(COMPLETO) Mi Maldita Obsesión romance Capítulo 39

Bárbara Medina

Sé que me está ocultando algo pero no voy a insistir, bastante tengo con todos mis problemas. Pero es que me choca que no confíe en mí, en el tiempo que llevamos y pues yo he puesto toda mi sinceridad con él.

Pero con el tiempo se decidirá todo, para ver si vamos a estar juntos o solamente es otro aprendizaje para los dos. Pero quiera a Dios que si vamos a estar juntos sea sin esas discusiones constantes y que confiemos en ambos.

Escucho que suena el teléfono y contesto enseguida.

--Barby, tengo unas cuantas cartas que él mensajero dejó para ti, fue en la mañana pero ya ves como soy-indica mi secretaria.

--¿Es urgente revisar eso?-pregunté, porque la verdad tengo mucho trabajo atrasado.

--Se supone que sí, pero si estás ocupada está bien, puede ser luego-responde Rosa.

--Okey. Voy a revisar eso, pásamelo por favor-digo y cuelgo el teléfono.

Rosa llega enseguida y me entrega varias carpetas.

--Revisa con cuidado y me avisas para enviar los correos correspondientes-expresó ella.

--Está bien, así lo haré-expuse.

Yo en realidad no pongo mucha atención a esto porque pienso que cualquiera puede enviar información como de relajo y también mensajes inadecuados. Pero tengo que hacerlo por una sola razón, porque por ese medio de comunicación pueden enviar donaciones a las organizaciones y es obligatorio revisarlo.

Reviso poco a poco todas las cartas pero hay una que me llama más la atención, no tiene de quién envía y eso me preocupa un poco. Cuando la voy abrir Cristóbal entra y mira el pequeño desorden que hay arriba de mi escritorio.

--¿Y todo esto?-pregunta confuso.

--Cartas, las estoy revisando ¿Por?-pregunté.

--Sólo preguntaba... ¿Te ayudo?-vuelve y me pregunta.

--No, gracias-murmure y empecé a leer la carta.

Mis amenazas tienen muchas consecuencias cuando no se cumplen a la perfección, y estas siendo una señorita muy mala. Vuelvo y te lo repito, voy hacerles daño a todas las personas que estén cerca de ti... Te lo advertí nuevamente.

Estoy pasmada en el asiento, mi cara de terror y miedo son notoria ¿Qué carajo es esto? ¿Cómo es posible que allá gente así? Y pensar que les pueden hacer daño a las personas que quiero me aterra, me pone mal.

--¡Bárbara! ¿Qué pasa?-preguntó Cristóbal.- ¿Déjame ver que te escribieron?-indicó acercándose a mí.

--No, no...-susurre, pero fue demasiado tarde ya que tiene la carta en la mano.

Él la lee muy atento, su expresión cambia cada vez más mientras la está leyendo ¡Diosito que no pase nada! Conociendo a ese personaje no va a estar tranquilo con semejante amenaza.

--¡Con un demonio!-exclamó histérico, furioso y muy enojado.

--Tranquilízate...-digo cabizbaja.

--¡No me pidas que me tranquilice, cuando te están enviando estas porquerías!-dice rompiendo la carta.

--Cristóbal...-murmure.

--¡Lo voy a matar! ¡Lo voy a matar!-gritó furioso.

--No digas eso, tú no eres ningún asesino-establecí llegando hacía él.

--¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué?-pregunta.

--Por miedo... Miedo a que te pase algo, no quiero que nadie esté en peligro por mi culpa ¡Por eso me quería alejar! Pero no pude... No pude por ti porque no quieres, pero ahora es definitivo no voy a poner en peligro a más personas. Se terminó, lo que sea que tuvimos hoy se terminó-finalice con el dolor en mi alma.

--¿Qué? No, no, claro que no. Ni lo pienses porque no te voy alejar de mí-ordena él, dando dos pasos hacia mí.

--Ya lo decidí y así es. Todo terminó-respondí con calma.

--Vamos hablar, dame esa oportunidad, por favor-pide él.-Sólo eso, una cena, cuando salgamos del trabajo ¿Si?-dice nervioso.

Es que no sé qué hacer... Todo tan de repente, pero por todo lo que ha pasado se merece esa oportunidad.

--Okey, está bien-respondo no muy convencida.

--Gracias-contesta acercándose a mí pero retrocedo para que no me toque.

(...)

¿Por qué todo es tan difícil? De sólo pensar que puedo estar lejos de él se me forma un nudo en la garganta, pero todo sea por nuestro bien y así lo voy hacer. Aunque Cristóbal no va a dejar esto así por así, pero tiene que entender que las cosas a veces son así y no se puede hacer nada.

Cristóbal entra a mi oficina sin tocar, con su semblante serio y no tiene buena cara.

--¿Nos vamos?-preguntó.

--Sí, claro te estaba esperando-respondí y me levanté de la silla, me dirigí hacia la puerta.

Salimos los dos él al lado mío y con sus manos dentro del bolsillo, sin decir nada. Llegamos hacia su auto y nos subimos. El ambiente se torna tenso entre los dos.

--¿Alguna preferencia de un restaurante?-pregunta.

--No, donde sea estará bien-expresé sin mirarlo.

--Okey...-dice él.

Llegamos a un restaurante muy lindo y procedemos a bajar del auto. Entramos y nos sentamos.

Cristóbal llama al mesero...

--¿Qué quieres de cenar?-pregunta.

--No tengo hambre, sólo un jugo de naranja-indiqué.

--Okey, está bien. Como quieras...-indicó con la mano en su barbilla-. Quiera a Dios que esa, la que está ahí abajo no me extrañe pronto; aunque voy a estar siempre para ella-comentó con una pequeña sonrisa.

¡Y así es! Directo, directo y sin anestesia... Pero cómo soy Bárbara Medina y me gusta lo arriesgado ¿Por qué no volverlo loco a él? A los hombres les encantan que las mujeres les digan lo mucho que lo deseen, aun siendo mentira; y también decirle lo que sus palabras ocasionan en ellas. ¡Se sienten victoriosos! ¡El gran macho!

--Ella, la que está ahí abajo, te extraña muchísimo y quiere sentirte salvaje-susurre de lo más erótico posible.

Su expresión es de sorpresa, se afloja la corbata y pareciera que se está debatiendo entre hacerlo o no hacerlo. ¿Quién gana ahora? ¡He!

--Estás jugando con fuego y yo que soy el demonio puro...-amenaza.

--Pero no se preocupe señor Manckenzie, que esa la que está ahí abajo puede esperar todo el tiempo posible, pero mi pregunta será ¿Su pequeño amigo puede esperar?-pregunté con una sonrisa.

Soltó una carcajada de lo más sensual y niega con la cabeza.

--¿¡Pequeño dice usted señorita Medina!? ¿¡Pequeño!? Chistosita he... Mi amigo el pequeño puede esperar, claro que sí-dice con gracia.

Nuestra conversación se ve interrumpida por la prima de Cristóbal que nos saluda con alegría, va acompañado de un chico ojos lindo muy guapo.

--¿Qué haces aquí?-pregunta de inmediato Cristóbal.

--Entramos a cenar, te vimos y pasamos a saludar-dice sin más Carolina.

--Ah sí, entonces ya te puedes ir-comenta Cristóbal.

--Primito tranquilo... Vamos hablar un poco, deja la amargura-reveló y se sienta en la silla con él chico.

Estamos Cristóbal, Carolina, él chico y yo... En una mesa de cuatros lados.

Los primos están en una pequeña discusión y aprovecho para establecer una conversación con él chico que hasta ahora y por lo que me ha contado se llama Álvaro Montilla. Le pregunto cómo ¿Dónde trabaja? ¿Si estudia? ¿Si tiene novia? ¿De dónde conoce a Carolina? ¿Cuántos años tienes? Y no es de muy hablar porque todo contesta con sí y no.

--¿Terminaron su conversación?-pregunta Cristóbal con su mirada directamente dónde Álvaro.

¡Ya empezamos! ¡Ya empezamos! ¡Con los celos!

--No, pero qué más da-respondo.

--Carolina y él fulano esté ya se van ¿Verdad Carolina?-preguntó con desprecio.

--Se llama Álvaro Montilla y no es ningún fulano, señor Manckenzie-conteste.

Él me mira como ¡Me las vas a pagar y será con unas cuantas nalgadas! Pero no me intimida ya su mirada ¡Que se vaya a la mier...! No que pasa, si es el amor de mi vida.

--Fabulosa Bárbara, por fin encontró la mujer que lo ponga en su sitio-dijo Carolina feliz.

--Así es, la que manda aquí soy yo ¿No es así señor Manckenzie?-pregunté levantando una de mis cejas.

No dice nada y no para de mirarme ¡Si las miradas matará!

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