, el vestido que ordenó ha sido cambiado y entregado.-

Cuando estaba entre dudas, vi a la dependienta sacar un vestido de azul zafiro del estante. Este vestido era muy chic. La falda era muy larga. Aunque se veía conservadora, había un tenedor alto en la pierna derecha. Traía algo de sexy.

El empleado sacó un par de tacones y lo combinó.

Miré esos tacones altos y me sorprendí.

-Este tacón es demasiado alto.-

-Está bien, te apoyarás en mi durante todo el día y prometo que no te caerás.-

Yonatán me miró y sonrió suavemente.

Sé que esto fue preparado por él con anticipación, y para no fallarle, apreté los dientes y me los puse.

Tenía que decir que este traje me quedaba perfecto y reflejaba completamente mi figura.

Se exponía un pequeño gancho desde el escote, ligeramente apilado hasta la posición del corazón.

-¿Cuánto cuesta?-

Quería pagar después de ponérmelo.

-Te lo regalo, no me rechazarás, ¿verdad?-

Yonatán parecía un poco enojado, aunque sabía que estaba fingiendo, pero tenía que agradecerle.

Me llevó al piso de arriba, y había una tienda que vendía joyas y accesorios.

Después de hacer compras, podían ayudar a peinar gratis.

El empleado me ayudó a elegir un pequeño broche. Como tenía el pelo corto, solo me recogió un poco del flequillo de mi frente, pero me dejó muy diferente.

El empleado me maquilló de nuevo y lo combinó con un hermoso collar de zafiro.

Pero eran artesanales, así que el precio no era caro.

Me arreglé completamente y ya eran más de las 5 de la tarde.

Me sacó del centro comercial, aunque llevaba un abrigo, todavía podía sentir las miradas de los hombres de mi alrededor.

Yonatán pareció sentirlo también. Puso su mano en mi hombro, me asombró y susurró a mi oído,

-No puede ser, debo declarar soberanía, si vienen otros hombres para conversar contigo, les tendré que pegarles. -

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