Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 77

En la familia Moya, Gerardo estaba tan enfadado que tiró su jarra histórica, que valía más de un millón de euros, y esa pieza se rompió en pedazos tras un sonido.

—¡Este imbécil!

Jaime, el mayordomo de la familia Moya, echó un vistazo e indicó a la sirvienta que limpiara los pedazos. Luego, dio unas palmaditas en la espalda de Gerardo para calmarlo y cuando vio que él se tranquilizó un poco, dijo:

—Mi señor, no se enfade, que no está bueno para su salud.

—¡Ojalá, pudiera no enfadarme!

Cuando se presentó la empresa de Dylan, Gerardo casi se enfermó de la ira al ver el brillante cartel del Grupo SJ, porque porque la fortuna personal de Dylan era casi igual que toda la familia Moya.

La única diferencia entre el Grupo SJ y el Grupo Moya, era que uno era una empresa nueva que solo tenía diez y algo años de historia desde su fundación en el Wall Street y la otra era de una familia prestigiosa.

Aparte de esto, el Grupo SJ no perdía nada ante al empresa de la familia Moya y encima tenía un futuro más prometedor por la vitalidad de ser una empresa joven. Y eso era lo que dejó fatal a Gerardo, y lo que había hecho antes le hacía parecer un tacaño.

Además, su único nieto estaba metiendo la pata cada dos por tres. Se había publicado su aventura con la hermana de su esposa y encima armó escándalos en la empresa por su caso privado.

—También hizo mal Vanesa, que solía ser una niña educada. ¿Por qué fue a montar líos en la empresa?

Por su cuidado a la reputación, Gerardo también estaba enfadado con Vanesa, porque ella había armado escándalos en la empresa y encima dijo que dejaría mal a su nieto…

¡Era una vergüenza total y absoluta para una familia decente!

—Ve a llamar de nuevo a ese maldito niño y dile que, si no vuelve en media hora, ¡que no regrese jamás!

—Sí, señor,pero no se enfade más, por favor —habló Jaime respetuosamente y se giró para llamar a Orlando.

Luego, Jaime le hizo un guiño a la sirvienta para que preparase una infusión calmante para Gerardo.

Media hora después, Orlando ya estaba en camino de vuelta después de recibir la primera llamada, pero no quería enfrentarse a Gerardo, por eso condujo muy despacio. Cuando escuchó que el abuelo le amenazó irritado con echarle de la familia, tuvo que acelerar de mala gana.

—Abuelo, ¿para qué me buscas?

—¿Para qué? ¡Cómo de descarado tienes que ser para preguntarme eso! —le regañó Gerardo enfurecido al ver la cara despreocupada de Orlando y le arrojó un vaso encima.

—¡Abuelo! —exclamó Orlando, esquivándose a un lado y miró disgustado a Gerardo.

—¡No me trates del abuelo! ¡Maldita sea! ¿Intentas cabrearme? ¿Qué te dije? Ignoraste mis palabras y armaste tanto escándalo con Vanesa en la empresa. ¡Eres una vergüenza de nuestra familia!

Gerardo se enfadaba más aún mientras reñía a Orlando. ¿Por qué su nieto no podía ser igual de bueno que Dylan?

—¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué vino Vanesa y dijo esas tonterías en la empresa? Dime, ¿volviste a hacer algo a Vanesa?

—¿Qué podría hacer? —murmuró Orlando con impaciencia y se sentó como si nada enfrente de Gerardo.

—Vanesa no fue a la empresa sin motivos y ya te avisé de tratarla bien, que tiene acciones del Grupo Moya.

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