CAPITULO 49
Darío busca a Isabela, aún su herida le duele demasiado, pero debe hablar con ella.
Los ancianos de la manada, y que se puede decir son una guía para Romeo, le piden que recoja sus cosas y se vaya, pues ha perdido los privilegios de ser el Beta del Alfa.
— La reina pidió amnistía, pero no para tus cargos y mucho menos para que esa loba viva aquí, deberán casarse cuánto antes — El informa uno de ellos, Rogelio abraza a Darío, no quiere sacarlo de la casa, pero las leyes y reglas de la manada deben ser respetadas.
Darío busca a Isabela, ella lo abraza al verlo, ha estado todo el día encerrada en su habitación, con una terrible jaqueca, la idea de perder a Darío le quema el alma y nadie le había dicho el desenlace del duelo.
— Empaca las cosas de nuestra bebé y las tuyas, eres mía, y tenemos que irnos de aquí, ya no cuento con el favor de Alfa — Darío le da un beso a Isabela, no le importa las posiciones cómodas, sabe trabajar desde que era un niño, y lo único que quiere es estar con Isabela y tener una familia.
Ella sonrie, lo besa y accede de inmediato, no le importa nada mas que estar con el lobo que quiere, había roto su ropa así que empaca lo poco que tiene, le pedirá a Darío que la llene de vestidos, y recuperar su joyería, Isabela no despierta de la realidad.
El la lleva en su caballo, hasta la zona más humilde de la manada, dónde generalmente viven los lobos artesanos.
—¿Vienes a ver a tu padre antes de ir a casa?— Isabela abre los ojos, sabe que el padre de Darío es un artesano y en su mente aún confusa de la realidad, no se da cuenta lo que le espera.
Darío la baja, se siente avergonzado, sabe perfectamente que Isabela es de sangre limpia, que no es mezclada y que viene de un linaje alto.
Su padre enojado por lo que su hijo perdió, le entrega un juego de llaves, al parecer de la primera cabaña en la que vivió con la madre de Dario, no cruzan palabras, solo lo mira decepcionado.
Isabela camina por la montaña un poco, su vestido largo se ensucio, quiere creer que esto solo es una parada antes de llegar a su casa.
— Este es nuestro hogar — Darío toma de los brazos de Isabela a la bebe, adora ver las mejillas redondas de su princesa.
El rostro de Isabela está lejos de mostrar tranquilidad, aquella casa es aún más pequeña que el cuarto que tenía en la casa de Romeo.
Es de madera, está sucia y huele a humedad.
—¿Cuando compraremos los muebles?— pregunta mandando saliva para evitar hacer gestos de desagrado por el horrible olor.
— Tengo que trabajar con mi padre, no tengo mucho dinero pues pague el dote de mi matrimonio fallido, pero iniciaré de cero, te pido paciencia, por ahora cubrire los gastos escenciales, de la bebé — Darío se muerde el labio.
—¿Mis vestidos?¿Mis joyas? Rompí todo y lo que traje es muy poco — Isabela siente un fuerte escalofrío en su pecho, la situación es más difícil de lo que pensó.
— Vestidos tendrás que acomodar los mismos que tenías, tendré que vender tus joyas para comprar lo que necesita la bebé .
Isabela se sienta en la vieja cama que aún suelta un poco de polvo, no quiere creer que el amor sea un error, pero esto es muy diferente a su vida de siempre.
— Se que no soy Romeo, que no tengo mucho para ofrecerte más que mi amor, y entenderé lo que decidas es mejor — Darío le da un beso en los labios, para el esto es vergonzoso y frustrante.
— Vende mis joyas, compra lo que necesites pues no sé manejar una casa, es una nueva realidad pero aún así tengo paz — Isabela regresa el beso con una sonrisa,
Le aterra lo nuevo pero es mejor que la mentira que su madre creo para ella.
Pasan los días.
Victor le compra una hermosa joya a Florencia, pero ella sabe que este obsequio no es un detalle desinteresado por parte de su esposo.
—¿Que es lo que quieres?— cuestiona frunciendo el ceño, lo ve con rabia, Victor es un increíble manipulador.
—¿Que pasa?— Romeo se da cuenta que la voz de su esposa se quiebra, como si eso que le quiere decir le pesará en el alma.
— Quiero ver a mi sobrino, siento un lazo especial con el y no hay un solo día que no piense o sueñe con el pequeño Lucius — Aurora no sabe que ese lazo que la hace sentir que necesita cuidar del pequeño es un lazo de madre e hijo alejados por la maldad de otros.
Romeo niega con la cabeza, es imposible no tener miedo después de lo que pasó.
— No quiero perderte, siento que ir es aceptar que te pierdo — Romeo sabe que aquella familia y manada solo los quiere ver alejados.
— Vamos a superarlo y demostrarle que lo nuestro es real y nos amamos — ella le da un beso en los labios, mientras el suspira y accede, es momento de dejar el miedo.
Florencia llega enojada a la habitación de su supuesto hijo, el mismo que es cuidado por Noelia, el trabajo que decidieron ofrecerle para mantenerla allí como futura espia de la manada Luna azul.
—¿Que le pasa mi reina?— pregunta en un intento de ganarse el favor absoluto de Florencia.
— Mi hermana vendrá con Romeo, Victor saco una excusa para verla, la ama, pero no lo haría tanto si se enterara que ella nunca fue mi hermana, que es solo la bastarda de mi tía Inés — Florencia habla de más sacando la rabia de su pecho.
— Mi señora, quizás deba quitarle el pedestal en el que ella se encuentra, diciendo la verdad — Noelia sonríe, mientras le ofrece su plan a Florencia que es capaz de ejecutarlo con sangre fría.
—¿Que quieres decir?— Florencia abre los ojos, le aclara a Noelia que le juro a su padre no decir nada — No romperé la promesa a mi padre, el único que me ama.
— Pero si de casualidad llegara alguien que quite las mentiras — Noelia le cuenta a Florencia de la presencia de Rogelio y que si Inés es la madre de Aurora , Rogelio es el padre.
Florencia sonríe, toma papel y lápiz para enviar una invitación nueva a la manada Luna azul.
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