El Amor De Antonio romance Capítulo 324

Acabó de llegar a casa, Lydia recibió una llamada telefónica de Clara.

Contestó, -Clara.-

-Lydia, ¿estás libre ahora? Ven a cenar conmigo.-

Según la dirección que le dio Clara, Lydia llegó a un restaurante de estilo hongkonés situado en una concurrida calle del centro.

Al entrar, vio a Clara sentada al lado de la ventana. Ella sostenía la mejilla con una mano y miraba hacia afuera. De su expresión se exudó una tristeza.

Frunció el ceño, Lydia la acercó rápidamente.

-Clara.- Lydia se sentó en el asiento frente y la llamó suavemente.

Al oír la vez, Clara volvió la cabeza, y le dio una sonrisa, -Aquí estás, Lydia.-

-Sí.- Lydia bromeó riendo, -¿Y Cómo puedes tener tiempo para cenar conmigo? ¿Dónde está el señor Antonio?-

Desde que se casó con Antonio, les quedó a elles tres mucho menor tiempo para unirse.

A veces quería salir con ellas, una decía que iba a acompañar a su marido y la otra a su novio, ella siempre era la única soltera más pobre.

Cuando oyó que le preguntó sobre Antonio, Clara evitó imperceptiblemente la mirada y respondió con indiferencia, -Tiene otros asuntos.-

¿Otros asuntos? Levantó el ceño, lanzó una mirada llena de curiosidad en su cara. De acuerdo con el sexto sentido de mujer, haya algo raro, Clara tenía de malo.

Pero no la preguntó de inmediato, sino que llamó al camarero.

Después de ordenar, Lydia tomó un trago de agua sobre la mesa, y luego miró a Clara sin prisa, -Clara, ¿qué pasa entre tú y señor Antonio?-

La expresión se congeló, pero alzó en seguida las comisuras de la boca y meneó la cabeza, -No, nada, ¿qué puede pasar?

Mientras diciendo, no deja de tomando el agua para que se viese tranquila.

Lydia sonrió levemente, -Clara, hay posibilidad de ocultar ante Alejandra, la chica ineguna, pero si quiere engañarme, es imposible.

Apretó la copa más fuertemente con la mano, Clara dio a duras penas una sonrisa triste, -Efectivamente.-

Lydia levantó las cejas, -Dime, ¿qué ha pasado?-

Clara colocó de nuevo la copa sobre la mesa, vaciló un momento, finalmente le contó poco a poco lo que había visto ante el edificio de Grupo Nevada.

Al oír esto, Lydia dijo con el ceño fruncido, -¿Se fue sin hacer nada?

El tono llenó de incredulidad.

Clara asintió, -Si no, ¿qué debo hacer?

Lyda puso los ojos en blanco, -Tienes que ir con ellos.-

Siempre había sido inteligente, ¿por qué se volvió tan tonta hoy?

Clara curvó la boca, -No quiero ir.-

La dolió mucho el corazón una vez recordó que a Antonio no le importó que la mujer estuviese tan cerca.

Lydia se quedó sin palabras.

Le dio mucha gana de abrir su cabeza a ver qué hay dentro, que la hizo tan furiosa.

Lydia respiró hondo e intentó a decir en forma amable, -Clara, tal vez la supuesta mujer de cita a ciegas sea una amiga vieja de ellos, y tengan una buena relación entre sí, entonces no pasa nada quedaban un poco cerca.

Sí que tenía razón, pero después de ser novios, ella nunca había visto que Antonio estaba tan cerca de una mujer, era normal sentir incómoda.

Lydia siguió sus palabras, -Clara, no seas tan tacaña, no imagines tanto según su propia idea cada vez ves algo. Habría podido dirigirse directamente hacia ellos y preguntarle al señor Antonio quién era la mujer. No creo que él te engañe deliberadamente.-

-No me ha contado que su padre le ha arreglado una cita a ciegas.-

Clara estaba un poco descontenta.

-...Quizá no quiera que pienses demasiado.- Lydia se volvió vacilante.

Tenía sus razones para ocultar intencionalmente, ya que la Familia Díaz tenía una situación tan complicada, ciertamente no quería que Clara se involucrara y fuera herida.

Solo podía pensar así Lydia.

Clara no lo creía, -Si teme que piense demasiado, no debería ocultar la verdad, sino decirme todo.-

Lydia reflexionó un rato con ceño fruncido, luego se levantó y cogió el bolso, -Venga, voy contigo a verlos.-

-No.- Clara rechazó.

Lydia no pudo evitar de enojarse, -Clara, ¿prefieres volar tus imaginaciones aquí, en vez de averiguar el hecho?

-Yo...- mordiendo el labio, la cara de Clara estaba llena de inseguridad.

-Venga, vamos a pedirle la verdad.- Lydia la aconsejó.

Finalmente lo aceptó Clara después de un momento de vacilación, -Vale, de acuerdo.-

Viendo que iba a salir las dos, el camarero vino apresuradamente, -Hola, acabáis de pedir el menú...-

Sin terminar sus palabras, Lydia sacó la cartera del bolso y le dio 2 billetes de 100 euros al camarero, -No vamos a cenar aquí. Guárdate el cambio.-

Dicho esto, llevó a Clara salir con prisa, dejando al camarero estaba allí tontamente, con los dos billetes en la mano.

-¡Qué despendedora eres!- Clara la valoró por su acto de pagar por nada.

Lydia le dio una mirada desdeñosa, -¿Acaso no es por tí?

Volvió a pensar y le parecía mal, entonces Lydia añadió, -Eso sí, tengo que pedir al señor Antonio este dinero.-

Clara, -...-

No debí haber dicho así, que desperdició 200 euros en vano.

En el Restaurante Galaxia

El sonido melodioso del plano movía en el enorme salón, y en el aire flotaba un aroma ligero, la luz naranja creyó un ambiente romántico y cálido.

Aquiles pasó el menú a Nina, -Nina, pide lo que quieras, ponte cómoda.-

-¿Lo pagas tú- Nina lo miró y le preguntó.

-Claro que no.- Aquiles rio ladinamente, -Lo paga Antonio.-

Nina hizo una mueca, -Vale.-

Aquiles, -...-

Como antes, esta chica siempre trataba con diferencia a él y a Antonio.

Nina echó un vistazo al menú, y miró a Antonio, que estaba tomando el agua, la adoración pasó rápidamente por el fondo de sus ojos. Sonrió y dijo en un tono dulce, -Hermano Antonio-

Al oír su voz, Antonio volvió la cabeza a verla con curiosidad.

Ella le preguntó con una sonrisa, -¿Qué quieres comer?-

-Me da igual.- La respuesta exactamente falta de seriedad.

Nina se desanimó de repente, hizo pucheros y le preguntó como si hubiera sido injustamente tratado, -Hermano, ¿si no quiere cenar conmigo?

Antonio meneó la cabeza, - No.-

-¡¿Entonces por qué no me cuenta lo que quiere comer?

-Nina...- desbordó una risa indefensa, -De veras, no tengo ni idea sobre qué comer.-

-¿De verdad? Bueno.- la cara de Nina se iluminó de nuevo, y dijo en tono alegre, -Así que déjame ayudarle.-

-Nina, eso es injusto.- Aquiles reclamó, -¿Por qué no quieres saber qué voy a comer?

Nina levantó el ceño, pretendió a preguntarle de manera descuidada, -¿Entonces qué quieres comer-

-Quiero...-

-Pídalo tú mismo.-

Aún no había terminado sus palabras, Nina le pasó el otro menú a Aquiles.

Meneando la cabeza, Aquiles lanzó un suspiro, -Nina, ¡qué parcial eres!

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