Amor desgarrado romance Capítulo 89

¡Las palabras de Héctor me asustaron!

Él quería encerrarme.

Los demás no me verán.

Estas palabras me recordaron cuando estaba en la prisión y los incidentes de secuestro.

Luchaba desesperadamente y gritaba,

-¡Socorro! ¡Socorro! ¡Ayuda!-

Mi mirada se volvió hacia la habitación de Martín. Aunque sabía que rara vez estaba en casa, ¡todavía había un rayo de esperanza en mi corazón!

Sin embargo, la puerta permaneció inmóvil, aunque grité durante mucho tiempo.

Héctor también se dio cuenta de que Martín no estaba en casa.

Pareció entender algo, me abrazó y dijo,

-Ven conmigo, quédate a mi lado, no te vayas a ningún otro sitio.-

-¡No! ¡Estás loco!-

-No lo estoy, puedo darte todo lo que quieras, ropa, casas, gemas, cosméticos. Todo lo que quieras, te lo compro, ¡solo pido que te quedes conmigo!-

Héctor dijo, extendiendo la mano y presionó la puerta del ascensor de atrás.

Estaba sufriendo.

Pero él tenía demasiada fuerza.

Cuando vi que el ascensor subía, mi corazón se asustó.

Tenía mucho miedo de que cuando llegará el ascensor, me arrastrará directamente al aparcamiento subterráneo.

-¡Héctor, Héctor, tranquilízate, tranquilízate! ¡La que amas es Jimena, nuca había sido yo!-

¡Traté de usar el nombre Jimena para despertarlo!

Efectivamente, cuando dije el nombre, el hombre detrás de mí se quedó en silencio de repente.

Me mantuvo abrazada, hundió la cabeza en mi hombro y se quedó en silencio por un momento y dijo,

-No, no la amo, solo que le debo una.-

-¿De qué estás hablando?-

Me quedé atónita.

-¿Qué le debes?-

En ese momento, recordé lo que dijo una vez Jimena.

Dijo que, sin ella, no estaría el Héctor de hoy.

Antes de que pudiera hablar, las puertas del ascensor se abrieron.

Me sentí afortunada, había una persona parada dentro de la puerta del ascensor.

Martín.

-¡Ayúdame!-

Al verlo, me pareció ver a un salvador, ¡y estaba muy emocionada!

Martín nos vio así, y pareció entender algo. Luego apartó el brazo de Héctor y le dijo,

- Héctor, déjala ir.-

-Vete.-

Héctor me tiró y estaba a punto de meterme en el ascensor.

Martín tenía aproximadamente la misma altura que Héctor, aunque no era tan fuerte como él, pero se paró directamente en la puerta del ascensor.

-¡Estás borracho, déjala ir o llamaré a la policía!-

-¿Llamar a la policía?-

Héctor miró a Martín frente a él y se burló,

-Martín, conozco muy bien qué clase de persona eres, aunque los otros no. Nunca me pareció una coincidencia de que vives al lado de ella.-

-Esto es una coincidencia. Yo me mudé aquí primero.-

Martín pareció explicarme esto.

-¿Coincidencia? Te digo que, si fuera otra persona, lo creeré, menos tú...-

Escuché a Héctor detrás de mí decir,

-Pensé que eras un perro traído por la familia Navarro, pero eres un lobo en pleno desarrollo.-

Cuando escuché las palabras de Héctor, me enfurecí y lo frustré,

-Él es tu tío, ¡cómo puedes decirle eso!-

De verdad, las personas parecidas se juntan entre ellos.

Jimena también me dijo una vez esto con arrogancia.

-¿Tío?-

Héctor escuchó esto y me soltó. Me rodeó con una mano, se puso recto y le dijo a Martín,

-Es solo el hijo de una mujer vanidosa que tendió una trampa a mi padre. Si mi padre no le hubiera acogido, ¡habría muerto desde hace mucho tiempo!-

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