—¿Quién soy yo? —Emilio suelta una rara risa y no se enfada. —Soy tu marido, Luna. ¿Qué pasa? Me has abrazado fuerte hace un momento y ahora vuelves la cara y no lo admites.
Luna se da cuenta de que ha sido engañada de nuevo por Emilio y baja la cabeza.
Pero...
Luna sabe que Emilio es poderoso. Pero lo que ella pensaba es que sólo es el presidente de un grupo empresarial ordinario con medios especiales. Ahora, teme que Emilio siga teniendo una posición importante en los bajos fondos.
Es un miembro de los bajos fondos.
Luna lo identifica cuando piensa en la fila de hombres con trajes negros de ahora.
—Yo... Emilio... Nunca pensé que me casaría con un hombre de los bajos fondos... Yo... No quiero tener nada que ver con la gente del hampa... —Luna tiembla y se muerde el labio.
Emilio frunce el ceño. Entorna los ojos y la mira fijamente. —Luna, te digo que, sea buena o mala persona, desde que te has casado conmigo, ¡eres mi mujer!
—... —Luna no habla y agacha la cabeza.
Emilio se molesta cuando la ve. —Luna, no creas que no sé lo que pasa en tu corazón. Te digo que en esta vida no vas a huir de mí. Mientras yo esté aquí, nunca será posible.
Luna tiembla y se estremece violentamente. Su voz es escalofriante, como si viniera de una bodega de hielo en el infierno.
—Ya veo... Yo... No voy a... —El rostro de Emilio es sombrío y terrible. Luna no quiere causar más problemas. Después de todo, él la ha salvado hoy. Así que tiene que decirlo.
Emilio resopla y deja de hablar.
Luna piensa de repente en lo que él ha hecho para salvarla. Pensó que él nunca vendría a salvarla de todos modos, pero no piensa en ello...
Después de pensar un momento, Luna dice:
—Emilio, hoy... ¿Has venido a salvarme? Creía que no ibas a venir...
Luna quiere darle las gracias, pero no se da cuenta de que, antes de terminar, es interrumpida por la indiferencia de Emilio.
—Bueno, te salvé sólo para evitar que murieras y para torturarte más, ¿y tú? ¿Has hecho algo con ese gordo? Tengo curiosidad por eso. Ajá, ¿me he adelantado un poco? Emilio se queda mirando a Luna y dice riéndose.
Luna está aturdida. Está asustada. Teme que él la malinterprete. Rápidamente explica:
—No, no lo hice...
—¿De verdad? —pregunta Emilio, aparentemente en tono de incredulidad.
Luna está agradecida a Emilio por haberla salvado hoy, pero no esperaba que lo dijera. Además, él no parece creerla mucho. Aprieta los dientes de inmediato y dice:
—Emilio, te digo que nunca he hecho nada para traicionarte. Por favor, quita tus sospechas. Además, si has venido hoy antes, ¿cómo he podido sufrir semejante humillación? No vayas tan lejos.
Luna se queda atónita y se da cuenta de que Emilio la encuentra girando la cabeza para derramar sus lágrimas.
Sus ojos se enrojecen de nuevo al pensar en ello.
Emilio deja de hablar. Baja la mirada y se acerca a Luna. Le alcanza la mejilla.
Luna se sorprende y se sonroja por sus acciones. También está nerviosa e inquieta.
—Emilio... —Luna está tan nerviosa que su voz cambia.
Justo entonces, el conductor abre la puerta. Se queda fuera del coche y dice respetuosamente:
—Señor, estamos en casa.
Luna parece despertarse en un sueño. Cuando piensa en lo que acaba de suceder, se siente tan avergonzada que se da la vuelta para levantar los pies y se dispone a salir corriendo del coche.
Emilio parece tranquilo. Coge a Luna y le pone un abrigo. La levanta y sale del coche.
Luna no puede decir en qué estado de ánimo se encuentra en este momento. Sólo puede sujetar su manga con fuerza y dejar que Emilio la levante.
Cuando la criada lo ve, se da cuenta inmediatamente de que el amo siente algo por la señora.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje