Mientras tanto, el criado que estaba tocando la puerta no esperó más, usó la llave para abrir la puerta y entró de golpe.
Un grupo de gente se amontonó dentro y al ver a Omar tendido en el suelo, inconsciente y con la sien sangrando, se quedaron de piedra.
El criado que llevaba la comida le lanzó lo que tenía en las manos a Estefanía con todas sus fuerzas: "¡Puta! ¡¿Cómo te atreves a herir a nuestro joven maestro?!".
El caldo caliente le cayó encima a Estefanía y los pedazos de porcelana que salpicaron le cortaron la piel expuesta en innumerables lugares.
Estefanía no pudo evitar apretar los dientes del dolor.
Pero en ese momento no podía preocuparse por eso, rápidamente escondió el celular detrás de ella, se levantó y retrocedió hasta quedar pegada a la pared, y en secreto tiró el celular en la rendija debajo de la cama.
El criado que estaba frente a ella comprobó la respiración de Omar y, al ver su apariencia débil, agarró una cadena de hierro que estaba por ahí y empezó a azotar a Estefanía sin piedad.
La cadena golpeó justo en la parte interior de la pierna de Estefanía, no pudo controlar su impulso y cayó de rodillas.
La cadena seguía cayendo sobre ella como una tormenta feroz mientras la azotaba sin cesar.
Estefanía extendió su mano para proteger su cabeza y, acurrucada en la esquina, aguantó el dolor intenso sin emitir ni un sonido.
...
En el aeropuerto de Esperanza Nueva.
Javier marcó por quinta vez el número de Estefanía y ella seguía sin contestar.
Adriana estaba parada al lado de Javier con una maletita, miró hacia arriba le preguntó: "¿Estefanía no contesta?".
Javier miró hacia abajo, le sonrió a Adriana y dijo: "No te preocupes, debe estar ocupada, vayamos a la casa de Hugo primero".
"Pero...". Adriana frunció los labios y dibujó círculos en el suelo con la punta del pie, parecía un poco triste.
Ese día era el cumpleaños de Estefanía.
Ambos, el mayor y la pequeña contuvieron la respiración y miraron la pantalla del celular.
¡Era una llamada de Estefanía!
"¡Contesta, contesta!". Adriana estaba tan ansiosa que lo apuró.
Javier se calmó y contestó la llamada, llevó el celular al oído y preguntó como si nada: "¿Hola? ¿Por qué no contestabas?".
"Shshsh...". Del otro lado de la línea sólo se escuchaba un zumbido.
"¿Estefanía?". Intentó llamarla otra vez.
"Shshsh...". La voz que venía del otro lado seguía siendo un zumbido eléctrico, no se escuchaba ninguna palabra clara.
Unos segundos después, la llamada se cortó.
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