Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 208

La recepcionista sonríe y dice:

—No te preocupes. Alguien vendrá a buscarte más tarde. Por favor, espera un momento.

—¡Bueno, date prisa! —Luna aprieta los dientes y aprieta el puño. No esperaba que se preocupara tanto por Emilio.

Luna está ansiosa pero tiene que esperar a que el camarero venga a la recepción con la llave de la habitación de Emilio antes de llevar a Luna arriba.

Durante todo el proceso, Luna está tan ansiosa que quiere matar a la gente. Cada vez que quiere perder los nervios, tiene que soportarlo. En apariencia, está tranquila. En realidad, está muy preocupada.

Si no es por la etiqueta, quiere coger la llave del camarero y salir corriendo.

Así que Luna tiene que seguir insistiendo al camarero:

—Apúrate, va a morir...

—Señorita, no me presione más. Soy lo suficientemente rápido... —El camarero es casi empujado por Luna. También se queda sin palabras. Es la primera vez que ve a un invitado así.

Cuando por fin llegan a la puerta de Emilio, Luna sigue insistiendo:

—Abre la puerta. Date prisa.

Lo dice muchas veces a lo largo del camino. El camarero acelera sus movimientos, pero le resulta más difícil abrir la puerta. Intenta varias veces meter la llave.

Luna está muy preocupada. Cuando el camarero abre la puerta, Luna la empuja y corre rápidamente hacia la habitación.

Mira rápidamente a su alrededor, pero no hay nadie en el sofá ni en la cama.

Para su sorpresa, Luna no ve a Emilio desmayado en la cama, agonizando. Busca por toda la habitación, pero sigue sin ver su figura.

Luna incluso va al baño y rebusca en el armario, ¡pero sigue sin verlo!

El camarero se queda parado en la puerta y observa a Luna rebuscando en la habitación. Se acerca al momento y dice vacilante:

—Señorita, ¿se equivoca con la habitación? ¿O se equivoca en la situación? No hay ningún huésped en esta habitación como usted dijo, y nadie se desmaya en ella.

Por fin hay un ligero desdén en su tono.

—...

Luna se calma poco a poco en este momento. Está segura de que no se equivoca de habitación. Cuando vino, miró especialmente su habitación. Está al lado.

Esta situación sólo puede explicar una verdad. No es probable que Emilio se enferme en la habitación en absoluto. La única posibilidad es que haya salido temprano por la mañana, pero cuando salió, ¡no se lo dijo en absoluto!

Luna no tiene tiempo de pensar por qué lo hizo Emilio. Ante la mirada insatisfecha del camarero, Luna dice torpemente:

—Lo siento. Tal vez me equivoque. Mi amigo puede haber salido temprano por la mañana. Siento molestarle.

Las palabras de Luna hacen que el camarero sea más despectivo. Finalmente dice con paciencia:

—Está bien. No lo hagas la próxima vez, o nuestro trabajo será muy difícil.

—Lo siento mucho... —Luna se inclina repetidamente para disculparse y se avergüenza.

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