Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 99

Melina miró a su alrededor y entró en la habitación después de asegurarse de que no hubiera nadie allí.

Había cámaras de vigilancia por todas partes en el hospital, y ciertamente no sería tan estúpida como para herir a Felipe sin escrúpulos. El médico dijo que aunque Felipe pasaba la mayoría de su tiempo durmiéndose, todavía estaba consciente.

Eso era suficiente.

Caminó hacia la cama con una expresión de preocupación, pero lo que dijo fue malévolo:

—El doctor dice que no vivirás mucho más, estoy tan feliz de que finalmente vayas a morir por fin.

Melina le miraba con resentimiento.

—Cuando mueras, tu empresa estará a punto de quebrar y tu hija caerá en desgracia. ¿Orlando te lo contó todo? Fue tu hija quien traicionó su matrimonio primero. No esperaba que la aparentemente inocente Vanesa fuera una mujer tan crapulosa. Es realmente digna de ser tu hija.

Mostró más odio en la cara cuando Melina mencionó a Vanesa.

—Es una lástima que nadie sepa que todo esto fue planeado por mí. La dragué con intriga, y luego pedí a algunos hombres que tomaran fotos sexuales explícitas de ella. Deberías agradecerme por no haberle dejado violar a Vanesa.

Melina se sintió alegre al pensar en la escena en la que Vanesa estaba a merced de los demás en la cama después de ser drogada.

Ella se arrepintió.

—¡Habría yo dejado a esos hombres violar a tu hija y publicar el vídeo de ellos teniendo sexo en las redes sociales para que todo el mundo supiera lo sórdida que era tu hija! Bueno, soy demasiado bondadosa. ¡Vanesa es tan desvergonzada! Orlando sólo está con ella por venganza, pero ella no tenía vergüenza en arrodillarse para suplicar a Orlando que se quedara a su lado, huy, ¡qué miserable estaba!

Melina aguzó los ojos a Felipe.

Los dedos de Felipe se movieron ligeramente y su respiración se volvió acelerada.

« Muy bien.»

Al ver la reacción del paciente, ella continuó:

—Orlando pronto destruirá al Grupo Cazalla y lo llevará a la bancarrota, y yo quitaré todo lo de Vanesa. La vencedora definitiva seré yo.

—¡Eres... tan malvada!

—¿Papá, ya estás despierto?

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