"Ceci, ¡noticia bomba! ¡Alicia Silva ha vuelto al país!"
El mensaje de su amiga Beatriz Montero dejó a Cecilia Ramos algo aturdida. Alicia era la exnovia de Ander Rovira, su amor platónico de la juventud. Ander, en ese momento estaba con Cecilia, acababa de salir de la ducha y estaba envuelto en una toalla. Cecilia, temerosa de que él se diera cuenta, guardó rápidamente su móvil. Ander llevaba el mismo aroma del gel de baño que ella usaba, tenía una piel dorada y un cuerpo atlético. Se metió en la cama y fue directo al grano; sin demasiada técnica, pero siempre lograba que ella se perdiera en la pasión. Sus cuerpos eran perfectamente compatibles. Tras una noche intensa, Cecilia despertó con mucha sed y sintiéndose como si hubiera sido aplastada, con un dolor muscular insoportable. Notó que el otro lado de la cama estaba vacío y al girarse, vio a Ander buscando su ropa.
"¿Ya te vas?" Preguntó ella.
"Sí." Respondió él.
La cálida luz del hotel delineaba su figura distante. Cecilia lo observaba en silencio mientras se vestía, sin decir nada para retenerlo; ella sabía muy bien que era solo su amante ocasional. Durante dos años, cada vez que Ander volvía a Barcelona, la buscaba. Sus encuentros eran predecibles: cenar, ver una película, hacer el amor, a veces saltándose los dos primeros pasos. Solo veía su pasión en la intimidad de la cama.
Entonces escuchó a Ander decirle: "El regalo está sobre la mesa."
Esa fue la última frase que le dijo. Se dio la vuelta para irse, cerró la puerta tras de sí con un suave "click".
"¡Ceci! ¡Ander ha venido!"
Mientras Beatriz hacía gestos y muecas, la imponente figura de Ander ya había abierto la puerta de la consulta, su uniforme impecable llamaba la atención. Instintivamente, Cecilia levantó la vista y se encontró con sus ojos oscuros como la tinta, sin emoción en su rostro, solo una chispa de sorpresa al verla. Solo duró un segundo, y luego, sus ojos se apartaron discretamente. Ander tenía una expresión distante y fría, como si el mundo entero estuviera separado de él por una capa espesa y borrosa de niebla. Entonces, Alicia apareció detrás de él y descaradamente se sentó frente a Cecilia.
Ander comentó: "Una herida menor y ya quiere ver al doctor. En la escuela de vuelo he tenido heridas peores, y simplemente me las curaba yo mismo."
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