Besos de un infiel romance Capítulo 20

Al día siguiente mamá se encargó de vestir a Luz, por la mañana llame a mi vecina, la señora Pilar para informarle de mi estado de salud, la pobre estaba ocupada y tenía tres llamadas perdidas, además le dije que Luz pasaría estos días conmigo en casa por mi reposo.

— Cariño quédate en la cama yo prepararé el almuerzo y vestiré a Luz para la escuela. — dijo mamá se maquillaba los ojos frente mi tocador.

— Mamá tienes que cuidar tus rodillas, yo puedo vestir a Luz es algo inquieta. — hice el intento de levantarme.

— No, nada de eso. —me impidió levantarme. — Yo vine a cuidarte y eso haré.

— Pero mamá estoy bien. — me quejé.

— Nada de objeciones, te quedas ahí mientras voy a preparar el desayuno. — afirmó y no tuve opción más que hacerle caso.

— ¿Puedes despertar a Luz? Ya es tarde. — dije mirando la hora.

— Cariño déjala dormir, son pasada las diez de la mañana y la niña se durmió tarde ayer jugando con su papá.

Ya lo sabía, Sebastián se quedó a cenar y luego vieron una película junto en la sala hasta que mi hija se durmió pasada las once.

— Y hablando de Sebastián ¿Hoy vendrá?

— No lo sé. — me encogí de hombros. — Se supone que hablaríamos de las visitas, aunque yo no le he prohibido ver a Luz.

— ¿Quieres hacer legales las visitas?

Siendo sincera nunca había pensado en eso.

— No lo sé, es complicado yo no quiero limitarlo a ver a Luz, al fin y al cabo, es su padre y siempre ha estado para ella, ya hablaremos eso con el abogado.

— ¿Abogado? No me dijiste que ya estás hablando con uno. — mi madre se sorprendió.

— Lo llame hace dos días. — confesé bajo su atenta mirada y mamá se sentó en la orilla de mi cama.

— ¿Qué te dijo?

— No mucho, dijo que comenzaría a realizar los trámites, vienes conyugales, herencias y además se contactaría con Sebastián para hablar con su abogado, también comento que al tener una hija es un poco más largo el trámite.

— Me imagino, te dejo para que descanses, iré a preparar las cosas.

— Mamá cuida tus rodillas, por favor.

— Cuídate tú, que yo estoy fresca como una lechuga. — sacudió su cabellera antes de salir.

Solté una carcajada, amo a mi madre, es una persona con la cual no te aburrirías jamás, es espontánea, no sé limita a nada, simplemente un alma libre.

Tomé mi celular y vi que tenía un mensaje de Rodrigo el cual respondí informándole que había despertado mejor, otros mensajes de mis compañeros de trabajo que solo sabían que me caí de las escaleras y por último uno de Sebastián, era un mensaje de voz.

"Hola Jess, ¿cómo amaneciste hoy? Espero que mucho mejor y con menos dolor. ¿Puedo pasar a verlas hoy por la tarde? Quiero ver a Luz y llevarle un cuento que me pidió ayer, además quiero hablar contigo de una cosa importante, que tengas un bonito día, cariño."

Suspiré con el final, le respondí que estaba mucho mejor y claro que podía pasar por la tarde, me puso inquieta saber que tenía que hablar conmigo, pero no dije nada al respecto.

" Me hubiese gustado mucho pasar a verte por la mañana, pero me alegra saber que estas mejor, nos vemos por la tarde ¿Acabas de despertar? "

"Si" respondí.

Me dejó el visto y no respondió, después de cinco minutos esperando apague el celular y me volví a recostar.

Estaba saliendo un rico olor a pan caliente con mantequilla, seguro mamá ya estaba casi lista y busque las pastillas que debía tomarme.

Me acomodé nuevamente entre las sábanas y el sueño me venció hasta que mamá llegó con una bandeja acompañada de Luz que traía apenas un ramo de rosas y una caja de bombones de chocolate.

— Para la mami más linda. — dijo mi hija entregándome las cosas.

Miré todo confundida sin entender en dónde habían comprado todo.

— Ten cariño, debes tener hambre. — dijo mamá dejando la bandeja con el desayunó en mis piernas.

— ¿Qué es todo esto? ¿Y estos regalos?

— Lee la nota mami. — dijo Luz.

Observé la nota que traían las rosas y la leí en mi mente.

" Jess no me mates por esto, sé que no debía, pero quería hacerlo. Disfruta los chocolates y las rosas.

Sebastián"

Sebastián...

No sabía cómo sentirme con todo esto, no podía negar que me emocionaban estos detalles, pero disimule dejando la nota en mi mesita de noche.

— ¿Qué decía la nota mami?

— Tu padre me dijo buenos días.

— Ay, papi es tan lindo, él quiere mucho ¿Tú lo quieres a él, mami?

Mamá alzó las cejas divertidas con una sonrisa en el rostro.

— Si. — acepté.

No podía dejarlo de querer de una semana a la otra, era imposible. Creo que nunca dejare de quererlo es mi primer amor y padre de mi hija, literalmente estamos destinados a vernos toda la vida.

— ¿Y porque no están juntos si se quieren? Prometo no enojarme si papá te besa, mami…

Se me formo un nudo en el estomago al escuchar a mi hija.

— Cariño, es un poco complicado…

— Tómate el desayuno, iré a vestir a esta pequeñuela. — intervino mamá, llevándose a Luz del cuarto.

Comí en silencio procesando las palabras de Luz, ella debe extrañarlo mucho y no me había puesto a pensar en mi hija, la notaba bien o eso creía.

—Luz cámbiate el uniforme.

Mi hija asintió.

— ¿Podrías ayudarla con la polera, mamá? Aún no sabe.

— Está bien, búscame un pasaje para mañana Jessy, no me gusta comprar directo en la central. — salió del cuarto y me dispuse a buscar un pasaje de bus.

Sabía que no le hacía gracia volver, pero eran importante los ejercicios para sus rodillas.

Quedaban disponible solo dos pasajes a Carolina del Norte desde Virginia, tomando en cuenta que mamá se demora 10 horas tome el de la noche para que se fuera durmiendo.

— A las siete sale tu autobús, mamá. — informe cuando ambas volvieron a mi cuarto.

Estaba detestando pasar todo el día en cama, me dolían las piernas.

— Abu ¿Ya te vas? — pregunto Luz cabizbaja.

— Si, cariño debo asistir a unas sesiones. —respondió mamá— Ya sabes, tu Abu se está poniendo viejita. — dijo con humor.

— Pero ¿Volverás?... Eres mi Abu favorita y te extraño.

— Soy tu única abuela Luz, la otra murió.

— ¡Mamá! — exclamé por su poco tacto al decir lo sucedido con la madre de Sebastián.

La señora Kris había fallecido de cáncer, se enteró en la última fase cuando Sebastián y yo apenas llevábamos unos meses de novio.

Los ojos azules eran herencia de su madre, la señora era guapísima que a diferencia de su padre no lo conocí porque el falleció años atrás de una intoxicación de alcohol.

Recuerdo la señora Kris tenía una foto junto a su esposo, hombre era atractivo, alto y corpulento, solo que sus ojos eran marrones.

Pero se parecía mucho a Sebastián.

Suspiré con el último pensamiento, había pasado una semana del suceso y solo dos días del aborto...

Luz entro al cuarto en ese instante pidiéndome un chocolate de los que me había regalado su padre.

— Solo dos, ya mañana nos comemos otro. — le indicó.

Ella asiente ansiosa, mamá le hizo dos coletas y se ve preciosa.

— Ten cariño. — le entrego los chocolates y yo me como otro. — Este es para la abuela.

Dejo uno en la mesita y cierro la caja, nos quedamos viendo una película junto con Luz mientras mamá se fue a la sala para ver una de sus telenovelas favoritas.

Pasada una hora el timbre suena y las tripas se me revuelven cuando escuchó su voz.

Sebastián está aquí.

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