Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 70

Emilio no entiende a la mujer que tiene delante. Emilio sigue aturdido cuando Luna se inclina y le sujeta la herida del dorso de la mano.

¿Es esta mujer realmente la zorra que él siempre cree que es?

El hombre al que Emilio apartó de una patada se levanta y se precipita de nuevo.

Emilio ha respondido. Vuelve a poner a Luna en sus brazos. Cuando lo aleja de una patada, salen corriendo de la multitud.

—¡No dejes que se escapen!

—¡Para!

—¡Atrápenlo!

Esos gángsteres se están poniendo al día de nuevo.

Pero en ese momento, los subordinados de Emilio finalmente llegan.

Cinco coches de lujo se detienen en la puerta del aeropuerto. Un grupo de guardaespaldas trajeados sale corriendo del coche.

Algunos de ellos protegen a Emilio y Luna mientras otros se apresuran a luchar contra los mafiosos.

Un hombre que parece ser el líder de este grupo de guardaespaldas se acerca a Emilio y le hace una reverencia,

—Señor, llegamos tarde.

Emilio le mira fríamente y señala a los mafiosos.

—¡Maldita sea, mátalos!

El hombre asiente y deja atrás a unas cuantas personas y se acerca corriendo.

Luna los observa luchar. Mira a Emilio con duda y dice,

—¿Qué pasa?

En lugar de responder a Luna, Emilio agarra la suave manita de Luna.

Mira el corte rojo en el delicado dorso de la mano de Luna y se vuelve hacia la gente que le rodea y dice,

—Trae al doctor.

El hombre asiente y se marcha.

Emilio se quita la corbata y envuelve la herida de la espalda de Luna. Pero ella sigue sangrando.

La cara de Luna se pone pálida. Emilio coge a Luna y la mete con cuidado en el coche.

Enciende un cigarrillo tranquilamente y los observa pelear con frialdad.

Luna mira la cara de costado y los ojos indiferentes de Emilio a través de la ventana.

Parece estar acostumbrado a la escena. Parece indiferente.

Luna ha estado mirando a Emilio. No sabe que la herida del dorso de su mano ha estado sangrando. La corbata no puede detener su sangrado.

La corbata azul oscuro se empapa de sangre y se vuelve fría y pesada. Luna siente la sangre caer sobre sus rodillas.

Luna se asusta de repente y se desmaya.

Emilio ve a Luna retroceder. Está tan nervioso que la ayuda a apoyarse en su hombro.

En ese momento, el hombre que está fuera de la ventana se acerca de repente a la parte delantera del coche y se inclina respetuosamente:

—Señor, se ha resuelto.

Emilio le dirige una mirada fría y asiente.

—Límpialo. Si la policía te pregunta, ya sabes cómo responder.

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