Amor profundo escondido de él romance Capítulo 12

Josephine se detuvo en seco. Si mencionaba la pasada relación de Theodore con Everleigh, entonces estaría cruzando la línea. Nadie se atrevía a hablar al respecto. Además, en ese mismo instante, él le echó una mirada fría, por lo que ella se apresuró a corregirse:

—Theodore, te dejaré descansar. No te molestaré más.

El hombre de inmediato vio el pánico en los ojos de Josephine y no pudo evitar fruncir el ceño. De pronto recordó que durante los años que llevaban juntos, ella nunca se alejó de él. Por otro lado, sabía cómo comportarse y nunca daba problemas, su carácter era sumamente adecuado. Si planeaba casarse, sin dudas ella era la candidata perfecta.

Pero lo más importante respecto de la relación que los unía era que ella le era fiel y devota, simplemente estaba dedicada a él. Al pensar así, suavizó un poco su tono de voz y contestó:

—Dímelo cuando lleguemos.

—Está bien.

Josephine asintió y le ordenó al conductor que redujera la velocidad y ajustara la temperatura del aire acondicionado. Luego, miró al hombre a su lado, quien se había apoyado en el respaldo del asiento con los ojos cerrados. Se quedó contemplándolo y no logró preguntarle qué quería saber realmente.

Momentos atrás, y pese a que Theodore disimuló todo a la perfección, ella sí se dio cuenta de que levantó el brazo deliberadamente con la intención de golpear a la Sra. Quelch en el pasillo. Si no fuera por él, el celular no se hubiera caído al agua.

Estas acciones de Theodore hacían divagar a Josephine. Por un lado parecía odiar a Everleigh, pero por el otro la defendía ante cualquier amenaza. Después de pensar así, Josephine apretó gradualmente los puños y se pinchó las palmas de las manos con las uñas.

Mientras tanto, Everleigh salió de la oficina del decano del hospital con su cabeza aún dando vueltas. Ella no explicó nada sobre el video y Benedict tampoco preguntó, pues era algo muy personal y no debía entrometerse. Sin embargo, todo el asunto creó un gran alboroto, por lo que no tuvo alternativa que suspenderla del trabajo.

Rápidamente Everleigh volvió a su departamento, dejó la llave del auto sobre la mesa y se dejó caer en el sofá, cansada y un tanto decepcionada. Cuando volvió a su país, lo único que quería hacer era trabajar en paz; sin embargo, Ocpeace City parecía tener algo en su contra.

Desde su regreso se encontró con muchos problemas. En primer lugar estuvo su encuentro con Theodore y ahora la suspendían del trabajo. De pronto, el sonido del timbre interrumpió sus pensamientos y la molestó un poco. ¿Quién podía ser? Ella no pidió comida.

Sin perder el tiempo, se levantó y abrió la puerta.

—¡Sorpresa! —gritó una voz infantil y encantadora.

Súbitamente, alguien abrazó su muslo. Ella bajó su cabeza de inmediato y vio a una niña sosteniendo su pierna. Por un segundo, Everleigh pensó que estaba soñando.

—¿Adrienne? —exclamó.

—¡Mami! ¿Te gusta la sorpresa? —preguntó la niña. Aquella carita rosada y sonriente le recordó a Everleigh a un girasol floreciendo con intensidad.

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