Carlos se arrodilló al lado de la cama, bajó un poco la cabeza y se acercó a ella, sus fríos labios tocaron los párpados hinchados de Estefanía.
Ella estaba tan golpeada que tenía moretones en los ojos y la cara tan hinchada que estaba irreconocible, pero para él, ella seguía siendo esa niña pura y hermosa.
"Ya no estarás bonita si lloras", le dijo mientras besaba las lágrimas alrededor de sus ojos y la consolaba con voz suave.
Estefanía aspiró suavemente por la nariz.
Aunque no se hubiera mirado en el espejo, sabía que no podía verse bien.
Pero para no verse aún más desastrosa y al menos parecer presentable en su cumpleaños, decidió aguantar las lágrimas.
Carlos la miró con una mirada intensa y al verla llorar hasta que la punta de su nariz se puso roja, no pudo evitar sonreír levemente. Extendió su mano para quitarle la máscara de oxígeno y le limpió cuidadosamente las lágrimas y mocos de su rostro.
Cuando él retiró su mano, Estefanía ya había logrado calmarse bastante.
Volvió a respirar hondo y le preguntó: "¿Y el pastel?".
Carlos no esperaba que Estefanía despertara tan pronto después de la cirugía y no había preparado un pastel de cumpleaños, y el regalo de boda se había quedado en el auto.
Pensó un momento, sacó su celular, abrió una foto, se la mostró y dijo: "Lo había pedido con días de antelación, pero no lo traje".
Al ver la imagen del pastel de tres pisos especialmente hecho para ella con su nombre, Estefanía reflexionó un momento y, con esfuerzo, levantó su mano, cerró los ojos, juntó sus manos y pidió un deseo.
Después de medio minuto, abrió los ojos y sopló suavemente hacia el celular. Era como si le hablara a Carlos, pero también como si hablara consigo misma, y dijo en voz baja: "Listo, ya pedí mi deseo".
"¿Qué deseo pediste?", preguntó Carlos, igual que hacía cinco años atrás.
Estefanía giró la mirada hacia él y le respondió con tranquilidad: "Ahora entiendo".
"¿Entendiste qué?", preguntó Carlos, bajó el celular y le dio un beso cariñoso en la mejilla.
Adriana miró la puerta del cuarto por un momento y luego alzó la vista hacia Javier.
Javier bajó la cabeza ligeramente, su flequillo un poco largo evitaba que le llegara la luz y ocultaba la expresión de su rostro, Adriana no podía verla claramente.
Pero en ese momento Adriana finalmente entendió quién era la persona que Estefanía realmente quería.
"Hermano", lo llamó Adriana con cuidado.
Ella estaba un poco asustada de cómo estaba Javier en ese momento, aunque él no estaba enojado ni decía nada.
"Vamos", dijo Javier después de un momento mirándola y respondiendo suavemente.
La persona que Estefanía necesitaba ya estaba con ella en la habitación. Si ellos entraban en ese momento, serían como un estorbo.
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