Al día siguiente, se armó un gran escándalo en los medios de comunicación y las redes sociales. No era sobre lo magnífico que había sido el banquete de cumpleaños del señor Eustasio, ni sobre los invitados importantes de diferentes sectores, sino sobre una noticia amorosa de Orlando Moya.
«Tras un año y medio sin noticia de embarazo de su esposa, resulta que Orlando Moya tiene otra mujer ya.»
«Enredos de los adinerados, amar a la hermana de mi esposa.»
«El amor verdadero supera al matrimonio aristócrata.»
***
Aparecieron estas noticias en los periódicos y más en Internet, de modo que, de la noche a la mañana todos vieron sus fotos amorosas por todas partes y había gente que salía a aportar información extra.
No obstante, Vanesa no lo sabía, porque se levantó muy tarde. Y cuando se estaba bajando las escaleras, oyó los gritos de Felipe y Mercedes lo estaba calmando.
—¡Esta descarado! ¡La voy a matar! ¡¿Por qué se enreda con Orlando?!
—Vale, pero no te enfades tanto, ten cuidado con tu salud —lo consoló Mercedes, mientras aguantaba su malestar físico.
Ella también estaba muy enfadada, incluso quería cuestionar de inmediato a Melina, pero antes de eso le importaba más el estado físico de su marido.
—¿Cómo no me voy a enfadar? ¿Por qué tengo una hija tan sinvergüenza como ella? ¡Debería haberla echado de la familia Cazalla y dejarla con su madre codiciosa! ¡Ahhhhh!
—¡Felipe, Felipe! ¿Estás bien? —preguntó Mercedes ansiosa y Vanesa se bajó rápidamente de las escaleras.
—¡Papá! Mamá, ¿qué le ha pasado a papá? —Vanesa entró en pánico.
Felipe se cayó en el sofá con el rostro pálido, se estaba agarrando el pecho y mostraba mucho dolor. Luego, Mercedes se sentó a su lado acariciando su pecho con cuidado, mientras que su rostro estaba lleno de preocupación y miedo.
—Felipe, cálmate y respira hondo.
Vanesa llamó a una ambulancia y cogió la mano de Felipe para consolarlo con Mercedes.
Después de un rato, el rostro de Felipe ya no estaba tan pálido, pero su mirada seguía perdida y Vanesa estaba preocupadísima por si le ocurriese algo malo.
No obstante, Vanesa no se dio cuenta de que Mercedes también se encontraba mal en ese momento.
—¿Por qué no ha llegado la ambulancia? —murmuró Vanesa con los ojos llorosos.
Un buen rato después, por fin se escuchó el sonido de la ambulancia, pero antes de aliviarse, Vanesa y Mercedes vieron la figura de Melina.
—Papá, ¿qué te pasa? —preguntó Melina, fingiendo que estaba muy preocupada y se acercó corriendo.
Pero realmente, Melina estaba muy emocionada al ver que Felipe había caído tan enfermo por su ira hacia ella.
—¡Bastarda! ¡Te voy a matar! —le regañó Felipe.
Felipe se había calmado un poco, pero al ver la cara de Melina, su ira estalló nuevamente y la fulminó ferozmente con la mirada. Luego, Felipe cogió lo que tenía al lado para tirárselo a Melina y ésta se dejó dañar a propósito.
—Papá, no te enfades, aunque sea por tu salud —dijo Melina con una voz temblorosa y preocupada para fingir ser su hija filial.
—¿Qué pasó? —preguntó Orlando con indiferencia y abrió el periódico.
Al ver el título y las fotos íntimas de la portada, el rostro de Orlando se puso sombrío, porque nunca había querido revelar su relación amorosa con Melina.
—¿Qué editorial es? ¡¿Cómo se atrevió a reportar mis asuntos?!
—¡No es el momento de discutir por esto! —le gritó Gerardo, estaba tan furioso que y golpeó su bastón contra el suelo—. ¡Está sordo o qué! Te he dicho que no llevaras a gente inadecuada al banquete de Eustasio. ¡Mira lo que ponen en los periódicos! ¡Qué vergüenza!
—Abuelo, a estas alturas, ya no sirve para nada reñirme —respondió Orlando impacientemente.
—Pues haz que desaparezca estas noticias en las redes sociales y de alguna presión a este editorial para que nos entreguen todas las fotos y cierre su negocio. ¡La familia Moya no permitirse ofendida por estos periódicos!
—Entendido —asintió Orlando fríamente.
«Voy a ver quién fue el que se atrevió a publicar mis noticias tras haber mandado el aviso, ya no tiene ni necesidad de existir en este mundo.»
—Intenta calmar bien a la familia Cazalla, porque ya habrán visto la noticia. Pero, no entiendo de verdad, ¿por qué buscas a la hermana de Vanesa como amante? ¡Qué vergüenza me das! —dijo Gerardo furioso, porque era un hombre a quien le importaba mucho la dignidad y el decoro.
«¡Ahora bien, toda la reputación de la familia Moya está destrozada por mi único nieto!»
Al pensar en la familia Cazalla, el rostro de Orlando se ensombreció, porque no sabía cómo enfrentarse a los padres de Vanesa. Además, ya era hora de arreglar bien a Melina, porque esta chiquita le había causado tantas molestias.
Luego, Orlando se marchó con su rostro sombrío.
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