Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 64

Después de limpiar las piezas rotas del suelo, Enrique se fue.

Vanesa sonrió tristemente y se obligó animarse para dejar de pensar en el gilipollas de Orlando, porque tenía muchas cosas que hacer y no podía perder tiempo por él.

Sentado en el coche, Orlando llamó para que investigaran el hospital que estaba Felipe. En pocos minutos, le enviaron la dirección detallada hasta el número de habitación del hospital y éste fue conduciendo.

Más tarde, Orlando llamó a la puerta de la habitación de Felipe y tenía a mano los suplementos nutricionales que había comprado en medio del camino.

—Vengo —dijo Samara y se quedó atónita al ver a Orlando.

Inconscientemente, Samara quiso detenerlo, pero era una simple sirvienta.

—¿Quién es? —preguntó Mercedes en la habitación.

Samara se echó a un lado cortésmente y respondió algo disgustada:

—Es el señor Orlando.

¡Boom!

El cuenco que tenía Mercedes a mano se cayó al suelo y ella se dirigió enfadada hacia la pueta.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Mamá.

Orlando dijo sonriendo, pero esa sonrisa amable parecía muy falsa en ese momento. Además, Mercedes no podía controlar su ira al recordar que éste traicionó con Melina a su hija.

—¡No me llames mamá, que no tengo un hijo como tú! —Mercedes tembló de la rabia.

Orlando sabía que Mercedes debía estar furiosa y se sintió tan culpable, que no se escaparía si Mercedes lo pagase. Se descontrolaba ante el amor y odio hacia Vanesa, pero nunca pensó en involucrar a Felipe y Mercedes, de modo que, pedía disculpas de verdad.

—¡Qué sinvergüenza! Orlando, Vanesa no te hizo nada y nosotros te hemos tratado como nuestro hijo. ¿Pero qué hiciste? ¡Traicionaste a mi hija con Melina! Realmente, nos has decepcionado demasiado y creo que este matrimonio debería acabar aquí. Aunque nuestra familia no es tan rica como la tuya, ¡seguimos siendo dignos de nosotros mismo!

—Mamá, es un malentendido, porque nunca pensé en divorciarme con Vanesa, nosotros...

—Si no quieres divorciarte, ¿por qué estabas de juerga con Melina? ¿No sabes que es la media-hermana de Vanesa? ¿No sabes que no nos quedaremos callados ante tu traición?

—Es cierto que nunca pensé en divorciarme con Vanesa y Melina se me pegó encima, pero yo pasaba de ella.

Mercedes lo miró tan asombrada como si era el primer día que conocía a Orlando y dijo:

—Orlando, no me esperaba que eres este tipo de gente.

Felipe mejoró un poco en estos últimos días y seguía durmiendo. Mercedes quería regañar a Orlando, pero tuvo que aguantarlo para no despertar a Felipe y enfadarlo más por Orlando.

—Vete, no necesitamos tu visita.

—Mamá, no hagas esto.

—No me atrevo a ser tu madre. Por favor, vete y no enfades más a Felipe. ¿Quieres matarlo del cabreo?

Llegado hasta este punto, Orlando no se podía quedar más y entregó la bolsa con la cara disgustado.

—Este es un suplemento que compré para reponer el cuerpo de papá.

—¡Llévatelo! ¡No lo necesitamos!

—Es un simple regalo...

—Mercedes, ¿Orlando está afuera?

Al escuchar la voz débil de Felipe, Mercedes empujó apresuradamente a Orlando y dijo sonriendo:

—¡Qué va!

Felipe estaba muy decepcionado, porque su querido yerno había traicionado a su hija con su otra hija bastarda. Era tan graciosos que ellos no sabían nada y pensaban que su yerno era el mejor.

Sentía pena por su hija, no sabía cuánto había sufrido su hija a escondidas antes de que se publicó la noticia. Felipe odiaba su cuerpo enfermo y se culpaba por no poder proteger y vengar por su hija.

Orlando apretó el puño con fuerza y sabía que no lo iban a hacer caso. Luego, se puso de pie, se inclinó profundamente ante Felipe y dijo:

—Prometo que me separaré totalmente de Melina y no la volveré a contactar. Papá, esto es mi culpa y acepto todos vuestros castigos, ¡pero no me divorciaré con Vanesa!

Felipe cerró los ojos y no dijo nada. Mercedes se giró la cara, tenía los ojos llorosos y sentía rabia.

Orlando no dijo nada más y se marchó.

—Pobre Vanesa, ¿qué hizo para ser castigada de esta manera?

Mercedes no pudo controlar sus emociones y no paraba de llorar.

Samara entró desde afuera y consoló a Mercedes en su abrazo:

—Señora, no llore, lo más importante es su salud.

Al salir del hospital, Orlando fue directamente a la residencia de Melina para buscarla.

—Orlando, ¿por qué estás aquí? —dijo Melina alegremente.

Estaba estos días de buen humor, porque había vengado a la familia Cazalla y expuso su relación con Orlando. De modo que, no se dio cuenta de que Orlando venía furioso.

¡Paf!

El rostro de Orlando estaba sombrío y le dio una bofetada a Melina. Luego, ésta se quedó atónita, se cubría la cara y preguntó perdida:

—¿Por qué me pegas?

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