—Vale.
Enrique se fue con los demás, dejando a Vanesa y Ana solas en la sala de conferencias.
Ninguna habló y Vanesa miraba firmemente a Ana para adivinar sus pensamientos, mientras golpeaba su dedo contra el escritorio para presionarla.
—¿Te lo ordenó Orlando?
Vanesa no podía pensar en nadie más que en él y lo verificó al ver que Ana se puso rígida.
Ella no entendía cuál era el propósito de Orlando, éste había dejado a su padre hospitalizado de la ira y encima intentaba arruinar al Grupo Cazalla…
—Ya he llamado a la policía y se trata de un delito comercial, que causa más de diez millones de pérdidas a la empresa. Ana, aún eres joven, ¿realmente quieres quedarte en la prisión de por vida? —dijo Vanesa seriamente.
Esperaba que Ana dijera la verdad y así tendría una evidencia en contra de Orlando para que Gerardo aceptara su divorcio.
Después de este asunto, su odio hacia Orlando se elevó más aún y, ¡no quería tener ninguna relación más con este gilipollas de mierda en el resto de su vida!
—No, nadie estaba detrás mío, sino lo hice siguiendo mi voluntad —respondió Ana con calma.
—¿Qué te ha ofrecido Orlando para que no temas ni ir a la cárcel? ¿Y no has pensado que tu familia será insultada por tus actos?
—Directora Vanesa, filtré el proyecto de la empresa por mi codicia. No conozco al señor Orlando y mucho menos actuaría bajo su comando.
Después de todo tipo de intentos, Ana seguía insistiendo que lo había echo por su cuenta y no tenía nada que ver con Orlando. Finalmente, Vanesa tuvo que dejar que la policía se la llevara.
—¡Orlando! ¡Qué quiere este cabrón! —dijo Vanesa enfurecida.
Tenía ganas de matar al imbécil de Orlando y se consideraba una estúpida que no había descubierto la personalidad real de este gilipollas.
Se levantó de golpe y salió de la sala de conferencia furiosa para buscar a Orlando.
Para aclarar el caso, Vanesa llamó a Orlando:
—¿Dónde estás?
—¿Qué? ¿Vienes a rogarme?
—¡¿DÓNDE ESTÁS?! —gruñó Vanesa.
—Estoy en la empresa. Si vienes para suplicarme, date prisa, que tengo una reunión.
Vanesa colgó la llamada y condujo directamente hasta el Grupo Moya. Como no había atascos y ella conducía rápido, llegó en menos de media hora.
Vanesa era conocida en todo el Grupo Moya, por lo que, se subió directamente por el ascensor y la recepcionista avisó a la secretaria de Orlando. Al saber que Vanesa venía, Orlando fue a la sala de conferencia apropósito.
—¿Dónde está Orlando?
—El señor Orlando está en una reunión. Disculpe, señora Vanesa, ¿podría esperar un rato? —dijo la secretaria de Orlando, que fue readmitida tras la expulsión de Melina.
—¿En qué sala está?
—En la primera sala…
—Vanesa, ¡párate!
Pero Vanesa no le iba a hacer caso, ya que este hombre la trataba como un perro. ¡Gilipollas!
—Vanesa, me es tan fácil destruir al Grupo Cazalla como si pisara una hormiga. ¿Crees que puedes superarlo?
No obstante, Vanesa ignoró las amenazas de Orlando y se alejó a grandes pasos. Cuando entró al ascensor, vio a Orlando que salió corriendo y se burló de él:
—Pues, ya lo veremos.
Al principio, Orlando había pedido a Ana que robara el proyecto para dar una lección a Vanesa y que se rindiera. Pero en ese momento, Orlando decidió destruir el Grupo Cazalla para que ella supiera el resultado de ofenderle y ésta tendría que volver a su lado cuando perdía todo.
Pasando de la reunión, Orlando fue a dar una ducha en el baño de su oficina, luego se cambió de ropa y llamó para que su persona de confianza viniera al despacho.
¡Iba a destruir al Grupo Cazalla!
—¡Ahhhhh! ¡Orlando, te odio a muertes!
Vanesa aparcó el coche junto al río y gritó a la orilla del río para liberar su rabia.
Lo que acababa de decir delante de Orlando no era un acto momentáneo de chulería, sino el resultado de una dolorosa decisión.
Ella había cedido temporalmente por Gerardo, pero esta vez no pensaba ceder más.
¡Iría al juicio para denunciar y divorciar con Orlando! ¡Sí o sí!
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