"¡Menos mal que no tiraste el café en la cara de Estefanía! ¡Si le hubieras dado, estarías acabada!". Margarita le gritó a Fabiola con voz alta: "¡Te habría cortado esa carita bonita! ¡Para que aprendas a no hacer maldades!".
"Ya déjala". Estefanía agarró a Margarita, que seguía queriendo atacar a Fabiola con uñas y dientes y le dijo con el ceño fruncido y en voz baja: "Vámonos. No hay que rebajarnos a su nivel".
Fabiola quedó completamente aturdida, miró a las dos con los ojos y la boca bien abiertos.
En el momento que Estefanía controló a Margarita, se giró hacia Fabiola y le dijo: "¡Vete!".
Después, con una voz que sólo ellas dos podían escuchar, le dijo a Fabiola: "Esto es la teoría de la víctima, ¿entendido?".
Fabiola se quedó pasmada un momento. De repente, lo entendió.
"¡Ah!". Al ver cómo se alejaban Estefanía y Margarita, Fabiola gritó y sintió las miradas extrañas de la gente de su alrededor mientras la señalaba y cuchicheaban. No pudo evitar patalear furiosamente en el vestíbulo del hotel.
¿Por qué? ¿Por qué después de volver del extranjero Estefanía pareció convertirse en otra persona? ¿Por qué siempre terminaba perdiendo contra ella?
¡Tenía todo planeado para ese día y había arreglado toda la secuencia de eventos!
Un guardia de seguridad que la encontraba repulsiva, se acercó y le dijo: "Por favor, váyase ya y no siga haciendo un espectáculo aquí, está molestando a los otros huéspedes. ¡Sabe que quienes vienen aquí son gente con clase!".
Fabiola se sintió humillada públicamente por primera vez en su vida, con tantas miradas sobre ella, sintió que había perdido toda dignidad.
"¡Suéltame! ¡O llamaré a la policía!", gritó Fabiola.
Estefanía y Margarita ya estaban en el ascensor cuando escucharon que Fabiola seguía gritando. Margarita no pudo resistirse, sacó su celular y dijo con maldad: "Entonces yo le ayudaré a llamar a la policía para que pruebe un poco de la justicia social".
Ya que Fabiola lo había pedido, Margarita estaba más que dispuesta a ayudar.
...
Media hora después, un patrullero llegó al lugar.
Estefanía sabía que él estaba ocupado y se quedó en silencio.
Cuando Carlos llamó, Margarita también tuvo tacto y se calló.
El silencio llenó la habitación y Carlos pudo escuchar las sirenas de abajo.
Detuvo su trabajo por un momento, miró a Estefanía y notó enseguida el leve enrojecimiento de su cuello.
"¿Te lastimaste?", preguntó frunciendo el ceño.
El cuello de Estefanía no estaba muy quemado, al parecer, la temperatura del café debió haber estado por encima de los cincuenta grados, pero no fue suficiente para quemarla.
Antes de que ella pudiera decir algo, Carlos se puso serio.
"Yo me encargaré de esto. No tienes que preocuparte más". Después de decir eso, colgó la videollamada de inmediato.
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