Divina Vida romance Capítulo 22

Camino detrás de Jeanne quien lleva su bolso en la mano y esquiva los arbustos de la mansión con un paso firme, pese a que fue una conversación intensa y reveladora Jeanne parece recomponerse rápidamente y borrar de su rostro las lágrimas de hace unos minutos.

Cuando esquivamos el quinto arbusto de camino a la puerta principal, Jeanne lanza una de sus manos hacia atrás y me hace una señal para que una mi mano con la suya. Es un gesto mínimo pero que me hace sentir un subidón de energía desde mi estómago y sonrío nerviosa, Jeanne Nizzari puede descolocarme con un simple gesto.

Caminamos de la mano en el oscurecer de la noche, Jeanne agarra mi mano firme pero con delicadeza, puedo sentir su calor a través de sus dedos y es increíble lo cómoda que me puedo sentir con Jeanne solo con nuestras manos entrelazadas, últimamente nuestra vida se había complicado y bueno... Jeanne y yo apenas habíamos podido acercarnos luego de todo aquello. Hoy parecía ser una noche en la que podríamos dejar todo de lado por unas horas y disfrutar de lo que llaman vida.

-¿Quieres una copa de vino?-me pregunta Jeanne una vez que llegamos a la puerta principal.

-Claro-digo asistiendo y mostrando mi pulgar, Jeanne ríe y entramos a la mansión aún con nuestras manos unidas.

-No quiero soltarte pero debo ir a chequear si Marie está durmiendo-asiento y dejo que su mano abandone la mía, Jeanne se me queda mirando unos segundos con sus ojos brillosos y luego de negar con la cabeza se gira y camina hacia las escaleras.

¿Acaso quería decirme algo? No lo sabía, a veces Jeanne demoraba en decirme lo que pensaba, esta vez supuse que no sería la excepción así que la dejé irse sin más. Por mi parte dejé mis cosas en el salón y luego me fui directo a la cocina a servir dos copas de vino, definitivamente luego de todo lo sucedido con Beatriz, Jeanne y su empresa me habían dejado agotada mentalmente y necesitaba un descanso de todo aquel mundo.

-Empezaste sin mi-Jeanne entraba por la puerta de la cocina, se había quitado la parte de arriba de su traje y ahora solo llevaba una blusa delgada blanca suelta.

-Lo siento, necesitaba un trago- dije lamentando, Jeanne río en respuesta y recibió la copa que le tendía, en un rápido movimiento sus labios besaron los míos, fueron apenas unos segundos pero los suficientes para dejarme perdida en Marte.

-¿Otra vez entonces tomaremos vino en la cocina hasta perder la conciencia?-pregunté con voz juguetona y Jeanne negó con su cabeza.

-Esta noche la verdad lo único que espero es poder compartir mi cama junto a ti...-sus ojos me observaron fijamente mientras sus labios estaban ladeados, Jeanne Nizzari era una mujer hermosa y lo suficiente atractiva como para dejarme con las piernas temblando en cosa de segundos.

-Vale, acepto-dije a los pocos segundos y Jeanne celebró tomando un largo sorbo de vino.

-Creo que no hemos tenido un descanso en varias semanas, desde la cena con...bueno, ¿Para qué recordarlo? ¡Que se joda Beatriz!-Jeanne y yo comenzamos a reír a carcajadas.

Nos quedamos en la cocina hablando mientras nos tomábamos algunas copas más, Jeanne decidió hablarme de su vida en la oficina y las múltiples funciones que realizaba al ser la cara visible del imperio Nizzari, mientras que yo le compartí algunos de mis gustos musicales de mi adolescencia y algunos tips para que Jeanne no fuese tan dura con Marie a la hora de ir a la cama.

-Antes de que llegaras Emma, Marie era un verdadero animal salvaje antes de la hora de dormir, corría por toda la mansión sin parar hasta que alguno la atrapaba y ahí a lograr que durmiese era otra tortura más, cuando llegaste tú no sé que hiciste pero Marie ahora no es ese animal salvaje-rió- se queda dormida religiosamente a las 8 de la noche y no despierta hasta el día siguiente, en definitiva creo que contraté una de las mejores niñeras...

-¿Crees?-dije alzando mi ceja pero con una sonrisa en mi rostro.

-No solo lo creo, lo afirmo, no solo conseguí a una de las mejores niñeras, también conseguí a una de las mujeres más hermosa...-los ojos de Jeanne se habían oscurecido igual que su voz, mi respiración comenzó a acelerarse pero por fuera solo le lancé una sonrisa nerviosa a Jeanne.

-Creo que es hora de ir a la cama-dije intentando no observar a Jeanne quien me miraba fijamente, a veces Jeanne podía atravesar fácilmente cada uno de mis muros y solo dejarme perdida ante ella, cuando eso sucedía tendía a alejarme por miedo a sentir mas de lo que debía, hoy no sería la excepción y me levanté rápidamente para recoger las copas y dejarlas en el lava platos.

Lavé ambas copas y cuando estaba dejándolas en la secadora Jeanne se apegó a mi cuerpo por detrás y dejo que su boca se uniera con mi cuello y oído, aquella acción me dejó sin aliento, Jeanne estaba completamente pegada con su cuerpo por detrás del mío, podía sentir cada parte de cuerpo y eso terminó por elevar mi temperatura.

-No miento al decírtelo Emma-su boca escalaba por mi cuello dejándome leves besos que me tenían en el cielo- eres una mujer hermosa-su boca había llegado a mi oído- y si me lo permites, puedo hacerte olvidar todo por una noche...

Jeanne seguía con su boca pegada a mi oreja cuando una de sus manos subió por mi pierna hasta llegar a mi cintura, como si fuese posible pegó más su cuerpo al mío y con su otra mano comenzó a jugar levemente con uno de mis senos. Jeanne Nizzari me había desarmado en menos de cinco minutos, me hallaba presa de su cuerpo y de sus manos, no quería que aquello terminara, era demasiado placentero como para dejar de hacerlo.

-Bésame- dije con la voz ahogada y Jeanne río en mi oreja. Se alejó de mi cuerpo por unos segundos para darme la vuelta y quedar frente a sus ojos, al igual que a mí, Jeanne parecía haber perdido la cordura y respiraba entre cortadamente, volvió a posar una de sus manos en mi cintura y con la otra agarró mi mentón y me plantó un beso, no dudé en responderle, necesitaba sentirla, necesitaba sus besos y su cercanía, podía perderme en sus labios por horas y no me cansaría. Sus labios dieron paso a su lengua y yo decidí hacer lo mismo con la mía, ambas danzaban una con la otra, con desesperación uníamos una y otra vez nuestros labios, hasta que el aire nos comenzó a faltar y paramos para respirar..

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