Besos de un infiel romance Capítulo 21

Escucho sus pasos al subir las escaleras.

Mis ojos se encuentran con los suyos azotando mi pecho, mientras él se queda en el umbral sonriéndome y susurra un "hola, Jess".

Viene de pantalones negros y camisa blanca entallada que se le ajusta a los bíceps, algunos mechones le caen por la cara ya que lo trae revuelto, como me gusta...

¡Santa madre!

¡¿Por qué no puede ser feo?!

— Hola, mis reinas. — dice dejándome sin aire.

— ¡Papi! — exclama Luz al verlo, salta de la cama haciéndome soltar un quejido que me descompone el rostro.

— ¡Cuidado, hija! — le dice Sebastián atajándola en el aire. — A mamá le duele.

— Lo siento. — murmura escondiéndose en el cuello de su padre.

— No llores, mi amor solo tienes que ser más cuidadosa.

Le habla con cariño mientras acaricia su espalda.

— Lo siento mami, yo no quería hacerte daño...— me mira con los ojos cargados en lágrimas y niego estirándole mis brazos.

Sebastián me la pasa con cuidado dejándola a mi lado, la abrazo y él rodea la cama para ganarse al otro lado.

— Me parece que alguien quiere unas costillitasss. — sonríe y comienza a atacar a nuestra hija con sus dedos en su barriguita.

— Mami ayuda, ayuda... — carcajea y yo comienzo a atacar su cuello.

— Mami.... mala. — apenas habla.

— Cuidado, no des patadas cariño. — le habla Sebastián sosteniendo sus piernas.

— Basta, basta porfis... quiero orinar. — la soltamos y sale corriendo al baño.

Nos quedamos mirando con Sebastián luego de que el silencio nos inunda.

— ¿Cómo estás Jess?

— Mejor ¿y tú?

— He tenido días mejores. — se encoge de hombros mientras se pone de pie alisando su camisa. — ¿Te gustó mi regalo?

Observa las flores y la caja de chocolate que yacen en mi mesita de noche.

— Si, gracias no te hubieras molestado. — medio le sonrió.

Menea la cabeza acercándose a mí.

— Tú nunca será una molestia. —toma mi mano— Tengo algo que hablar contigo, pero supongo que no has comido nada, iré a traerte algo, no tardó.

Sale del cuarto dejándome con la duda.

¿Qué será lo que quiere hablar conmigo?

— ¿Y mi papá? ¡¿Se fue?! — dice Luz llegando al cuarto.

Los ojos se le abren asustada cuando entra cargando dos peluches, una manta y una burbuja.

— No cariño, fue a la cocina.

— ¡Jupi!

— ¡Luz cuidado con las escaleras! — exclamó cuando la veo salir corriendo. — ¡Sebastián ve a la niña!

— ¡Todo en orden, Jess! — responde dejándome tranquila.

Me quedo en la cama esperando que vuelva, no tengo mucho apetito solo tengo curiosidad por lo que me dirá, es poco usual en él.

— Volví, tarde un poco porque Luz no me soltaba. — dice después de cuarenta minutos.

— Lo noté. — respondí — ¿Qué es eso?

Señalo una pasta verde que trae en la bandeja con mi cena.

— Ah, es una pasta de mayonesa, pero tu madre la hizo de leche y le agrego aguacate. —se encoje de hombros— Cosas de madre.

— Vale. — cojo la bandeja y miro la comida, días atrás he comenzado a tener pensamientos poco sanos respecto a lo que tengo enfrente.

— Come, está bueno. — me anima Sebastián cogiendo una silla y deja una carpeta en su regazo.

Eso me llama la atención.

— Jess no te distraigas, come un poco, por favor. La doctora dijo que tenías anemia y el doctor anterior también, hablando de eso ¿Fuiste a recoger los exámenes?

Niego tomando un poco de galleta con pasta.

Me sabe amargo tragarlo y Sebastián lo nota cuando hago arcadas.

— ¿Qué pasa? ¿Está malo? — se pone de pie y me ayuda con la bandeja sacándola de mis piernas.

— No, no solo que no tengo mucha hambre. — niego cuando toma una rebanada de galleta y me la acerca a la boca. — De verdad no tengo hambre.

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