Dilema entre el Odio y el Amor romance Capítulo 144

Recordó que hubo un tiempo en que ella también era como Joaquín, esperaba tercamente a que Carlos, que no llegaba a casa a la hora, volviera. No importaba cuánto se lo insistiera Natalia, ella quería esperarlo para cenar e irse juntos a descansar a la habitación.

En aquel entonces, Carlos también estaba ocupado.

O mejor dicho, siempre estaba ocupado.

Pero en aquel tiempo, aunque Carlos apenas le dirigiera un par de palabras en la cena o le diera las buenas noches antes de dormir diciéndole que no leyera hasta tarde, ella se sentía feliz en secreto por mucho tiempo.

Ahora que lo pensaba, no era más que buscar pedacitos de dulce entre los cristales rotos, sólo era un deseo unilateral.

Una brisa fresca sopló suavemente, trajo consigo el aroma tenue de unas rosas ya un poco marchitas y el olor intenso de las flores de guayaba, era sorprendentemente agradable pero también un poco punzante.

"Joaquín, ¿tienes frío?", le preguntó.

Joaquín se levantó del suelo, corrió hacia donde estaba Estefanía y se acurrucó en su regazo con sus manitas frías.

"¿Entramos? Ya casi están listas las albóndigas de camarón fritas". Estefanía convenció a Joaquín entre mentiras y caricias para que entrara a la casa.

Eran casi las ocho y ni Carlos ni Rafael habían llamado.

Natalia quería darles una sorpresa, así que no los había llamado con antelación para apurarlos, pero ahora parecía que no volverían esa noche.

"Vayamos a cenar, el niño está hambriento", dijo Estefanía después de un largo silencio con tono suave a Natalia.

"Pero preparé muchos platos...". Natalia dijo con dudas.

"Comamos juntas, es lo mismo", dijo Estefanía sin dejar que Natalia terminara, "Él debe estar ocupado, así que no lo esperemos y no lo molestemos".

Joaquín parecía algo triste, si su papá o mami no estaban, la familia no estaba completa, pero afortunadamente, Estefanía estaba allí por primera vez para su cumpleaños.

Si no fuera porque Estefanía apareció de repente, quizás ya sería la respetable Sra. Mendoza.

Nunca olvidaría el día que se graduó de la escuela de cine. Carlos y Ulises habían prometido ir a buscarla para celebrarlo, pero Carlos no fue, sólo Ulises asistió.

Desesperada, corrió a la casa de los Mendoza para confrontar a Carlos por romper su promesa, pero se encontró con una escena que nunca olvidaría.

"¿Te duele?". Carlos estaba sentado en los escalones de la entrada de la antigua casa de los Mendoza con Estefanía en su regazo.

Tomó el antiséptico y las vendas que le dio el sirviente y cuidadosamente trató las heridas en los muslos y las rodillas de Estefanía.

Estefanía intentó retraer su pierna por el dolor, pero Carlos la sujetó firmemente sin dejarla moverse.

Las lágrimas cayeron por el dolor y Carlos, bajando la cabeza, besó las lágrimas de su rostro y la consoló: "Tranquila, ya pasará el dolor después de desinfectarlo".

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