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Este capítulo puede contener material vulgar y desagradable para algunas personas. Si eres de esas personas, cuando veas esta señal: (****) detente y no continúes leyendo.
No me hago responsable por mentes traumadas....
Capítulo veintiocho
Asustada me quito debajo suyo y le doy un último beso en su mejilla —Quiero irme y ver cómo están todos... Mamá y la manada —por sus ojos pasa un destello amarillo.
Se levanta de la cama —Ve a bañarte —me señala una puerta detrás de él —yo iré a dar las gracias al Alpha por su alojamiento y ayuda a rescatarte —camina a la puerta y le lanzo una franela blanca.
—No quiero que nadie te vea, Ricky Ricón esculpido —niega sonriendo y se la pone, sale del cuarto y de un momento a otro me encuentro sola en la inmensidad del lugar.
Entro al baño, me despojo de su ropa y me doy una larga ducha hasta que termino y salgo con una toalla enredada en mi cuerpo, antes de cerrar la puerta dos chicas me toman por los brazos y me llevan hacia otra habitación.
—Yo soy María —se presenta una.
—Y yo soy Nela, y, te vamos a arreglar en media hora —no entiendo que está pasando cuando veo como Wade con el otro Alpha entran en el cuarto.
—Ellas son maquillistas, te arreglaran mientras yo me baño y arreglo —observa a las chicas detrás de mí —cuidado con ella —asienten.
Wade sale y el único hombre se queda mirándome con una intensidad en su ojos que me hace desconfiar un poco en él —Perdón por lo de ayer, me llamo Benítez —tomo su mano un poco incómoda.
Vaya manera de presentarse.
—Si me disculpas, quiero vestirme y no lo haré contigo aquí —alza las manos en son de paz y sale cerrando la puerta.
—Aquí está lo que te pondrás —me señalan la ropa—ahora entra ahí y ponte eso —sin más que decir lo hago y salgo.
Me sientan bruscamente en un banco —Cierra los ojos y no los abras hasta que te digamos que los hagas —cierro mis párpados y después de casi media hora escucho toques en la puerta.
—Ya está, ya los puedes abrir —me levanto y veo mi reflejo en un espejo.
Estoy, estoy algo bonita.
Mis mejillas tienen un color medio rosado, mis ojos están con tonos suaves y unas grandes pestañas los adornan, mi nariz está más fina de lo normal, mis cejas bien peinadas y mis labios con un labial rojo.
—Amo el rojo que traes en tus labios —volteo.
Y ahí esta él.
Con una camisa blanca que se le pega al cuerpo y hace remarcar esas zonas justas para saber lo hermoso que es, un pantalón jean largo de color azul, unas zapatillas blancas.
Tan guapo y bello como siempre.
Camina hacia mí y toma mi mano —Es hora de irnos —me despido y caminamos hacia el auto—ya esta todo listo —subo.
Rodea el auto, arranca y por primera vez siento que todo lo que viví una vez se queda atrás, doy una última mirada a la mansión y todo el alrededor.
Ya no hay más Alcibíades, ni más Texas, ni nada que tenga aquí, por fin soy libre.
Después de media hora llegamos al aeropuerto y las miradas por parte de las personas me ponen nerviosa y mi acompañante lo nota —Tranquila—sujeta más fuerte mi mano y entra a un alquiler de autos, camina a la caja y una señora lo recibe con una enorme sonrisa.
—¡Usted es el chico bonito de la otra vez! —vaya, no solo yo lo veo así —¿puede prestarme su identificación? —él me suelta y la saca de su cartera —señor Wade Dhall, aquí están sus doscientos dólares de regreso —le pasa la identificación y el dinero por la ventanilla—que tenga un buen viaje —ella sonríe y vuelve su vista a la computadora, Wade toma mi mano otra vez y sonríe en mi dirección, bajo la mirada apenada y nos encaminamos al aeropuerto.
Caminamos con la vista de todos taladrando nuestras espaldas hasta que entramos a una sala distinta a las demás y la tranquilidad relaja mis músculos —Bienvenida a la zona vip del aeropuerto, esto solo es para famosos y personas importantes con un avión o jet privado.
—¿Eso significa que tú tienes un avión o jet privado? —me recuesto en el sillón y volteo la mirada hacia él.
—Correcto cariño —observo el monitor gigante en frente de nosotros con un vuelo a California —y ya nos vamos —me toma de la mano y tira de mi hacia arriba.
—Pero, nosotros llegamos después que todos ellos.
—Yo reservé las cosas con anticipación. Tú tranquila y yo nervioso.
—Señor, ya está todo listo —la auxiliar de vuelo se presenta frente a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja —síganme.
Mis ojos se desvían a él y luego a la azafata. La está mirando. Junto mis cejas y le doy un codazo —Deja de mirar —ruedo mis ojos.
Sonríe hacia mí —No estoy mirándola.
Achico mis ojos —Eso no es verdad —camino delante de Wade —No me molestes.
—Deja de estar celosa, niña fresa —da un beso en la coronilla de mi cabeza y me toma de la mano.
Junto mis cejas —No lo estoy.
—Amo tu bipolaridad —y sin más que decir me conduce dentro del avión.
Con cierta timidez tomo asiento en una de las sillas con vista a la ventana de lado izquierdo.
—Señor, esperaremos a que los aviones tomen vuelo para nosotros poder tener un inicio limpio y sin complicaciones —Wade que ahora toma asiento al frente mío, asiente, y ambos nos concentramos en el avión que se coloca en línea para poder despegar.
—No la estaba mirando, no soy un puto, no ahora que te tengo —giro para mirarlo —te esperé demasiado como para que ahora te alejes de mí —voltea su cabeza en mi dirección —Nos conocemos poco, pero con ese poco nos queremos —palmea sus piernas y entiendo su mandato. Me levanto y doy dos pasos hasta él para sentarme en sus piernas —Nena, sé que es pronto... pero —nuestros ojos conectan y un pequeño rayo de electricidad pasa por mi cuerpo. Mis ojos brillan y mi corazón acelerado se me quiere salir por la boca —te quiero, y mucho diría yo —escondo mi cara en su cuello con la sonrisa más grande del mundo y mi cuerpo responde a su declaración de amor.
Junto mis cejas y rompo su camisa, cegada por el deseo quito el broche de su pantalón y toco su piel mientras ataco con ferocidad su boca.
Mi camisa desaparece junto con el sujetador y rápidamente siento su cálida lengua jugar mis pezones. Chupa ligeramente uno y masajea el otro, una corriente más fuerte pasa de mi espalda a mis piernas y todo se vuelve muy sensible en mi zona baja, busco sus labios desesperada y nos fundimos en un beso apasionado y posesivo, su lengua toca mi labio inferior y sin pensarlo doy acceso, de la nada me voltea y mi espalda queda recostada a la cama, aprieta mis piernas y en cuestión de segundos me encuentro desnuda ante él.
Se levanta de la cama y me observa con esa mirada penetrante y cargada de deseo, pasa su lengua por sus labios y muerde el inferior, nuestras respiraciones agitadas es lo único que podemos escuchar, y, cuando creo que he visto todo de él, baja sus pantalones junto a su ropa interior de un solo tirón y su miembro queda expuesto a mi vista.
Yo creí que él era perfecto, pero me equivoqué.
Él es jodidamente más que perfecto.
Vuelve a posicionarse sobre mí, besándonos, tocándonos, explorando nuestros cuerpos ardientes, sus manos viajan a mi sexo y masajea levemente robándome suspiros y pequeños gemidos que se difuminan con sus besos húmedos y calientes.
De la desesperación en tenerlo dentro mío sobo con mi mano su grande y duro miembro, arriba y abajo, una y otra vez, dejo el movimiento de manos y las subo hasta su abdomen y su pecho, luego, su espalda hasta llegar a su cabello y atraerlo hacia mí.
Sonrío burlona —Eres mío, Ricky Ricón — sigo mi ataque en su cuello y él abre mis piernas poco a poco, siento su anatomía en contacto conmigo y muevo mis caderas invitándolo, suelto un gemido lastimero en sus labios al mismo tiempo que muerdo los míos.
Wade gruñe y se recuesta en la cama con un solo brazo, su mano libre baja por mi abdomen lentamente y se detiene justo en mi clítoris, me jala hacia él y siento como un dedo entra en mi interior haciendo estragos en mi cuerpo —Wade—gimo en su boca ahora roja de tantos besos. Su dedo empieza a moverse y muevo mi cuerpo al compás de su ritmo, una ola de calor se acerca, pero de la nada detiene su tortura y me mira a los ojos.
—No vas a tener otro orgasmo así —habla con voz ronca — no, lo tendrás cuando me tengas dentro de ti—sus palabras encienden mi cara y aparto mi rostro de su sonrisa juguetona.
Dios, este hombre me va a matar de vergüenza.
Baja a mis pechos y los muerde, succiona, juega, llevándome al borde del placer hasta que siento su miembro en mi entrada. Lo aprieto contra mí y él entra lentamente —respira, todo estará bien —da un beso a mi cabeza al mismo tiempo que baja a mi cuello mandándome oleadas de calor y haciéndome olvidar el dolor en mi parte baja.
Wade empieza su movimiento de caderas poco a poco sin frenesí y cierro mis ojos dejándome llevar por el placer y lo bien que se siente estar con Wade. Vuelve a apoyarse en la cama con una mano y su solo respirar me eriza el cuerpo, observo como su mano libre baja lentamente a mi clítoris volviéndome loca y cierro mis ojos disfrutando.
Apresura sus embestidas y sus dedos se vuelven mucho más habilidosos, con cada bombeo siento que su miembro crece dentro de mí y no puedo evitar quejarme de exitación, mis manos se aferran a su espalda arañandolo y da una última estocada fuerte, mis piernas se contraen y gimo en su boca para no hacer los sonidos tan fuertes, luego de un rato me separo y caigo rendida en la cama, me observa detenidamente a los ojos y cae desplomado encima mío.
Él levanta su cuerpo y me da un último beso —Dicen que el sexo con tu mate es mejor que hacer ejercicio, yo no creía eso, pero ahora me doy cuenta que es cierto.
Mis mejillas toman un color rojo intenso al sentir el frío tocar mi cuerpo y sobre todo al verlo a los ojos. Me tapo con la sobre-cama y escondo mi cabeza debajo de esta.
No puedo creer que mi primera experiencia con Wade fuese en un avión.
Estamos a muchas alturas.
Además, nuestro vínculo está completo, tenemos el símbolo completo uno del otro. Siento sus brazos rodearme y me apego a él sin pensarlo.
Que bonito se siente esto.
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