Ella vio que Joaquín sólo tenía polvo en su cuerpo y su frente estaba intacta, así que lo abrazó con fuerza en sus brazos y le dijo suavemente: "¡Ya está, ya pasó! ¡No llores! Joaquín es fuerte, ¡los fuertes no lloran!".
Isabel, que al principio se había asustado un poco, los siguió unos pasos, pero al ver de lejos que Natalia había revisado a Joaquín y parecía que no le había pasado nada, se detuvo nuevamente.
Respiró aliviada y le dijo fríamente a Natalia: "Si no es nada, entonces sube al niño".
Ella no quería niños, y menos aún el hijo de Estefanía.
Si no fuera porque temía que Carlos preguntara y luego le echara la culpa, a ese niño no lo querría ver ni en pintura.
Estefanía vio cómo Isabel se volvía y se alejaba, así que apretó más fuerte a su hijo en sus brazos.
Ella era muy indiferente con Joaquín. Aun si no le gustara, era su hijo de sangre.
Después de un silencio, Estefanía se levantó del suelo, cargó a Joaquín en brazos y caminó hacia la puerta. Allí lo puso suavemente en el suelo, le secó las lágrimas y dijo en voz baja: "Ya no llores, ¿sí? La señora vendrá a verte cuando pueda, ¿está bien?".
Joaquín entendió que Estefanía tenía que irse, la miró fijamente y sollozó en silencio sin hacer ruido.
Detrás de ellos, Isabel les echó un vistazo y dijo con el ceño fruncido: "¡Sólo sabe llorar, qué molesto!".
"¡Eres una mujer mala!". De repente, Joaquín se volteó y le gritó a Isabel.
Natalia nunca había visto al Sr. Joaquín actuar así, él siempre había sido muy educado, con una inteligencia emocional alta y controlaba bien sus emociones, no era como otros niños de tres o cuatro años que siempre estaban de mal humor.
"¿Qué estás diciendo?". Isabel se quedó sorprendida y no pudo evitar fruncir el ceño.
"¡Hiciste que golpearan a mi señora!". Joaquín continuó gritando.
"¡Qué estás diciendo, niño! ¡Deja de decir tonterías!". De repente, Isabel recordó que la última vez que habló con Celeste, le pidió que le diera a Estefanía un par de bofetadas en el set para que pasara un mal rato, seguramente Joaquín había escuchado eso.
Estefanía levantó la mirada y la fijó en ella.
La última vez fue en el jardín de infancia cuando golpeó al papá de aquel gordito.
Nadie le había enseñado eso a Estefanía antes, pero con el tiempo lo aprendió.
Aunque esa mujer fuera la madre de Joaquín, Estefanía no tenía la intención de mostrar la menor piedad.
Isabel escuchó a Estefanía decirlo frase tras frase y comenzó a sentir pánico. Frunció el ceño y dijo: "¡Este es territorio de la familia Mendoza! Te advierto que no...".
No logró terminar la frase cuando la mirada gélida de Estefanía ya se había fijado en ella.
"¿No qué?", preguntó Estefanía con una sutil sonrisa fría en los labios.
Isabel ni siquiera tuvo tiempo de responder cuando de repente todo se volvió oscuro ante sus ojos y se encontró en el suelo derribada por el golpe de Estefanía.
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