—¡Yo no fui, te juro que yo no la empujé, tienes que creerme Lucien! —
Angelina, lloraba de angustia mientras que su marido la llevaba jalando de la muñeca hacía su habitación.
La mansión Black, se encontraba vuelta un caos, acusaban a Angelina, de haber tirado por las escaleras a su cuñada embarazada Taylor, pero la mujer se había tirado ella misma con la intención de dejarla como una asesina a los ojos de Lucien Black.
— ¿Cómo has podido hacer semejante aberración? ¡Taylor, está embarazada de mi hermano muerto! ¡ese bebé es lo único que queda de él! ¡maldigo el día en el que mi padre me convenció de casarme contigo, eres la peor mujer que he conocido, Angelina!
— ¡No, Lucien, te juro por lo más sagrado que yo no lo hice, yo no sería capaz de matar a nadie, eres mi esposo, tienes que creerme, esa mujer se dejó caer sola por las escaleras!— Angelina, hacía todo lo posible para lograr que su marido confiara en ella, pero parecía que solo lograba enfurecerlo más.
El hombre no quiso seguir hablando con Angelina, él simplemente se dio la vuelta y se marchó, solo dejo unas frías palabras para su esposa:
—¡No voy a seguir casado con una mala mujer como tú!
Lucien, salió de la mansión en su coche deportivo con rumbo al hospital a dónde había sido llevada su cuñada, él siempre estaba pendiente de ella, comía con ella, paseaba con ella y pasaba interminables tardes charlando con ella, mientras que, a Angelina, apenas la miraba.
En dos años, fueron contadas las veces que la tocó, el hombre parecía ser un tempano de hielo cuando estaba cerca de su esposa, parecía que en este mundo, no había nadie más a sus ojos y en su corazón que Taylor Miller, la viuda de su hermano mayor.
De la habitación conyugal que ocupaba con Lucien, Angelina, fue sacada por los sirvientes por la fuerza, la llevaron arrastrando hasta el jardín trasero, ahí ella fue castigada con odio por el viejo amo Black y por la hermana menor de Lucien, Robert Black, apenas se enteró de lo que le pasó a su nuera favorita, se enfureció y dejó que Angeline, se quedará ahí tirada en medio del frío invernal de finales de noviembre.
La crueldad de la familia Black, no tenía límites, odiaban a Angelina, por qué no la consideraban a la altura de Lucien, como esposa, él era un joven empresario exitoso, heredero de la fortuna Black, la despreciaban por qué ni siquiera había podido darles un heredero, sin saber que no pasaba por qué Lucien, no la tocaba y cuando lo hacía se protegía para no embarazarla, así de cruel era su marido con ella.
Angelina, tuvo que pasar por incontables humillaciones en esos dos largos años, ella soportaba todas esa vejaciones por qué tenía la esperanza de que algún día su marido correspondería su amor por él, pero ese día jamás llegó, el seguía enamorado de la esposa de su hermano sin importar qué hiciera Angelina, por ganarse su corazón.
Tirada en ese frío jardín, llorando sus últimas lágrimas amargas Angelina, se hizo una promesa, ella se marcharía de la familia Black, le daría la libertad a su esposo para que fuera feliz con Taylor, ya no se quedaría más a recibir su desprecio y su desamor.
— ¡No voy a confesar nada, por qué no he hecho nada, ahora me voy a levantar de aquí para marcharme, si intentan detenerme los denunciaré por maltratos a todos!
— ¡Eres una descarada!
<¡Splas! >
Valeria dio una fuerte bofetada a Angelina, lo que la llevó a caer al piso, sus lágrimas y su débil figura, habría causado un poco de compasión humana en cualquier persona, pero no en los Black.
Angelina, hizo un esfuerzo sobrehumano para levantarse de nuevo y subir las escaleras para tomar sus cosas, al llegar a la que había sido su habitación por dos años, ella llamó a su mejor amiga Diana Foster, empacó algunas de sus pertenencias y bajó, mientras caminaba los Black, todavía estaban ahí, pero Angelina, no les dió una sola mirada, ni siquiera al esposo que había amado tanto por tanto tiempo, solo dejó una frase para él :
*DIVORCIEMONOS*
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