Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 57

En el hospital, Vanesa tiró de la mano de Mercedes y se sentaron en el taburete que estaba fuera de la sala de emergencia y esa luz roja encima de la puerta de sala les hacía sentir pesadas a las dos, como si no pudieran respirar.

Los ojos de Mercedes estaban sonrojados, pero no lloró y tomó firmemente la mano de su hija, como si ella fuera su último apoyo.

—Mamá, no te preocupes, no le pasará nada a papá —Vanesa consoló a Mercedes en voz baja y la abrazó.

—¿Qué hacemos si le pasa algo a tu padre? ¿Y qué pasará con la empresa? Vanesa, estoy muy preocupada.

—No, no le pasará nada a papá y me haré cargo de la empresa. No te preocupes —Vanesa trató de consolar a Mercedes con una sonrisa mientras escondía su tristeza.

Vanesa odiaba a Orlando hasta el fondo, pero se odiaba más a ella misma, porque fue ella quien había querido casarse con él por su amor a ciegas.

Se arrepentía de todo lo ocurrido, porque si lo hubiera confesado todo antes a sus padres, podría ser que su padre no caería enfermo y su madre tampoco estaría tan triste como ahora.

Pensando en esto, Vanesa se odiaba más a ella misma y abrazó a Mercedes para consolarla al tiempo que se animaba a ella misma. Porque ahora ella no podía caer, tenía que sostener a toda la familia.

Mercedes no habló más, simplemente sollozando en el abrazo de su hija.

Cada segundo era un sufrimiento, de repente Vanesa sintió algo malo, miró intuitivamente a Mercedes y vio que ella tenía los ojos bien cerrados y su rostro estaba completamente pálido.

—¿Mamá? ¿Qué te pasa, mamá? ¡Mamá!

Por mucho que gritó Vanesa, Mercedes no le respondió.

Vanesa, temblando de miedo, extendió la mano para examinar si su madre todavía tenía alientos.

«¡Por Dios, hay aliento!»

Vanesa quería reír de alegría y al mismo tiempo lloraba de preocupación. Abrazó a Mercedes con fuerza y llamó a la enfermera:

—¡Por favor, llame al médico!

La enfermera llamó apresuradamente al médico y envió a Mercedes a la sala de hospitalización. Luego, el médico confirmó que Mercedes se desmayó por la tristeza y Vanesa suspiró aliviada al saber que su madre estaba bien.

«Menos mal.»

El médico y la enfermera se marcharon, luego Vanesa miró a Mercedes con los ojos llorosos y la tomó de la mano.

—Mamá, tienes que superarlo. De lo contrario, ¿cómo puedo vivir?

Vanesa sostuvo la mano de Mercedes contra su cara y la frotó levemente.

Por una parte, Vanesa quería acompañar a Mercedes, pero por la otra, le preocupaba el estado de operación de Felipe. Cada segundo era un sufrimiento, ella quisiera partirse en dos para estar en ambos lados, pero tal idea no era realista.

En este momento, su teléfono vibró y fue la llamada de Dylan.

Vanesa se quedó mirando el móvil durante mucho tiempo, pero no contestó y lo apagó metiéndolo en su bolsillo.

Dylan miró la llamada colgada con disgusto y tenía delante un periódico que mostraba las noticias de Orlando y Melina, había fotos muy íntimas de los dos en el coche anoche.

Él había llamado a Vanesa porque estaba preocupado por ella, pero su gatita salvaje se atrevió a colgar su llamada y éste llamó a otro número.

En cuestión de minutos, Dylan se enteró de lo que había ocurrido en la familia Cazalla y fue conduciendo rápidamente hasta el hospital al pensar que su gatita estaba sufriendo a solas.

Una hora más tarde, Mercedes se despertó lentamente y Vanesa lloró de alegría.

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