Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 44

—¿Me comparas con esas prostitutas? —Melina miró a Vanesa tan furiosa como si la devorara.

—¡Qué va! —Vanesa exageró y dijo con una sonrisa—. Sería una ofensa para ellas.

—¡Vanesa!

—Recuerda mis palabras. ¡Ánimo!

Vanesa sonrió ignorando la mirada odiosa de Melina y antes de entrar al ascensor, se despidió alegremente de ella.

Melina estaba tan enfadada que quería tirar la taza de café, pero justo en ese momento, alguien la saludó. De inmediato, su rostro retorcido se convirtió en una sonrisa gentil y saludó de vuelta, luego se fue con la taza a la sala de descanso.

Después de eso, Melina fue al baño para retocar su maquillaje y luego fingió buscar a Orlando para entregarle unos documentos. No obstante, todos sabían su relación con Orlando, pero Melina se oengañaba y muchas personas se reían de ella a sus espaldas.

—Orlando.

Melina se inclinó para dejar la carpeta, expuso apropósito la piel blanquecina y suave de su pecho, bajando el cuello de su camisa, donde se veía las marcas vistosas y enrojecidas de huellas y chupetones que había dejado Orlando en su proceso amoroso.

Dado que ella conocía muy bien sus puntos atractivos y más aún la forma de seducir a Orlando. Ella sabía que el gran contraste de colores de las marcas que dejaba Orlando en su piel delicada excitaba su placer de sadismo, porque parecía señales que dejaban los grandes depredadores en sus presas.

Efectivamente, Orlando se quitó la corbata, tiró a Melina a su abrazo y la sentó sobre su regazo. Estaba de buen humor, así que no le importaba divertirse un rato con Melina.

—Mi dulzura codiciosa, ¿no te fue suficiente?

—Sí, no fue lo suficiente. Entonces, Orlando... ¿me darás más? —Melina dijo su nombre con un tono exageradamente encantador y estaba dibujando circulitos con sus finos dedos sobre su pecho musculoso.

—¡Ja! —Orlando se rio, le dio unas palmaditas en la mejilla a Melina y dijo—. Buena chica, ya sabes cómo hacerlo.

—¡Ay! ¡Qué malo eres Orlando! —Melina sonrió con delicadeza, y se arrodilló a su frente.

Melina miraba a Orlando mientras le desataba el cinturón, luego hacía cada movimiento a un ritmo moderado y seductor. De modo que, la respiración de Orlando fue acelerando y Melina se agachó la cabeza para servirlo…

La respiración de Orlando se volvió pesada y la levantó de un tirón, presionándola contra el escritorio para desahogar sus deseos.

Después de un tiempo amoroso, Melina vio que Orlando estaba de buen humor y preguntó en voz baja:

—Orlando, ¿por qué vino Vanesa de repente?

—Para pedirme ayuda —Como Orlando estaba de buen humor y no le importaba contárselo a Melina.

—¿Ayuda? ¿Qué ha ocurrido?

Orlando la miró con una fría sonrisa y Melina entendió que no podía preguntar más, así que se quedó callada. Su reacción agradó a Orlando, éste tuvo un plan y dijo:

—Mi amor, ayúdame con un caso.

En verdad, Orlando sabía que las intenciones de Melina, pero era tan orgulloso que pensaba que la podría controlar por completo y no le importaba sus pequeñas conspiraciones.

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