Dilema entre el Odio y el Amor romance Capítulo 263

Estefanía solía tomarse una en la mañana y otra por ahí de las ocho o nueve de la noche.

"Hoy fui a ver a Joaquín", contestó Estefanía siguiendo la corriente de la conversación.

No pudo evitar que se le escapara una sonrisa, su torpe hijo seguro debía estar super contento de que Estefanía lo hubiera ido a visitar.

Justo cuando iba a responderle algo, le llegó otro mensaje de Estefanía: "Hoy Benedicto fue al jardín de infantes a buscar a Joaquín, dijo que lo extrañaba mucho y quería que volviera con los Mendoza. Cuando el abuelo Laureano se enteró, se enfureció".

"Qué tal si dejamos ir a Fabiola, Benedicto dijo que si no hacemos un escándalo con eso, ya no va a pelear con la familia Muñoz por la custodia Joaquín".

Carlos se quedó mirando esas palabras de Estefanía por un rato.

Ella realmente tenía que querer mucho a Joaquín para estar dispuesta a ceder así.

La verdad, él sólo quería darle una lección a Fabiola y a Benedicto. Lo que sucediera con Fabiola dependía completamente de lo que Estefanía quisiera, si ella decía que Fabiola debía ir a la cárcel, él haría que se pudriera tras las rejas.

Pero si ella, por el bien de su hijo, estaba dispuesta a perdonar a Fabiola, entonces él también.

"Entendido". Después de un momento, respondió con una palabra.

Pensó un poco y le mandó otro mensaje: "Te extraño".

Especialmente al pensar que pasado mañana, Estefanía se convertiría oficialmente en la Sra. Mendoza, y a pesar de haber estado despierto durante horas, la simple idea lo mantenía en vela.

Cuanto más se acercaba la fecha, más le costaba dormir.

Quizás era porque la había esperado mucho tiempo, su deseo de verla se volvía más urgente.

"Yo también". Después de un buen rato, Estefanía respondió con dos palabras.

Carlos no pudo evitar sonreír de nuevo, frotó con el pulgar esas dos palabras por un buen rato.

"Trata de dormir temprano, Sra. Mendoza", le dijo en voz baja.

Esa tarde había fingido su malestar, pero en realidad fue al centro a buscar un regalo para Estefanía y encargó una tarta helada.

Calculó el tiempo y tras esperar un poco, bajó a la recepción del hotel a recoger la tarta que había reservado.

Ya era tarde en la noche.

Margarita estaba aburrida sentada sola en la zona de descanso, mirando la tarta en frente de ella y esperando a que Estefanía volviera para subir juntas.

Le había comprado a Estefanía un regalo de boda, un broche y unos gemelos, el broche era para Estefanía y los gemelos para Carlos, y ya se estaban calentándose con la temperatura de su cuerpo en su bolsillo.

Pasaban los minutos y Margarita levantó la vista hacia el reloj del vestíbulo, faltaba poco para las doce.

Estefanía había dicho que volvería en menos de media hora, pero ya había pasado una hora y el pastel de helado estaba a punto de derretirse.

Por alguna razón, Margarita tuvo un presentimiento no muy bueno en el fondo de su corazón.

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