Estefanía le echó una mirada rápida, notó las ojeras marcadas bajo sus ojos y entendió que en esos días había estado tan ocupado que apenas descansó. Después de un rato, decidió romper el silencio con voz baja: "Ya hablé con el doctor, en un par de días me darán de alta y regresaré a casa sola, no tienes por qué complicarte".
"Bueno", respondió Carlos con un tono apático.
El silencio se presentó entre ellos otra vez.
Estefanía sintió que su pelo ya estaba bien seco y dijo en voz baja: "Listo".
Al decir eso, extendió la mano para desconectar el secador de pelo.
Carlos estaba por hacer lo mismo y sus dedos se tocaron accidentalmente.
Estefanía retiró su mano de inmediato para no prolongar el contacto.
Carlos aún no había retirado su otra mano de entre los mechones de cabello detrás de su oreja, se quedó en silencio por unos segundos, luego se inclinó y la besó casi por instinto.
Por alguna razón, Estefanía no evitó el beso de Carlos esta vez.
Él soltó el secador y la abrazó con fuerza.
Antes de que sus labios se tocaran, la respiración de Carlos ya estaba impregnada de un aroma a hormonas.
Carlos había hecho un viaje rápido a Esperanza Nueva, estuvo tan ocupado con el trabajo internacional que apenas dormía tres horas al día.
Sin embargo, justo unas horas antes, había soñado con Estefanía durante un descanso y eso lo había traído de vuelta.
No entendía cómo Estefanía había impregnado una imagen tan profunda en él, siempre que paraba en su trabajo o incluso durante el trabajo, la imagen de ella inundaba su mente.
Al ver que no respondió, Carlos intuyó que el recuerdo doloroso aún la atormentaba. Luego de pensarlo, giró su cuerpo en sus brazos.
Estefanía no sabía qué le pasaba, pero una sensación desconocida inundó su ser y dejó su mente en blanco.
Sólo después de unos diez segundos se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
Esta vez, él ni siquiera la había tocado.
Carlos notó el temblor en su cuerpo, se detuvo y soltó sus labios.
Cuando Estefanía volvió en sí, en ese breve momento en que sus miradas se cruzaron, ella no se atrevió a mirarlo a los ojos.
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