CAPITULO 39
Florencia venía en el camino furiosa, su padre le contó sobre aquella carta, Romeo vendría por ella, solo era cuestión de tiempo para que tuvieran otro hijo y fueran felices.
Ese era el gran problema de Florencia, que no podía ser feliz, tenía todo lo que soño desde siempre y no encontraba sentido a su propia vida.
Si Aurora lo lograba, sentía que ella era quien había fracasado, que le había ganado de nuevo la partida y se habia quedado con Romeo, pues a pesar de su ego ella tenía que aceptar que amaba a Romeo con todas las fuerzas de su corazón.
Romeo estaba a punto de llegar y entonces Florencia tomó una decisión, agarró algunas antorchas que iluminaban la oscuridad del lugar, y con el líquido de gasolina que usaban para iluminar las lámparas para el viaje de regreso donde ella tendría que esconderse en la manada vecina un tiempo, decidió lanzarlas al suelo y empezara un incendio.
Nadie se percató al inicio de lo que sucedía, el olor a humo fue la primera señal del caos, las lobas corrian de lado a lado y necesitaban pedir ayuda, pues no sabían cómo defenderse.
Todo se fue consumiendo, empezaron a salir las lobas con ayuda de Rogelio, que al ver las llamas en la madrugada, no dudo dos veces en ir a ayudarlas.
Pero nadie se acordaba de Aurora, ella estaba inconsciente en una de las habitaciones, en medio del caos las novicias la olvidaron.
Rogelio se dispuso a entrar por ella, sentía que lo necesitaba y era lo mínimo que buscaba, pero en ese momento llegó Romeo, había cabalgando adelante de sus lobos con Dario, tenía una imagen del reencuentro muy distinta a la que hay hoy.
—¡¿Dónde está Aurora Russo?!— grito Romeo que vio como las llamas consumían todo a su paso.
—¡Sigue adentro!— grito Rogelio en medio del humo.
Rogelio se quedó mirando la sombra confusa por el humo de Romeo, le recordaba a alguien pero no sabía a quién, solo sentía un fuerte dolor de cabeza cada vez que un recuerdo parecía llegar a su cabeza.
Romeo entro en medio del fuego, una de las lobas le indico el camino de la sala de partos, ni siquiera pensó en ese momento en preguntar por su bebé, pues no entendio que su esposa había dado a luz.
Al entrar ve a la anciana que maneja el lugar rodeada por las llamas, el que tiene una piel más fuerte que otros lobos al ser un Alfa, se mete en medio de la llamarada y con su cuerpo la cubre para sacarla quemadose el, pero sabe que Sanara, mientras sigue su búsqueda.
Con sus piernas fuertes le dió patadas a cada una de las puertas de ese lugar hasta que encontró a Aurora desmayada en una cama.
— Mi amor .. — colocó su oído en el pecho de la joven, aún respiraba y eso le daba tranquilidad.
La tomó en sus brazos, y la saco de las llamas, empezó a darle respiración boca a boca hasta que abre los ojos tomando una gran bocanada de oxígeno por su boca.
—¡¿Dónde está mi bebé?!— grita al ver las llamas del lugar y sentir su vientre vacío.
Romeo se da cuenta que su hijo ha quedado en el incendio, corre para salvarlo pero la novicia lo detiene — No se preocupe por el bebé, nació muerto — agacha la cabeza la anciana, que se siente mal de mentirle a su salvador
Romeo se queda paralizado mientras escucha como Aurora lanza un gran grito que destroza el corazón de más de uno de los presentes.
Romeo se acerca a ella, pero no quiere que la toque, abraza a Rogelio mientras este la consuela.
— ¿De que manada vienes?— pregunta algo nervioso.
— No tengo manada, hace muchos años desperté en la casa de una anciana, perdí la memoria, solo se que me llamo Rogelio y he sido un vagabundo sin una manada específica — Rogelio le cuenta un poco de su historia.
Romeo toma la mano de Dario y la suya, le enseña a Rogelio que ellos tienen la misma marca —¿Tío?— pregunta Romeo con una lágrima en su ojo mientras Rogelio lo mira incredulo, ha encontrado su hogar.
— ¡Mi bebé!— lanza un grito desesperado Aurora mientras abraza su vientre.
Romeo sube para calmarla, la abraza y ella se descompone en sus brazos
—¿Por qué estás aquí? El concejo dejo claro que es prohibido — ella intenta mantener la cordura en medio del dolor.
— Todo fue una mentira, no se si de tu padre o de Florencia, inclusive del mismo Victor, pero el concejo nunca nos dió la anulación, sigues siendo mi esposa — Romeo le da una suave caricia en la mejilla que ella esquiva.
— Dame mi libertad, te odio, porque yo perdí a mi bebé por tu culpa, tu hiciste que no embarazo fuera mas difícil y escuchaste a la anciana comadrona, todo lo que me hiciste le quitó fuerzas a mi bebé — Aurora le recrima, tiene odio es la única palabra con la que puede describir este sentimiento de su pecho.
— Mi amor, se que el panorama está difícil, a mí me duele perder a nuestro bebé pero nuestro amor es más fuerte — Romeo quiere abrazarla pero ella lo empuja.
—¡No me toques!¡Te odio y te juro que me voy a vengar!— grita Aurora.
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