Dilema entre el Odio y el Amor romance Capítulo 123

Ella no se movió, y Carlos, que la tenía abrazada por detrás, cumplió su palabra y la mantuvo en sus brazos hasta que su respiración se calmó.

Estefanía intentó girarse para mirarlo, pero él no reaccionó.

Carlos se había quedado dormido.

Incluso en sus sueños, fruncía el ceño con una arruga entre sus cejas.

Estefanía ya no podía dormir; se quedó mirando fijamente su rostro por un largo rato.

Carlos era el hombre más guapo que ella había visto en toda su vida, y cualquier adjetivo se quedaba corto para describirlo.

Había heredado todas las buenas cualidades físicas de sus padres y, desafortunadamente, también sus defectos de carácter: era violento, sombrío, frío y orgulloso.

Sin embargo, Estefanía se había enamorado de este hombre con un carácter tan difícil, y él la había dejado hecha pedazos, tanto física como emocionalmente.

...

Al amanecer, en casa de los López.

Antonio López miró a Fabiola, que estaba sentada a la mesa, revolviendo distraídamente la avena y no pudo evitar dejar caer su cuchara con fuerza, diciendo en voz baja: "Si no tienes clases el viernes, ¿por qué no pasas por la empresa? ¿O tal vez podrías llamar a algunos amigos de la escuela para salir a comer?"

"Como si ir a la empresa sirviera de algo, ¿para qué preocuparme?", intervino Laura en defensa de Fabiola.

La Compañía de Entretenimiento López estaba en medio de una tormenta y Carlos no mostraba interés en ayudar.

Además, después de que se quedaron con un millón dólares que Carlos le había dado a Estefanía para irse al extranjero, Carlos les había advertido que no le pidieran favores a abuelo Mendoza.

"¡Qué habilidad la tuya, regañar a tu hija!", exclamó Laura con enojo.

"¿Y qué se supone que hagamos Fabiola y yo? Yo también juego cartas para congraciarme con esas señoras ricas", replicó Laura con convicción. "¿Acaso no contribuyo también a tus conexiones?"

"¿Cuánto perdiste ayer?", preguntó Antonio después de unos segundos de silencio, con el rostro tenso.

"No mucho, solo cientos de miles", respondió Laura, algo insegura, mientras se acomodaba el cabello y bloqueaba la mirada acusadora de Antonio con su mano.

Antonio sintió que le faltaba el aire.

Miró a Laura, sin poder articular palabra, y aunque era cierto que la había malacostumbrado a gastar sin control, de repente notó una pulsera de jade en la muñeca de Laura.

Después de unos segundos de silencio, giró la cabeza hacia Fabiola. "Los regalos que Carlos y la familia Mendoza te han dado en estos años, ¿son como veinte piezas?"

"¿A qué te refieres, papá?", preguntó Fabiola sorprendida.

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