Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 66

Los leves sollozos de Melina estimulaban la personalidad sádica de Orlando.

Éste apretó la cintura de Melina y la arrojó a la cama. Como ejerció mucha fuerza y la cama era bastante blanda, Melina rebotó en la cama e inconscientemente quería escapar por el temor.

Orlando la miró con frialdad, luego desabrochó sus pantalones lentamente y sacudió levemente el cinturón sobre su palma.

—Mi amor, ven aquí. Sé obediente y no me hagas enfadar.

Orlando lo dijo con una voz muy cariñosa, pero Melina se quedó paralizada por el horror. No se atrevió a moverse, de modo que, tuvo que sacudir la cabeza desesperadamente para negarlo.

—Ven. No me hagas repetir.

Esta vez, Orlando no fingió más y ordenó fríamente. Melina temblaba más aún por su tono indiferente, quería escaparse, pero no tenía apenas fuerzas en las piernas. Y tenía tanto miedo, que no se atrevía ni cruzar la mirada con Orlando.

Su mente le decía que tenía que correr y que no se acercara a Orlando, pero su cuerpo caminó incontrolablemente hacia él.

—¡Qué buena chica! —Orlando se rio y dijo.

Era una sonrisa hermosa, pero su mirada era tan enferma y aterradora, que parecía un loco perdido. Orlando ató firmemente las manos de Melina con su cinturón de cuero y la tiró a la cama.

Orlando fue desabrochando lentamente los botones de su camisa, mientras observaba la expresión aterrorizada de Melina.

—No quería tratarte así, pero es tu castigo por haberte portado mal —suspiró Orlando, como si lo hubiera hecho en contra de su voluntad.

Tiró la camisa al suelo, luego se quitó los pantalones.

—Seguro que sabes que Feplipe está hospitalizado, ¿no?

Melina no respondió, pensando que Orlando estaba hablando a sí mismo. Pero al siguiente instante, sonó la cruel voz de Orlando:

—Respóndeme, ¿lo sabes o no?

—Sí… lo sé —asintió Melina atragantada.

—Entonces, sabes quién enfadó a papá, ¿verdad?

Melina asintió repetidamente y Orlando frunció los labios con satisfacción.

En ese momento, Orlando tiró su última prenda al suelo, miró a Melina como si fuera una miserable presa de una bestia salvaje y se fue acercando poco a poco a ella.

—He verificado que no tiene que ver nada contigo tanto la editorial como el periodista que publicó esta noticia.

Melina acabó de recuperar algo de cordura y se alivió bastante al oír esto.

Siempre y cuando Orlando no tuviera evidencias y que ella no lo reconociera, no sabría que ella fue la persona que lo había planeado.

Sin embargo, a Orlando no le importaba la verdad, porque ya la culpó por todos los hechos. ¡Todo comenzó porque esta puta descarada lo sedujo!

Orlando era el heredero de la familia Moya, era un hombre tan orgulloso, que nunca reconocería sus errores y si tenía que buscar a un chivo expiatorio, sería Melina.

—Orlando, realmente no esperaba que fuéramos seguidos un periodista. ¡Por favor, créeme! ¡Yo no fui! Te amo y solo quiero acompañarte para siempre. ¿Por qué haría algo tan estúpido?

Melina pensó que la dejaría de torturar con esta explicación.

—Cierto.

La respuesta de Orlando la alegró, pero cuando iba a seguir el rollo, vio que este hombre la miraba con unos ojos más aterradores que el demonio y dijo cruelmente:

—¿Y qué? Tú eres la culpable de todo lo ocurrido, si no hubiera sido que me sedujiste, ¿cómo habría publicado tal noticia?

—No...

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor profundo: insaciable amante