"¿Por qué tendría que darle plata?". Carlos le lanzó una sonrisa burlona y replicó.
No había dicho ni una palabra sobre ayudar a Isabel con ese problema.
Le explicó el asunto con lujo de detalle a Estefanía para recordarle que tuviera cuidado, por si acaso alguien notaba que algo raro pasaba con ella.
Hizo una pausa y siguió: "El anciano se va a encargar de eso, yo no me voy a meter".
Estefanía lo miró pensativa y no dijo nada.
Ella sospechaba que Carlos ya se había dado cuenta de que Penélope era ella.
...
Al día siguiente, el chisme de que Isabel había plagiado se calmó un poquito en internet.
Estefanía le pidió a su amigo que quitara sin hacer ruido el tuit que estaba fijado en la parte superior.
Justo después de borrarlo, le cayeron a su cuenta los últimos veinte millones. Revisó rápidamente de dónde venía la plata y, efectivamente, era de la cuenta personal de Benedicto. Carlos no había metido las manos.
No aprovechar la oportunidad de hacer billete era de tontos.
Estefanía miró el dinero extra que había en su cuenta y arqueó las cejas.
Eran treinta millones que llegaron muy fácil, no tenía por qué no aceptarlos. Además, después de dos días de escándalo, ya obtuvo toda la atención que necesitaba, y mucha gente en internet ya había empezado a comparar las pistas de audio por su cuenta. Que su amigo borrara las pruebas o no, ya no cambiaba nada.
La carrera de Isabel estaba en su mejor momento y este asunto arruinaría su posición en el mundo de la música seguro.
"¿Viste el anuncio que acaba de lanzar "Melodías de América Latina"?". Margarita se acercó de repente y le susurró a Estefanía.
Mientras hablaba, le pasó su celular, había una lista de cantantes nacionales invitados a un gran evento musical en el extranjero.
Habían invitado a diez personas y no estaba el nombre de Isabel.
Al medio día, con el calor que hacía y Estefanía llevando ese disfraz pesado, la verdad era que le vendría bien algo fresco.
"Iré contigo", dijo Estefanía. Ella había prometido invitar a Margarita, así que se levantó para ir con ella.
Margarita se fue del brazo con Estefanía toda contenta.
Era viernes, había menos clases y algunos estudiantes ya se habían ido a casa, así que la heladería estaba bastante vacía.
Estefanía no era ninguna actriz famosa, no le importaba si alguien la encontraba con su disfraz, así que se puso junto a Margarita en el mostrador a elegir helado.
"Te recomiendo el de chocolate o la combinación de leche con chocolate, nuestro chocolate es importado directamente desde el extranjero por avión, es súper cremoso", les recomendó el empleado con entusiasmo.
Estefanía lo pensó un rato y se dio cuenta de que si se comía una barra entera de chocolate, ese día no iba a poder cenar, y que a medianoche le iba a dar mucha hambre.
"Prepárale un combo". De repente, sonó una voz conocida desde detrás del mostrador.
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