Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 70

—¡Vete! —regañó Orlando en voz baja, pero Enrique se quedó en su sitio sin moverse.

—Enrique, espérame en el coche.

Vanesa sacó la llave del coche y se la entregó a Enrique para que se fuera primero. Enrique miró a Vanesa con preocupación, pero tuvo que marcharse al verla tan decidida.

—Nos queda poco tiempo, tiene que darse prisa.

—Vale.

Cuando Enrique se fue, Vanesa miró a Orlando y levantó su barbilla, mostrando su orgullo y que no se rendiría frente a este hombre.

—¿No te avisó el abuelo para que no me molestaras? —dijo Vanesa sin temer a la ira de Orlando.

—Ya he echado a Melina.

—Sí, la echaste, por eso volvió a la familia Cazalla.

«Vaya, Resulta que Melina volvió a casa porque la había echado Orlando y ésta es tan estúpida que me seguía provocando.»

—Si no quieres verla, puedo echarla de la Ciudad Pacífica.

—No hace falta, no necesito que el señor Orlando me haga nada.

«¿Viene para pedirme perdón y complacerme? ¡Qué gracioso!» pensaba Vanesa.

—Vanesa, no te pases demasiado de la raya.

—¿Pasarme de la raya? Señor Orlando, crees que no es suficiente que aguante tus traiciones y, ¿ya me estoy pasando de la raya si te digo que no necesito que me hagas nada? —dijo Vanesa sarcásticamente, realmente no entendía lo que estaba pensando este hombre.

Él fue quien traicionó su matrimonio y seguía molestándola.

—No contactar más con Melina, ¿te basta?

—¿Crees que solo me importa Melina? Lo que no deberías hecho es meter a mis padres en este asunto. Orlando, nunca te perdonaré, jamás.

—¿Qué más quieres? Vanesa, ¡fuiste tú quien me traicionaste antes!

—¿Yo? Dices que te traicioné primero, ¿qué evidencia tienes? No me puedes juzgar así por que sí.

Vanesa se enfadó más aún con este tema, porque ella no tenía ni idea de qué error ella había cometido.

—Orlando, lo único que hice mal fue amarte y casarme contigo. Si pudiera retroceder en el tiempo, ¡preferiría no conocerte nunca! —dijo Vanesa con los dientes apretados y cada palabra que decía se sentía un profundo odio por este hombre.

Dicho esto, Vanesa se marchó directamente a grandes zancadas sin hacer más caso a Orlando. Cuando éste reaccionó, el coche d Vanesa se había alejado.

Sin embargo, las palabras de Vanesa daban vueltas en su mente y Orlando hizo una decisión más inesperada.

—Vanesa, te arrepientes de haberme conocido, pero yo te agarraré con más fuerza. ¡No pienses en deshacerte de mí! ¡Nunca! —murmuró Orlando con una sonrisa torcida y llamó a Paco—. Investiga con quién cena Vanesa esta noche.

En el restaurante, Vanesa y el encargado de ABA charlaban fenomenal.

No obstante, antes de saber que Vanesa tenía el 1% de las acciones del Grupo Moya, este encargado se había negado a verla en varias ocasiones, incluso cuando Vanesa lo buscó en persona.

En ese momento, el Grupo Cazalla era una empresa en declive que nadie quería tirar el dinero al agua, pero ahora ya era diferente, porque el 1% de acciones del Grupo Moya era mucho y cooperar con una empresa tan poderosa también era algo bueno para su banco.

Por lo que, el encargado trató muy activamente a Vanesa. Ella no tenía mucha experiencia, pero tenía buen control emocional y estaba acostumbrada a tratar con estas personas hipócritas como él.

Después de la cena, se alcanzó la cooperación general.

—Directora Vanesa, eres una joven talentosa y el Grupo Cazalla mejorará bajo tu liderazgo.

Vanesa miró a su alrededor rápidamente, luego se acercó y preguntó:

—¿Por qué estás aquí? No me digas que es por coincidencia.

—Por supuesto que no —Dylan admitió que había venido por Vanesa y bloqueó las críticas de Vanesa—. Sube al coche y te llevo de vuelta.

—Tengo coche.

Dylan sacó su teléfono delante de Vanesa y llamó a Felipe:

—Hola Felipe, soy yo. Nada, que acabo de ver a Vanesa y la voy a llevar de vuelta porque ha bebido un poco. Sí, no te preocupes.

Vanesa se quedó estupefacta después de escuchar toda la conversación y se quedó sin palabras.

—¿Llamaste… a mi papá?

—Claro —contestó Dylan como si nada.

Vanesa se iba a poner furiosa.

—¡Cómo puedes hacer lo que te da la gana! ¡Imbécil!

—Venga, sube al coche —Dylan habló suavemente, pero su mirada era firme.

Vanesa sabía que no podía escaparse, así que se sentó en el coche con rabia y el coche se puso marcha de inmediato.

—¡Mi coche!

—No te preocupes, te lo llevará de vuelta.

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