"¿Suicidarte?" Marisol quedó conmocionada otra vez.
Ese tipo de cosas les sucedía a personas con una personalidad débil, y no podía asociarlo con Jacinta, que siempre estaba llena de confianza gracias al cariño de los aficionados al teatro.
Sin embargo, Jacinta asintió y continuó hablándole lentamente, "Hubo un accidente de coche muy grave, mi corazón se rompió y casi me encuentro con la muerte. ¡Fue Antonio quien me salvó esa noche en la sala de operaciones!"
Marisol se lamió los labios, sintiendo sus manos sudadas y sin darse cuenta, apretó el pañuelo de papel, "¿Fue esa noche cuando él volvió de su viaje de negocios?"
Nunca podría olvidar esa noche, la noche que destrozó todos sus sueños, todos esos golpes, el contrato de divorcio y todo lo que escuchó en el hospital...
"Sí," le confirmó Jacinta.
Esa noche no solo era inolvidable para ella, también para Jacinta. La fría negativa de Antonio la había dejado tan devastada que perdió la voluntad de vivir. Pero fue esa experiencia cercana a la muerte lo que finalmente le permitió aprender a soltarlo.
"Antonio tenía razón, ya habíamos terminado hace cuatro años cuando decidí quedarme en Nueva York y no regresar con él. Siempre tuve la esperanza de que él me esperaría... No le culpo, ni a ti, ni al destino. Nadie hizo nada malo, el único error fue el tiempo," le dijo Jacinta con una sonrisa melancólica, antes de añadir sinceramente, "Marisol, si es posible, les deseo a ti y a Antonio lo mejor."
"..." Marisol se quedó en silencio.
La noche se hizo más profunda y el grupo que había terminado de cenar salió del restaurante bajo la mirada del camarero.
Jason, al igual que Antonio, había llegado en su coche y estaba aparcado cerca. Después de salir del restaurante, tomó a Jacinta del brazo y la acompañó hasta el vehículo, abriéndole caballerosamente la puerta del coche.
Una vez que ambos se acomodaron en el coche, Jacinta bajó la ventanilla y les hizo un gesto de despedida, "¡Antonio, Marisol, nos vamos, adiós!"
"Adiós..."
Hasta que el coche se alejó de su vista, Marisol seguía con la mano en alto.
Fue solo cuando Antonio le comentó "Vámonos", que se dio cuenta de lo absurdo de su gesto y rápidamente bajó la mano, siguiéndolo en silencio.
Al llegar al coche de Antonio, Antonio se adelantó al asiento del copiloto. Marisol pensó que iba a abrirle la puerta, pero de repente extendió un brazo y la presionó contra la puerta del coche.
En la oscuridad de la noche, sus cejas se alzaron significativamente, "Sra. Pinales, ¿hay algo que aún no le quede claro?"
Con los dientes apretados, le dijo, "Sé que esa foto ha estado en el compartimento más interno de tu billetera durante estos cuatro años, la has llevado contigo todo el tiempo, ¿estás seguro de que no te estás engañando a ti mismo?"
Marisol se sintió abrumada por la situación, pero sabía que tenía que tomar una decisión. Miró las billeteras una vez más, sus dedos rozando la suave piel de los distintos modelos. Finalmente, señaló una de diseño simple pero elegante. "Esta", le dijo finalmente, "es perfecta."
Antonio asintió con una sonrisa satisfecha y se dirigió al empleado. "Nos llevaremos esta", comentó mientras sacaba su tarjeta de crédito.
Una vez que compraron la cartera, Antonio se la entregó a Marisol. "Ahora, escribe lo que quieras dentro", le indicó con un gesto.
Marisol tomó la billetera y, con un bolígrafo que le ofreció el vendedor, escribió cuidadosamente en el interior de la billetera. "Para Antonio, el amor de mi vida", y firmó con su nombre.
Antonio tomó la billetera y la examinó, una sonrisa suave y genuina se formó en su rostro. "Perfecto", le dijo.
Al salir de la tienda, Marisol aún se sentía confundida, pero había algo reconfortante en la forma en que Antonio había manejado la situación. A pesar de esa extraña noche, se sentía más cerca de él que nunca.
El auto se alejó de la entrada del centro comercial y retomó la ruta hacia su hogar, ambos en silencio, pero con un sentido de comprensión mutua y un lazo renovado entre ellos. Antonio había demostrado una vez más que, a pesar de sus maneras a veces enigmáticas, sabía cómo cuidar de ella y de los momentos que compartían.
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