Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 69

—¿Sí? Pues ya veremos —dijo Vanesa indiferentemente.

La mejor venganza para este tipo de payasa era ignorarla por completo.

Luego, Vanesa se volvió a su habitación ysu ignorancia apuñaló el corazón de Melina, enloqueciéndola más en el inmenso odio.

—Verás que tarde o temprano te pisaré hasta el suelo para que nunca me puedas hablar con tanta superioridad —maldijo Melina.

Gerardo fue muy eficiente y Vanesa recibió una llamada de su abogado al día siguiente.

La otra parte llegó al Grupo Cazalla para buscarla con los documentos de transferencia de acciones y Vanesa se apresuró a pedirle a Enrique que guiara al abogado. Después de escuchar al abogado leer los términos, Vanesa firmó en la columna del receptor.

—Felicidades.

—Gracias.

El abogado sonrió cortésmente y se fue con sus cosas.

Pasado un tiempo, Vanesa llamó a Enrique.

—Directora Vanesa, ¿qué pasa?

Enrique no sabía el propósito del abogado y mucho menos el plan de Vanesa.

—Sigue habiendo un gran hueco en los fondos de la empresa, ¿verdad?

—Sí.

Enrique hizo una pausa antes de contestar, porque no sabía por qué lo preguntó Vanesa.

—Si uso como garantía el 1% de las acciones del Grupo Moya, ¿el banco nos prestará a la empresa?

—¡Claro! —dijo Enrique sonriendo, pero se calmó rápidamente—. Pero directora Vanesa, no tenemos acciones del Grupo Moya...

—Sí la tenemos —dijo Vanesa.

Luego, le mostró a Enrique el documento de transferencia de acciones que ella acabó de firmar.

—Esto es...

Enrique lo cogió con sospecha y se emocionó después de leerlo.

—Puede conseguir el préstamo que necesitamos en cualquier banco con este documento. Directora Vanesa, ¿piensa… utilizar esto como garantía?

Después de todo, era el 1% de las acciones del Grupo Moya, que era una cifra enorme. Si el Grupo Moya fuera un adulto, pues el Grupo Cazalla sería un bebé.

—Por supuesto, esta es la forma más eficaz para ayudar a la empresa a superar la crisis.

Vanesa no era codiciosa, con que el préstamo bancario era suficiente para aliviar a la empresa, ella podía encargarse del resto trabajo por su propia cuenta.

—Genial —dijo Enrique alegremente, que por fin vio una esperanza—. Directora Vanesa, ¿cuándo va a contactar con el banco?

—Enrique, contáctame al encargado del Banco ABA para concertar una cita para cenar.

—Sí, lo hago ahora mismo.

Enrique se fue radiante y Vanesa suspiró aliviada. Luego, miró el documento de transferencia de acciones en su mano con una expresión compleja.

—Espero que este sea el comienzo de la buena suerte.

Dicho esto, encerró el documento en el gabinete y su teléfono sonó en breve, que era Enrique.

—¿Ya has citado con el encargado del Banco ABA?

—Sí. Además, la recepcionista nos avisa de la presencia del señor Orlando —dijo Enrique algo preocupado.

«¿Orlando? ¿Será un sinvergüenza? ¿No le avisó el abuelo?»

—Enrique, dile a la guardia de seguridad que lo eche cortésmente y que no vuelvan a dejar entrar más a Orlando.

—¿Es... apropiado?

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