Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 63

«¿Pasar las noches afuera? ¡Cómo de descarado sería Orlando para decir tal cosa!».

Vanesa iba a refutarlo, pero tuvo que aguantarlo. Porque estaban en el medio del pasillo y pasaba gente. Luego, ignoró a Orlando y caminaba hacia su oficina, pero Orlando la perseguía con un rostro sombrío.

Después de cerrar la pueta, Vanesa no pudo aguantar su odio y miró fríamente a Orlando.

—¿Vienes a interrogarme a dónde fui anoche?

—Eres mi esposa y tengo derecho a preguntarlo —Orlando pensó que Vanesa estaba enfadada por esto, así que le respondió de las malas.

—Vale, te cuento —se burló Vanesa y su odio estallaba—. Anoche fui a buscar a mi amante y nos divertimos mucho. Me echaba tanto de menos, que me tiró súper entusiasmado y, ¡pasamos una noche maravillosa!

Por cada palabra que Vanesa decía, Orlando se enfurecía más. Luego, Vanesa alzó la barbilla con orgullo y dijo con frialdad:

—¿Ya estás satisfecho?

—¡Puta perra!

El rostro de Orlando estaba colorido, tenía los puños apretados y la mirada amenazante como si iba a matar a Vanesa en el próximo segundo.

—Señor Orlando, si no tienes nada que hacer, vete. Estoy muy ocupada por el trabajo.

—¿Ocupada por el trabajo? Vanesa, ¿crees que soy idiota?

—Me da igual que lo creas como si no.

Vanesa dijo como si nada y se sentó en el escritorio para seguir leyendo los documentos que había traído Enrique.

—Señor Orlando, si insistes en quedarte, llamaré al guardia de seguridad —dijo Vanesa indiferentemente.

Orlando la miraba sombríamente y preguntó:

—¿Por qué te sientas en la posición de papá?

¡Esta era la oficina del presidente!

Orlando se dio cuenta de que algo andaba mal y frunció el ceño.

Al mencionar a Felipe, Vanesa no pudo controlar más su ira y resentimiento, la mano que sostenía el bolígrafo temblaba fuertemente y se mordió el labio con los dientes.

No quería hablar más a este hombre, pero su odio estaba descontrolado.

Orlando no sabía que Vanesa estaba haciendo todo lo posible por aguantar y continuó criticando:

—¿No me digas que papá te ha dejado administrar la empresa? Por Dios, ¿no teme que destroces la empresa?

«Vaya, ¿este es el hombre que amé?».

—El Grupo Cazalla sigue en crisis y, ¿tu padre te cede el cargo? Vanesa, a que tu padre lo hizo por conseguir mi ayuda, ¿cierto?

Orlando estaba confiado en su hipótesis, por lo que, estaba seguro de que Vanesa no se atrevería a divorciar. Porque si ella divorciara, ¡él destruiría el Grupo Cazalla!

—¡Basta! ¡Orlando, no sabes nada en absoluto! —gritó Vanesa y miró a Orlando con odio.

—¿Me equivoco? Aparte de mí, ¿quién puede ayudar al Grupo Cazalla? ¿Quién se atreve a ayudar al Grupo Cazalla?

Como el heredero de la familia Moya, si Orlando ordenara en secreto, ¡el Grupo Cazalla no obtendría ninguna ayuda en la Ciudad Pacífica!

A Orlando le encantaba esa sensación de dominar la vida de otras personas, sobre todo de su querida y odiada Vanesa. Pensaba que había dominado el punto débil de Vanesa y se fue acercándose a ella con una postura superior para ayudarla, siempre y cuando, ella rogara como una pobre miserable ante él.

Sin embargo, la expresión de Orlando estimulaba más el odio de Vanesa y sus manos temblaban incontrolablemente.

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