Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 65

—¡Puta perra!

¡Paf!

Orlando le dio otra bofetada a Melina, pero su expresión seguía siendo sombría y aterradora. Claramente, no estaba conforme con dos bofetadas y arrastró a Melina tirando por sus pelos.

—¡Duele! ¡Orlando! Orlando, ¡suéltame!

Melina no supo lo que había hecho mal y mucho menos por qué Orlando estaba enfadado. Sus mejillas ardían por el dolor de esas dos bofetadas, que casi la dejaba inconsciente.

Los tirones que sufría su cuello cabelludo dolían tanto que parecía que iba a arrancar su piel en viva.

Orlando ignoró la resistencia de Melina y la tiró del pelo hasta llegar a su dormitorio de la planta de arriba.

—Duele, duele, Orlando. ¡Suéltame, por favor!

—¡Desnúdate!

Orlando arrojó a Melina ferozmente del tirón y ésta se cayó al suelo. Pero, él simplemente ordenó con frialdad.

—¿Qué?

Melina yacía en el suelo y miraba a Orlando con los ojos llorosos.

—¡Quítate la ropa! —gritó Orlando.

Melina no se atrevió a decir nada más y comenzó a desvestirse con las manos temblorosas.

Orlando se sentó en la cama y fumaba un cigarrillo al tiempo que miraba fríamente cómo se desnudaba Melina.

—Ven.

Melina se relajó tras desnudarse, porque quiso seducir a Orlando con su belleza para que no siguiera tan enfadado. Ella estaba muy orgullosa de su cuerpo, que era tan atractivo para todos los hombres, que ninguno resistiría ante ella.

Orlando también era un hombre y uno que había hecho miles de veces el amor con ella.

—Orlando —llamó Melina tímidamente.

Sus ojos aún estaban llorosos, la timidez en su mirada aumentaba su encanto erótico. Tenía la cara sonrojada y se mordía el labio apropósito para fingir ser una conejita inofensiva, que necesitaba ser protegida por el hombre.

Sin embargo, todo lo que hizo resultaba tan repugnante para Orlando, porque éste la consideraba como una puta descarada que lo había seducido.

«No fue mi error, sino la de esta puta que se pegó encima mía y me sedujo de forma descarada. ¡Era más puta que una prostituta!».

Orlando levantó los labios con frialdad, ya tenía pensado cómo vengarse y torturar a esta mujer. Como había hecho todo lo posible para seducirlo, tendría que sufrir el castigo por ser una puta sinvergüenza.

—Orlando.

La dulce voz de Melina ya era suficientemente seductora y le encantaba mostrar su encanto.

Orlando sonrió suavemente para que Melina pensara que su estrategia había tenido éxito y lo sedujera más aún de la alegría.

—Orlando, venga...

Vaya, Melina era una puta perra tan sinvergüenza, que ya estaba acariciándose el cuerpo con la mano de Orlando, antes de que éste hiciera algo. Además, mostraba una expresión de gran disfrute y gemidos encantadores, era una perra descarada que lo intentaba seducir para follarla. ¡Fue ella la culpable!

Melina trabajaba duro para complacer a Orlando e intentaba estimular su deseo sexual, pero no sabía qué tipos de castigos le esperaba.

Ella miró a Orlando en secreto, pero vio que éste entrecerró los ojos sin reaccionar. De modo que, apretó los dientes y directamente se sentó encima de él. Abrazaba a Orlando con sus delicados y blanquecinos brazos y rozaba sobre su pecho constantemente.

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