«¡Mierda, papá también está en el banquete del señor Eustasio!»
Vanesa se alertó de inmediato y llamó directamente a Dylan.
—Dylan, ¿me has visto a mi padre? —preguntó Vanesa ansiosa.
Vanesa no se podía imaginar la reacción que tendría Felipe al ver que Orlando había llevado a Melina al banquete del señor Eustasio.
Le preocupaba que Felipe estuviera demasiado ansioso y cayera enfermo por la ira.
—No ha llegado todavía.
—Vale.
Vanesa colgó el teléfono a toda prisa y esta vez llamó directamente a Orlando. Rezaba en su corazón una y otra vez para que Orlando pudiera contestar al teléfono rápido y gracias a Dios, lo cogió.
—Orlando, ¿llevaste a Melina al banquete de cumpleaños del señor Eustasio?
—Sí. ¿Estás celosa?
—¡Dile a Melina que se vaya inmediatamente!
—¿Por qué tengo que hacerte caso? Vanesa, tú dijiste que cada uno iría de juerga por su parte, ¿no? Es mi libertad elegir a mi acompañante, tú no tienes derecho a criticarme ahora —rechazó Orlando emocionado, porque consideraba que Vanesa estaba celosa y ansiosa.
—Orlando, papá también asistirá a este banquete. ¿Quieres que te vea con Melina? Orlando, te lo ruego, no le hagas a mi padre triste, porque esto será inaceptable para él —Vanesa ignoró el tono superior de Orlando y lo suplicó apresuradamente.
—¿Papá vendrá también? —Orlando frunció el ceño, porque se olvidó de que Felipe sería invitado como pariente de la familia Moya.
En realidad, Orlando había llevado a Melina a la cena, porque estaba demasiado furioso por la actitud fría de Vanesa, pero no quería romper con la familia Cazalla, a pesar de que odiaba a Vanesa.
—Vale.
Orlando colgó el teléfono, era extraño que no siguiera discutiendo con Vanesa y se acercó a Melina.
—Orlando.
Melina lo miró sorprendida pensando que Orlando ya no estaría enfadado con ella. Sin embargo, le dijo que ella se fuera.
—Sal por la puerta lateral y el conductor te esperará afuera.
—¿Vamos a volver?
—Tú regresa
Melina se quedó rígida, no se quería irse en absoluto, porque todavía no dijo a esa gente que ella era la única mujer de Orlando.
—¿No puedo estar contigo? —Melina le preguntó con los ojos llorosos.
—Date prisa, que papá vendrá muy pronto, no dejes que te vea —murmuró Orlando disgustado.
Por supuesto que Melina sabía a quién se refería, tenía tanto resentimiento, pero lo podía aguantar sabiendo que todo se revelaría al día siguiente.
—Vale —ella asintió obedientemente y miró a Orlando de manera cariñosa.
Orlando se sintió un poco culpable al ver su expresión agraviada y dijo:
—Te compensaré cuando termine este banquete.
—No pasa nada, sé que no quieres que papá sepa nuestra relación y de seguro no te causaré molestias.
—Pues márchate ya.
—Vale.
—Hola Felipe —Dylan sonrió y charló un poco con Felipe.
Orlando se sentía extraño al ver a los dos charlando, no sabía ni cuándo se había creado cierta amistad entre los dos.
Por otro lado, en la familia Cazalla, Vanesa finalmente exhaló un suspiro de alivio. Como ya no estaba tan tensa, podía ver los programas de entretenimiento con tranquilidad. Sin embargo, era la tranquilidad antes de una gran “tormenta”.
Ya era casi la medianoche cuando salieron del banquete de cumpleaños del señor Eustasio. Eustasio se había ido a descansar y los invitados estaban esperando para salir siguiendo el procedimiento del banquete.
Los periodistas también se fueron y Melina seguía sentada en el coche.
Cuando vio que salía la gente, Melina fingió estar dormida.
Ella abrió los ojos cuando Orlando abrió la puerta del coche.
—Orlando —dijo Melina con una dulce sonrisa en su rostro somnoliento.
Ella mostró mucha alegría al ver a Orlando de regreso y eso complació a Orlando, quien la besó apasionadamente en el coche.
Melina abrazó el cuello de Orlando, levantó la cabeza y le dejó hacer lo que quisiera, de manera que, se les veían muy íntimos y calientes.
En la oscuridad, un coche negro aparcado en la esquina y en el asiento copiloto, alguien tomaba fotografías de los dos en silencio.
—¡Ah! —Melina gimió emocionalmente, sus muslos blancos se frotaron contra el cuerpo de Orlando—. Orlando, ¿cómo me recompensas?
—Te acompañaré esta noche.
La lujuria de Orlando se encendió y él abrazó a Melina con fuerza para hacerle sentir su deseo insaciable. De forma que, Melina se sonrojó gimiendo tímidamente.
El conductor se subió rápidamente al coche, luego lo puso en marcha mientras el coche negro lo siguió rápidamente.
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