¿Cómo era posible? Con ese rostro podía eclipsar a muchas estrellas del espectáculo.
De repente, Matías sintió que su hermana, a quien acababa de conocer, era un poco descarada.
Mientras se quejaba para sus adentros, la voz de Donia volvió a resonar.
"Pero tú tampoco eres como los demás," dijo ella con una sonrisa maliciosa, mirando a Matías de una manera significativa.
Vestido con un traje de alta costura, cada gesto suyo irradiaba una elegancia innata, desafiando los rumores que lo describían como 'un conformista de familia humilde'.
Una chispa de interés brilló en los ojos de Donia.
Interesante.
Matías estaba a punto de preguntarle a qué se refería con ser diferente, cuando su mirada se elevó y al parecer reconoció a alguien. Su sonrisa se ensanchó involuntariamente con una dulzura indulgente mientras levantaba la mano para saludar en el aire, "Alexa."
Donia inclinó la cabeza y siguiendo su mirada, vio a una mujer alta y esbelta vestida con un vestido blanco corriendo hacia ellos. Ella llevaba gafas de sol, lo que hacía imposible discernir sus rasgos a primera vista.
"Lo siento hermano, había tráfico y llegué tarde," dijo Alexa, todavía jadeante.
"No te preocupes," respondió él con un movimiento de cabeza, notando el ligero sudor en la frente de la apurada Alexa, sacó un paquete de pañuelos de su bolsillo y se los pasó.
La chica aceptó los pañuelos con gracia, se quitó las gafas de sol y las colgó en el cuello de su vestido, sonriéndole dulcemente, "Gracias, hermano."
Matías simplemente levantó su mano y le dio unas palmaditas en la cabeza a Alexa, mostrando un afecto evidente.
Donia observó la interacción entre ellos, con la comisura de sus labios curvándose lentamente en una sonrisa. No necesitaba preguntar para darse cuenta de que la Alexa frente a ella era la chica con la que había sido cambiada en el hospital.
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