Dilema entre el Odio y el Amor romance Capítulo 40

"Tu papá se va a preocupar, ¡vamos, vuelve a casa!", ella insistió con dulzura.

Además, ella no tenía hijos, ¡y ahora hasta el guardia de seguridad pensaba que tenía un hijo de tres años! ¡¿Cómo iba a vivir con eso?!

"No volveré". Joaquín puso cara triste y respondió con terquedad.

Acto seguido, arrastró su banquito y se sentó frente a Estefanía. "Señora, Joaquín tiene hambre".

Ya había pasado de las seis y no sólo el niño, sino que Estefanía también estaba que se moría de hambre.

Ella suspiró y le dijo con resignación y seriamente a Joaquín: "Después de cenar tienes que volver, no te puedes quedar".

Sacó su celular, pensaba pedir comida a domicilio.

Pero al ver la carita de pena del niño frente a ella, guardó el celular, se levantó y fue a la heladera a buscar algo de verduras y fideos.

Ella podía arreglárselas con comida a domicilio, pero el niño no.

Lavó las verduras y al volver a la sala, vio que Joaquín había encendido la tele y sintonizado el canal de dibujos animados, estaba viéndolos muy seriamente.

¡Eso sí que era un misterio! Su tele tenía seguro para niños, ¿cómo la había encendido?

Se quedó pensativa unos segundos, luego se rio de sí misma y negó con la cabeza. Seguramente estaba equivocada y no había apagado la tele.

Preparó una sartén de salsa de carne y mientras esperaba que el agua hirviera para cocer la pasta, volvió a sacar su celular.

No tenía el contacto de la familia Mendoza, pero recordaba el antiguo número de Carlos.

Cuando él le regaló ese celular, sólo tenía guardado su número y durante mucho tiempo, todas las llamadas que hacía eran para Carlos.

Ese número estaba tatuado en su memoria, era imposible de olvidar.

Después de pensarlo un par de minutos, marcó ese número.

Estefanía terminó de colocar los utensilios y echó un vistazo a la tele. Era una noticia en vivo, había una mujer agarrada del brazo de Carlos, probablemente estaba en alguna alfombra roja de un festival de cine.

Carlos no le había mentido, estaba en el extranjero.

Lo observó ajustarse el audífono inalámbrico en su oreja izquierda, seguro que estaba en el evento hablando con ella por teléfono, por eso había tanto ruido.

Miró un poco más a la mujer sexy a su lado y luego, como si nada, le dijo a Joaquín: "Ven a comer tu fideo".

Joaquín corrió felizmente hacia ella con sus cortas piernitas y exclamó: "¡Qué rico huele!".

Estefanía miró la poco apetecible presentación de los huevos revueltos con tomate y alzó una ceja. Ese chico debía estar bromeando para decir que eso olía bien.

Joaquín se subió a la silla por su cuenta, esperó pacientemente a que Estefanía le sirviera el plato y cuando tomó el plato, dijo instintivamente: "¡Gracias, mami!".

Estefanía se quedó paralizada de nuevo, giró la cabeza para mirar a Joaquín.

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